¡Hola a todos! tras varios meses realizando interesantes entrevistas en el blog, vuelvo a escribir un post extenso, de los de antes, ya como graduado en Óptica y Optometría. Lo considero un post atípico, y digo atípico porque no ha sido habitual estos años atrás que escribiera en el blog sobre temas personales, como pretendo hacer en este post, en el que cuento con detalle mi experiencia en los Estados Unidos (EEUU), donde estuve viviendo 3 meses tras acabar la carrera, y todo lo que esta aventura y estos meses han supuesto para mí, en todos los ámbitos. Tras acabar los estudios y antes de la nueva etapa laboral que se presenta, era algo que tenía ganas de contar en mi blog y compartir con los que me leen habitualmente. En la segunda parte del post, sí me centraré más exclusivamente en hablar sobre optometría, y os contaré todas las actividades relacionadas con ello que tuve la oportunidad de hacer allí y en las diferencias que hay con respecto a España.
Siempre he tenido la sensación que cuando los estudiantes salimos de la Universidad estamos perdidos, llenos de dudas, básicamente no sabemos que hacer, para dónde tirar. Solo quizá algunos afortunados saben realmente lo que quieren, el objetivo concreto que persiguen en el terreno profesional. No era yo uno de ellos, ni mucho menos. Diría que no es lo habitual en nuestra situación, recién graduados con escasa o ninguna experiencia laboral ni clínica. Es algo normal, tampoco hay que amargarse, la vida consiste en ir descubriéndolo, y para eso tiene que pasar el tiempo, hacer cosas, y probar. Por este motivo, tras acabar la carrera en Junio estuve pensando qué hacer. Barajé la posibilidad de seguir estudiando un Máster el curso siguiente, quizá por ser una de las opciones más comunes, algo que sinceramente no tenía ningunas ganas de hacer, por no tener una base sólida y por no tener claro en qué campo de la optometría especializarme. En lugar de eso, preferí invertir el tiempo y el dinero en mejorar el inglés y en viajar, y con ello, vino la idea de salir al extranjero, y vivir, aunque solo fuera por unos meses, en otro país.
Tenía la oportunidad de hacerlo y lo hice. No fue fácil tomar la decisión, pero desde mucho tiempo atrás era una espinita clavada que tenía y que no hice mientras estudiaba, por ejemplo yéndome de Erasmus o en verano a otro país, como otros amigos hicieron. Durante el último curso, también tuve la suerte de contar con la opinión y los consejos de algunos profesores que me ayudaron mucho durante la carrera, gente que se preocupa por ti más allá de la nota de un simple examen, algo que se agradece en la Universidad pública, cuando a veces puedes tener la sensación de que eres solo un número. Escuchar las opiniones, las historias y las aventuras de otros compañeros con más experiencia es algo a lo que personalmente le he dado mucha importancia siempre, y eso me ayudó a decidirme, a dar el paso.
Yo decidí dedicar tiempo y esfuerzo al inglés por considerarlo útil, algo que hay que saber hoy día, y no solo por motivos laborales. Y es que empiezas a querer aprender inglés en serio cuando realmente le ves la utilidad y disfrutas con ello, si no, ya puedes haberlo estudiado desde primaria, como la mayoría de los de mi edad, o tener ciertos títulos oficiales, que en muchos casos no se traducirá en que uses o sepas dominar el idioma. Que a los españoles se nos de peor hablar otras lenguas se explica porque aquí no son necesarias, pero no es excusa, el que tiene interés puede. ¡Y además en nuestra profesión es muy útil! aunque pueda no parecerlo. Yo ya durante la Universidad le empecé a ver la utilidad, leyendo artículos científicos y publicaciones en inglés por interés propio, ya que la mayor parte están en este idioma, asistiendo a Congresos donde había expertos de otros países, hablando con otros estudiantes de optometría extranjeros a través del blog, o incluso viendo vídeos, películas y series en inglés, subtituladas al principio (muy recomendable esto último, por cierto).
