Otro año que en cuanto que comienza octubre nos vamos a Pirineos en busca del otoño, estación del año que aquí en el Mediterráneo pasa de puntillas o casi que no pasa. Y volvemos a Ordesa.
Habíamos estado unos años atrás y regresamos cuando se celebra el aniversario del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, 100 años ya.
Las rutas senderistas en la zona abundan, no hace falta desplazarse muchos kilómetros, pero hay una que queremos repetir y es la Clásica Ruta de Ordesa a la Cola de Caballo.
Esta es la ruta más popular y la más transitada con diferencia. Durante la época estival no se puede acceder al aparcamiento de la Pradera de Ordesa en coche, hay que coger el autobús en Torla, pero ahora las visitas disminuyen y si que está permitido subir en vehículo particular.
La excursión está clasificada como fácil, por que aunque tiene casi 18 kilómetros de longitud, los accesos no son nada complicados, ya que la mayor parte de la ruta transcurre por un amplio sendero que va ascendiendo poco a poco y, únicamente, cuando se llega a las Gradas de Soaso hay unas piedras a modo de escalones, por lo que basta con ir prestando atención a dónde pisamos y, si lo preferimos, coger unos bastones de trekking que nos facilitarán la ruta.
A nosotros nos llevó recorrerla unas 6 horas, por supuesto desviándonos a contemplar las diferentes cascadas, parando a inmortalizar las increíbles vistas y descansando un buen rato junto a la Cola de Caballo, pero el ritmo lo impone cada uno dependiendo de lo que le apetezca hacer en cada momento y de su condición física.
Tomamos el sendero que parte de la Pradera de Ordesa justo donde habíamos aparcado. Es una de las rutas mejor marcadas que conozco, imposible perderse, por lo que no es necesario llevar ningún tipo de mapa.
Enseguida nos veremos atrapados por la belleza del paisaje y de los colores con los que se van tiñendo las hojas de los árboles. Mirar hacia arriba impresiona y es que ya sea el Tozal del Mallo, el Gallinero, Cotatuero o simplemente las magníficas fajas que los bordean, son vistas realmente grandiosas.
No hemos recorrido ni un kilómetro cuando nos encontramos una imagen de la Virgen del Pilar y justo detrás unas indicaciones donde se divide el camino. A la derecha es la senda que a través de la Faja de los Cazadores conduce a la Cola de Caballo, ruta que dejamos para una próxima visita a Ordesa. La ruta de la izquierda nos lleva a la Cascada de Cotatuero y una vez allí se puede seguir por la Faja de Racún, o por la de las Flores si somos experimentados montañeros, hacia la Pradera de Ordesa, o por la Faja de Canarellos que a través del Bosque de Hayas vuelve a desembocar a la altura de la Cascada del Estrecho. Esta ruta la dejamos para otro día y ya os hablaré de ella.
Hoy tenemos decidido hacer la ruta clásica de Ordesa por lo que seguimos recto por el camino.
El camino se introduce por un bosque de pinos y abetos, donde poco a poco las hayas comienzan a aparecer hasta que casi que se adueñan del bosque. Vamos ascendiendo toda la ruta y la primera parada la hacemos para contemplar la Cascada de Arripas.
Continuamos el ascenso sin dejar de escuchar el ruido del agua y resguardados del sol por la frondosidad del bosque. Al poco nos desviamos hacia la derecha para ver los saltos de agua de la Cascada de la Cueva y la Cascada del Estrecho. Hay varios miradores desde el camino desde donde se pueden contemplar pero nada como acercarnos a los miradores de abajo y contemplar el salto y el color de las aguas, resulta espectacular.
Recomiendo que nos desviemos a contemplarlas a la subida, por que a la vuelta suele ocurrir que bajamos ya algo cansados y nos saltamos recorrer estos desvíos para visitarlas.
Ahora ya proseguimos adentrándonos en el Bosque de Hayas. Todavía no ha cambiado el color de las hojas, en dos semanas lo habrá hecho y habrá cubierto el camino por una alfombra de hojas de colores.
En una de las curvas vemos una indicación que nos invita a dirigirnos al Circo y a la Cascada de Cotatuero por la Faja de Canarellos, pero hoy seguimos por la senda principal.
Tras un buen rato al abrigo de las hayas, donde llegamos a ver alguna ardilla escurridiza y algún que otro pino quemado por algún rayo, el bosque comienza a clarear, las murallas del cañon se vuelven a contemplar imponentes y la amplia pista se convierte en sendero, claro aviso de que estamos llegando a las Gradas de Soaso.
Las Gradas de Soaso son unos espectaculares saltos de agua formados en la piedra calcárea que aunque no son muy altos, son muchos y ofrecen una imagen bellísima del lugar, a pesar de que el caudal del río Arazas en esta época no es demasiado grande.
Superado este tramo de piedras a modo de escalones, se abre ante nosotros el grandioso circo de Soaso dominado al fondo por los picos que se conocen como las tres Marías o las tres Sorores.
La dificultad del camino ha terminado, el sendero ahora va por la hierba, y puede que hasta lo tengamos que compartir con las vacas que se encuentran por allí pastando, hasta llegar a la Cascada de la Cola de Caballo.
El máximo caudal de la Cola de Caballo se puede observar a finales de la primavera o principios del verano, en otoño no es tan espectacular pero la inmensidad del paisaje merece la pena. Creo que me impresionan más las imponentes paredes que se levantan a ambos lados del cañón, sus picos, los colores de las piedras que van cambiando dependiendo de la incidencia del sol, las fajas que se abren en uno u otro lado, que el caudal de los saltos de agua.
Nos tumbamos al sol, a los pies de la Cola de Caballo, descansamos, reponemos fuerzas y todo ello sin dejar de contemplar ni un solo segundo la grandiosidad que nos rodea. Después comenzamos a bajar lentamente, sin prisas, como retrasando la vuelta, parando a contemplar una y otra vez las bellas imágenes que nos brinda la naturaleza. Vamos deshaciendo el camino que habíamos hecho hasta llegar a la Pradera de Ordesa, pero