A la hora de decidir ir a vivir un tiempo al extranjero, descarté desde el principio los destinos más habituales, como Irlanda o Reino Unido, porque es donde hay más españoles y porque tenía ganas de conocer la cultura estadounidense por mí mismo (y no por películas o por lo que la gente dice), tan diferente a la Europea, el país y su gente, y también por tener algún contacto con la optometría norteamericana, que personalmente creo que es de admirar en muchos aspectos. Hice muy bien, porque no coincidí con ningún español en todo el viaje, y el 95 % de las palabras que salieron de mi boca fueron en inglés. Esto era algo que tenía claro, con españoles al lado no se aprende inglés, primero porque acabas juntándote con ellos, no te hace falta el inglés y terminas hablando español, lógicamente, y segundo porque entre españoles solo sabemos criticarnos lo malos que somos hablando inglés. Es curioso que pasa exactamente lo contrario con los nativos de habla inglesa, que te ayudan y tratan de entenderte independientemente del acento y el nivel con el que hables inglés. Esto fue muy bueno y hasta un alivio, ya que yo tenía mucha base teórica, pero me faltaba acción, es decir, quitarme la timidez y la inseguridad de hablar y entender a alguien en inglés. Terapia de choque en toda regla. Lo conseguí, y la mejora os la podéis imaginar, aunque necesite muchos más años para seguir mejorando, pero para mí pasar ese bache era imprescindible.
Ya durante el último curso de la carrera empecé a organizar el viaje en mi cabeza, casi un año antes de irme. Fue un viaje enteramente organizado por mí mismo, sin agencias ni empresas de ningún tipo. Me planté totalmente solo en los Estados Unidos, sin conocer a nadie y con un nivel de inglés que aunque tampoco fuera horrible, no era ni mucho menos fluido. Los meses previos tuve que decidir una serie de cosas como la fecha (finalmente fue Octubre), a que academia de inglés acudir, encontrar una buena casa o piso donde vivir, averiguar qué tipo de visa necesitaba para poder estudiar allí algún curso de idiomas, lugares a visitar y la compra de vuelos, billetes de trenes y demás viajes, etc. Llevó su tiempo y trabajo, no creáis. Entre todas estas decisiones, una de las más importantes era elegir la ciudad a la que iría. Finalmente elegí la ciudad de Boston, en el estado de Massachusetts, región de Nueva Inglaterra (New England), por varias razones:
- Porque escuché que era uno de los sitios donde mejor se hablaba inglés de todo EEUU, aunque un tiempo después descubrí que para los americanos que no viven en la zona de Nueva Inglaterra es un acento en cierto modo “ridículo”, de hecho constantemente están haciendo bromas y burlas del acento bostoniano. A mí la verdad es que me encantaba el acento, es más, aunque cuesta más de entender, me gusta mucho más el acento americano que el británico, y diría que esa fue otra de las razones por las que elegir ir a EEUU.
- Porque es una ciudad en la que se respira cultura, llena de estudiantes y con algunas de las mejores instituciones del mundo, como la cercana Universidad de Harvard o el Massachusetts Institute of Technology (MIT). Además de esto, allí se encuentra la New England College of Optometry, una de las escuelas más famosas de optometría de EEUU, y aunque principalmente fui por mejorar el inglés, también tenía en mente realizar algunas actividades relacionadas con la optometría, como contaré luego.
- Porque está muy cerca de Nueva York, una ciudad que quería visitar sí o sí desde hacía tiempo. Visita obligada. Además volar a Nueva York desde España es más barato que a otras zonas de EEUU.
Acerté con la decisión, definitivamente. Boston es una ciudad muy acogedora, y aunque solo estés unos meses, te cuesta irte. Esto fue algo habitual que me comentaba la mayoría de los que tuvieron la oportunidad de vivir allí un tiempo. Yo viví en el barrio de Allston-Brighton, que es el barrio donde estaba mi academia de inglés. Vivía a 10 minutos de la casa donde nació el que fuera Presidente de los Estados Unidos, John Fitzgerald Kennedy y del apartamento donde la banda de rock Aerosmith empezó a tomar forma. A 30 minutos andando estaba la Universidad de Harvard. Este es un barrio lleno de inmigrantes, sobre todo asiáticos y mucha gente joven, la mayoría estudiantes universitarios, con muchos restaurantes de todo tipo de comidas del mundo, tranquilo y muy muy seguro, lleno de casas típicas americanas. Me encantaba. También estaba cerca de Back Bay, uno de los barrios más exclusivos de Boston, muy bonito y elegante, donde está la New England College of Optometry, y a 30 minutos del centro en tranvía.
En el campus de la Universidad de Harvard, para ver si se me pegaba algo
Viví con estadounidenses en esta casa americana, que encontré a través de Airbnb, en el barrio de Allston
El apartamento en la Commonwealth Avenue de Boston donde empezó la banda de rock Aerosmith
Boston, si bien no es que tenga quizá muchísimos monumentos para ver, es una de las ciudades más antiguas de EEUU, y de las más importantes. Llena de historia, por ejemplo, tuvo un papel destacado en la Independencia de este país del Reino de Gran Bretaña, un suceso muy importante para los estadounidenses. Además es un sitio próspero, especialmente en el ámbito de las ciencias y la investigación. Allí se han desarrollado algunos de los inventos y avances más relevantes de la historia reciente y cuenta con el mejor hospital de los Estados Unidos a día de hoy, hospital en el que por cierto, trabajan optometristas. También cuenta con la mejor Universidad del mundo, Harvard, que a su vez es la más antigua del país, en el municipio anexo de Cambridge, al otro lado del río Charles. Podría dedicar solo un post para hablar de Boston, pero como no es posible, diré que es un destino muy recomendado para visitar.
Skyline de Boston desde la “Prudential Tower” (220 metros de altura)
Aparte de la ciudad de Boston, pude conocer otras zonas de Nueva Inglaterra, como el Estado de Maine, concretamente su capital, Portland, y el Parque Nacional de Acadia, donde los colores del otoño eran espectaculares o el imponente Foxwoods Casino, en Connecticut (¡nos llevó la academia! que conste), un enorme casino, a lo americano, en medio de la nada, al más puro estilo Las Vegas, y en el que lo único que hice fue perder 20$ en la ruleta. Aprovechaba los fines de semana para viajar más lejos, así pude visitar Canadá, las ciudades de Montreal y Quebec, Nueva York y California. El viaje a California diría que fue para mí el más especial, porque no lo tenía planeado, surgió de casualidad. La lejana Costa Oeste ya era lo suficientemente atractiva como para no pensárselo dos veces ante la oportunidad que se me presentó. Allí visité San Francisco, una ciudad increíble, muy bonita, tranquila y acogedora, con su famoso Golden Gate Bridge y junto al imponente Pacífico, que enseguida pasó a mi top 1 de ciudades favoritas, el lago Tahoe, a 1899 metros de altitud y rodeado en su totalidad por las montañas de Sierra Nevada, el Parque Nacional de Yosemite y la zona de Napa Valley, muy famosa por sus vinos. Las dos últimas semanas fueron íntegras para viajar por el país. Estuve en Chicago, en Washington DC, en Philadelphia, y finalmente de nuevo unos días en Nueva York, desde donde volvía para España, días antes de Navidad. Todos mis viajes fueron en autobuses o en trenes, algunos que se prolongaban hasta la eternidad o también, a veces, en vuelos económicos. De Chicago volví a Nueva York en un tren que tardaba 30 horas en cubrir el viaje. Una locura, pero que mereció la pena porque crucé varios Estados de la parte central de los Estados Unidos y también algunos parajes naturales de espectacular belleza. Me hospedaba siempre en casas de gente si se podía, ya fuera haciendo Couchsurfing o también usando Airbnb. ¡Si no conocéis estas plataformas os las recomiendo! Son opciones interesantes ya que te permiten conocer gente nativa y compartir casa con ellos, más útil si cabe si tu objetivo es mejorar el idioma. Al convivir con ellos, te empapas más de como es el país, su gente y su cultura. Y además que hay buena gente “en tos laos”. Más auténtico y bastante más barato que un hotel.
“Magical Fall Foliage”, durante una ruta de senderismo por el Parque Nacional de Acadia (Maine)
Viñedos de Napa Valley, en California
El Golden Gate Bridge, al atardecer, en la Bahía de San Francisco (California)
Reflejado en la “Bean” de Chicago (Illinois)
Lower Manhattan, en Nueva York, desde el helicóptero
Top of the Rock, en la terraza del Rockefeller Center. Nueva York
En cuanto a los Estados Unidos, es un país fantástico que merece la pena conocer, y cuando digo conocer, digo conocer bien, interesándose por sus ciudades, sus paisajes, su cultura, su historia y conociendo a su gente, una gente maravillosa, muy abierta, simpática y amable, dispuesta siempre a ayudarte y escucharte. Yo al menos tuve esa suerte, y es algo que me sorprendió gratamente. Chapó por ellos. Puede que esto sea debido a la mezcla enorme de culturas, una inmigración a un nivel al que para nada estaba acostumbrado, y que mentiría si dijera que no me chocó en un principio. Aunque a ellos esto les de más de un quebradero de cabeza, para mí fue algo muy positivo, ya que me llevé de allí amigos de muchísimas partes del mundo y pude ver otras formas de pensar y hacer las cosas. Este tipo de cosas influyen en uno, diría que para bien con total seguridad.
Decía antes que EEUU hay que conocerlo bien porque es un país que dada su posición y el cómo se vende al resto del mundo, genera a veces opiniones que no se ajustan del todo a la realidad. Prejuicios que yo mismo tenía y que, como siempre, nos ciegan. Tiene cosas muy criticables, pero otras también muy buenas, que yo es con lo que me quedo. Es un país que dada su enorme extensión y todo lo que ofrece es casi imposible conocer del todo, merece varias visitas si no estudias o trabajas allí. No vale sólo con una semana en Nueva York y hasta nunca. Otra opción más económica es conocer a gente de allí en España, siendo además otra buena forma de mejorar el inglés. Constantemente están viniendo a nuestro país para estudiar español o por turismo, atraídos por todos esos edificios antiguos que tenemos en Europa, algo que les entusiasma dada su arquitectura moderna y sus ciudades faltas de historia, si las comparamos con las nuestras.
Tener el interés de aprender y saber de otras culturas, de ver otras cosas, hace mejor a la gente, y aunque no te des cuenta, siempre te enseña algo. Este tiempo que he dedicado para mí estos últimos meses me ha cambiado la forma de enfrentarme a los retos, con menos miedos, de tener otras metas que antes ni siquiera contemplaba, de ampliar mis límites. En definitiva, otra mentalidad. Esto ha sido así, hasta tal punto que tras mi viaje al extranjero no descarto la posibilidad de ejercer fuera de España como optometrista. Por supuesto es más complicado, dado que nuestro título no es válido en determinados países, pero es posible. De hecho, tenemos varios compañeros trabajando fuera, a muchos de los cuales suelo entrevistar en el blog. No sé si lo haré algún día porque nunca se sabe lo que pasará, pero al menos ahora lo pienso seriamente, y esa es la diferencia.
De Estados Unidos echaré de menos el Jazz en los bares, nunca se me olvidarán esas copas de whisky en los rascacielos, con una banda de Jazz tocando en directo, o de Blues en Chicago. La música es de lo mejor que tiene este país. Eso sí, para un español tener que enseñar el pasaporte para beber, tengas la edad que tengas, es algo que no hay adjetivos para describir. También echaré de menos las largas caminatas por las ciudades, entre los enormes rascacielos y avenidas que llevas toda la vida viendo en películas, a la gente que conocí (aunque ya dos amigos han venido a España), los “road trips” conduciendo por esas interminables carreteras americanas, el hablar inglés durante todo el día, mi barrio de Boston, el color del otoño… Espero volver de nuevo, seguro que sí.
Para ir acabando esta primera parte, puedo decir que este ha sido un año de cambios, y a mejor. Bien es cierto que ahora mismo estoy en desventaja en cuanto a conocimientos con respecto a otros compañeros que optaron por empezar a estudiar algún Máster, pero no tendría sentido haber hecho algo en lo que no iba a poner entusiasmo e ilusión. Nuestra carrera siempre requerirá formación y experiencia, esto es una de nuestras mejores armas y estoy seguro que la iremos adquiriendo a medida que nos hagamos un hueco en la profesión. A la pregunta de, ¿qué es mejor hacer al acabar la Universidad? diría que no hay ninguna opción mejor que otra, esto depende íntegramente de la persona, pero esto es algo que no entiende mucha gente. Yo soy yo y mi circunstancia, decía el gran Ortega y Gasset. Es por ello por lo que hay que saber a quién escuchar, y que consejos tomar y cuáles no. Personalmente, va en mi naturaleza el ser un inconformista de lo típico, como suelo decir a veces, toda mi vida he notado que tendía a hacer cosas que no hacía la mayoría, de tener algunas inquietudes, ideas, o sencillamente formas de pensar que siempre me ha costado mucho encontrar en amigos o gente cercana. Salirse a veces de ese camino establecido que parece que tenemos que seguir. Es una virtud que espero no perder nunca.
Mi contacto con la optometría americana
Aparte de todo lo anterior, la otra parte esencial del viaje era tener algún contacto con la optometría norteamericana, por mínimo que fuese. Para mí el inglés era lo prioritario, pero estando en los Estados Unidos decidí aprovechar para investigar más sobre cómo era la optometría allí, visitar algunas Escuelas de Optometría, asistir a alguna conferencia o jornadas y conocer a estudiantes de optometría. Soy un tío tan inquieto que desde hace un tiempo me llama mucho la atención la situación de la optometría fuera de España, y esto es algo que cualquiera que siga mi página asiduamente lo habrá notado. Desde que empecé con el blog le he dado especial importancia a la parte de las relaciones sociales, en gran parte porque es algo que va en mi personalidad, y gracias a ello, y también echándole un poco de cara, he podido mantener contacto con varios estudiantes de optometría de otros países, habiendo podido conocer finalmente a algunos de ellos en persona cuando estuve en EEUU, tanto en Boston como en Philadelphia. Internet bien usado es muy útil, y ofrece este tipo de posibilidades que años atrás hubieran sido bastante más difíciles de tener.
Tuve el placer de conocer, en Boston, a dos estudiantes de optometría de la New England College of Optometry (NECO). Con una de ellas, Thu N. una chica de Florida pero de origen vietnamita, estuve hablando varios meses antes de ir y en todo momento se ofreció para enseñarme su Escuela si finalmente iba a Boston, un gesto de compañerismo que es de agradecer. Pude conocerla un día que quedamos para comer, ella vino con otra compañera de clase, y estuvimos hablando durante varias horas de todo un poco, incluso les enseñé algunas palabras clave en español para la práctica diaria en el gabinete. De optometría también hablamos claro está, lo que más ¡Tenía que aprovechar para saciar mi curiosidad! Fue aquí cuando tuve alguna pequeña discusión y alguna “mala cara”, mezcla de incredulidad e indignación al contarles que en España, el mismo profesional que está en el gabinete monta y vende también las gafas o el dispositivo que el paciente necesite. Les chocó eso, y no porque pensaran que por hacerlo fuéramos “menos profesionales” si no porque sencillamente, no es su trabajo allí. Peor fue la cara que pusieron cuando tuve que admitir que en España la mayoría de las veces no cobramos el examen optométrico. Menos mal que en todo momento fueron muy amables conmigo y le quité hierro al asunto, pero desde luego, entiendo que era para indignarse. Sinceramente, ese “mal trago” me hizo reflexionar. Ambas cosas allí son impensables, al igual que lo es en otros países cercanos a España, como Irlanda, Reino Unido o Noruega, por citar los casos que más conozco. A raíz de esto, es inevitable plantearse el debate de si en España la venta y montaje la debería realizar siempre otro profesional, preparado para ello, quedando el óptico-optometrista exclusivamente dedicado a la “parte clínica”. Este es un debate no exento de cierta polémica y con opiniones muy variadas, quizá debido a las amplias posibilidades y competencias laborales que engloba nuestro título en España. También el tema de cobrar o no los honorarios profesionales merece especial atención. Te animo a usar los comentarios para compartir tu opinión sobre estos temas.
Los meses antes del viaje me llevó un tiempo encontrar alguna actividad no muy cara para poder hacer en alguna Escuela de Optometría de los Estados Unidos, aunque tuve la ayuda de varios estudiantes de optometría, que eso facilitó las cosas. Decir también que en todo momento desde la dirección de NECO me atendieron y resolvieron todas las dudas que preguntaba vía email. Finalmente decidí inscribirme en uno de los “Sunday Seminars” que se organizan de vez en cuando en NECO, en Boston, algunos domingos de cada mes. Fue en Noviembre, y era un evento ya para ‘optometrists’, no para estudiantes, así que allí me planté yo sin dudarlo, solo ante el peligro. Las conferencias de ese día eran sobre Baja Visión, y en ellas participaron optometristas y profesores de la propia Escuela y hasta un oftalmólogo que habló sobre retinosis pigmentaria. Se trató el tema de la Baja Visión desde un punto de vista básico (incidencia, causas más comunes…), selección de pacientes más idóneos y procedimientos. Se incidió mucho en aplicaciones para smartphones y también hablaron de algunas técnicas nuevas, como los chips implantados en la retina. La parte final fue muy interesante y entretenida, y para mí novedosa ya que no había visto nada igual. Consistió en testimonios de pacientes reales con diversas patologías oculares graves que conducían con dispositivos para Baja Visión, porque en los Estados Unidos muchos Estados permiten conducir con telescopios. Desconocía esto totalmente, y me sorprendió mucho, ya que hacían una vida perfectamente normal.
Certificado de asistencia en New England College of Optometry (Boston)
No me fue mal allí. Ya al llegar, durante el desayuno, pude hablar con una optometrista que se sentó en mi misma mesa, y más tarde, en el almuerzo, un optometrista de Chicago ya mayor, a punto de jubilarse, empezó a contarme batallitas de la optometría americana y de cómo había cambiado todos estos años, poniendo todo mi esfuerzo en entender su fuerte acento americano. Estaba acompañado por su hija, también optometrista. Yo salí de aquella Escuela ese día con una satisfacción personal enorme. Para mí fue un logro, por poder entablar, pocos meses después de conseguir mi título, una conversación con optometristas veteranos de otros países y en otro idioma distinto al mío, ver tan mítica Escuela por dentro, que es preciosa por cierto, y participar en unas Jornadas en las que entendía la mayor parte de la charla en inglés.
New England College of Optometry, nevada
La otra Escuela de Optometría que visité fue la de Philadelphia, el Pennsylvania College of Optometry (PCO), otra de las más famosas y antiguas. Allí estudia Kassandra M. una estudiante de optometría a la que le encanta su carrera, con la que aún mantengo el contacto y que no dudó en quedar conmigo y hasta ofrecerme un tour por el interior de su Escuela. ¡Vaya lujo! Lo que yo os diga, son geniales estos americanos. Pude ver las clases, las principales salas donde hacen las prácticas y los gabinetes, que fue lo que más me llamó la atención. Son al menos 50 o más gabinetes separados unos de otros por unas paredes a modo de biombos y dispuestos en forma circular todos en una enorme sala. En cuanto al equipamiento, nada que envidiar a las Universidades de España. ¡Nuestros queratómetros en Madrid eran mejores! Lo que sí tienen de diferente es que son ellos los que se compran sus propios instrumentos, o a veces se los facilita la Escuela, por ello suelen tener sus propios retinoscopios, oftalmoscopios (binoculares también, ya que pueden dilatar), y un maletín con varios tipos de lentes de Volk, las cuales siempre llevan grabadas con su nombre. Todo estudiante de optometría americano que se precie tiene este maletín.
Entrada del Pennsylvania College of Optometry
En uno de los gabinetes del Pennsylvania College of Optometry
Entre todas las Escuelas de optometría de EEUU hay un concurso anual de estudiantes para ver cual es la mejor
Maletín con lentes de Volk, para diferentes usos
Que allí la optometría es diferente es algo de lo que somos conscientes, muchos dicen que no se puede ni comparar. Yo no lo creo, hablamos de la misma ciencia, tenemos mucho en común aunque existan diferencias a la hora de ejercer. Dadas estas diferencias, el proceso para conseguir el título también es diferente, tienen más formación que la que tenemos en España, por lo que requiere más años de estudio. Me costó un tiempo enterarme bien del proceso, pero aquí va:
Los estudiantes tras acabar el “High School” con 18 años, lo que equivaldría a nuestro Bachillerato, pasan a estudiar un “Bachelor’s Degree”, durante 4 años. Este consiste, en el caso de alguien que quiera ser optometrista, en 4 años dedicados a materias de Ciencias (Science Degree), como física, matemáticas, anatomía, biología, química, etc. Es por ello que conocen perfectamente la parte física de la óptica y este es el motivo por el que en el plan de estudios de la carrera de optometría propiamente dicha no haya física ni este tipo de asignaturas. ¡Y me quejaba yo de las matemáticas y la física de primero de carrera! Tras acabarlo, a la edad de 22 años si todo ha ido bien, tienen que realizar un examen (Optometry Admission Test) en el que se evalúan los contenidos aprendidos en esos 4 años, que sería algo así como una especie de selectividad. Si pasan este examen, entrarían a la escuela de optometría, la cual son otros 4 años. Con 26 años acabarían, y ya solo les quedaría aprobar el “National Board of Examiners in Optometry”, un examen para poder ejercer en el Estado que el profesional elija. Como veis, un proceso nada fácil, y tampoco barato. La educación en EEUU es muy buena pero exageradamente cara, y lo habitual es que los estudiantes pidan prestamos (loans) que van pagando una vez que empiezan a trabajar.
Por otro lado, el día a día en la carrera de Optometría es intenso, con muchísimas prácticas y exámenes, teniendo contacto con pacientes reales ya desde el segundo curso, aunque esto depende de cada Escuela. El último curso es exclusivo para prácticas externas con pacientes reales. Les llaman “rotations” y consiste en ir rotando por diferentes estancias, de lo más variadas, ya sea en la misma ciudad o en distintos Estados del país. Es también habitual que vayan a otros países a realizar estas “rotations”. Según me comentaba un administrador de la web Optometry Students, España era uno de estos destinos. Tienen libertad para escoger. Es común también, al menos en NECO, que algunos alumnos pasen unas semanas como voluntarios en un país menos desarrollado, en su caso Belice. La implantación del Grado en España, en cierto modo, ha traído este tipo de cambios a las aulas, cosas que no eran tan habituales anteriormente: mayor participación durante el curso, trabajos, exámenes más frecuentemente, prácticas externas y 4 años de carrera. Otra cosa que yo noté es que en EEUU se estudia “más para el mundo laboral” por decirlo de alguna manera, cosa que se le critica mucho a la Universidad española en la mayoría de carreras. En España, y no sé si estaréis de acuerdo conmigo los que estáis leyendo ahora mismo, salimos de la Universidad sin saber prácticamente nada del mundo laboral, o al menos así nos sentimos muchos, lo cual hace que al principio no sepamos desenvolvernos en el puesto de trabajo, y tengamos una inseguridad que no ayuda para nada. No digo que los alumnos no tengamos ninguna culpa de ello, pero no es solo responsabilidad nuestra.
En cuanto a competencias y diferencias con España, se podría decir que la optometría norteamericana tiene un perfil marcadamente clínico, con un amplio conocimiento sobre patologías, tanto sistémicas como oculares, y farmacología. De hecho han de saber diagnosticar ciertas patologías y remitir a otro profesional cuando sea necesario, y pueden usar y prescribir una serie de fármacos, no solo midriáticos y cicloplégicos, si no también fármacos para tratar patologías, como el glaucoma. Al modo que entendemos la optometría en España, a mí personalmente hay cosas que no me parecen que entren dentro de nuestro campo, o cosas que yo no querría tener dentro de mis competencias. Por ejemplo, algunos Estados hasta pueden realizar pequeñas cirugías y usar láseres, procedimientos que estarían más cerca de la medicina que de la optometría, siempre a mi modo de entender. No son pocos los roces que tienen, y han tenido, con los oftalmólogos, roces que muchas veces acaban perjudicando al verdadero interesado y al que menos culpa tiene: el paciente.
En cuanto a los sitios donde trabajan, no difiere tanto con España, puedes encontrar optometristas en ópticas, en clínicas de optometría y oftalmología, en el Ejército, docencia e investigación y en hospitales, muchos de ellos importantes, algo que considero que es clave en una profesión sanitaria. Por estar,están hasta en las cárceles y en la NASA. Me llamó también la atención ver muchos centros dedicados a una parte concreta de la optometría, por ejemplo era habitual por el barrio donde vivía ver clínicas de contactología como la de la foto de abajo, pequeños locales en los que solo se adaptaban lentes de contacto, regentados por algún Doctor of Optometry.
En lo referente a las ópticas, son como en España, pero la principal diferencia radica en que el “optometrist” no ha de vender ni montar ninguna gafa, digamos que su terreno es el gabinete, de ahí no sale. Esto no quiere decir que no conozcan qué tipos de lentes son las más indicadas para cada paciente, como funcionan, como adaptarlas, etc, pero no es frecuente ver al optometrista en la zona de atención al público, al menos no en los centros que yo visité. Al tener más formación clínica aumentan sus competencias y su campo de acción, así como su responsabilidad, que esto es importante tenerlo en cuenta. Tienen su propio horario, que puede ser distinto del horario comercial y se suele especificar en la entrada, y, evidentemente, mejor sueldo (puede estar por encima de 100000€/año) y un alto reconocimiento por parte de la sociedad. También es cierto que trabajan muchísimo. He escuchado de americanos decir que viven para trabajar en vez de trabajar para vivir. Por ejemplo, tienen por ley la mitad de días de vacaciones que la mayoría de países europeos.
De todas formas, y para terminar, no debemos caer en el error habitual que tenemos los españoles a infravalorarnos constantemente ante lo que hacen en otros países, comparándonos sin saber. En todos lados cuecen habas, pero sí que es cierto que creo que es inteligente el tener interés en conocer y hablar de cómo lo hacen otros países, como he hecho yo aquí, especialmente en nuestro campo, con la intención de adaptar en España lo que consideremos que ellos hacen bien, al menos yo lo veo así. ¿Utópico? No si otros han podido conseguirlo, más aún en un país como España, que constantemente está importando costumbres, negocios, y modos de vida de otros países. El tiempo y los profesionales lo decidiremos.
Si has conseguido leer el post entero, y encima te ha gustado y no te ha parecido pesado, me alegro por partida doble. Espero que esto sirva además para los nuevos graduados o los que están estudiando aún, ya que siempre es bueno escuchar a otros que están o han pasado por la misma situación. Tenemos una carrera y una profesión con potencial, aunque desconocida, que tiene mucho que ofrecer a la sociedad y con muchas opciones, tanto en España como en el extranjero, que muchas veces ni nosotros mismos conocemos. Esperemos que las cosas sigan mejorando.
Gracias por vuestro interés, como siempre.
*Nota: puedo estar equivocado en alguna información, ya que yo no vivo en EEUU. Esto fue lo que pude ver y averiguar por mí mismo tras mi estancia allí y durante este tiempo teniendo contacto con la optometría norteamericana.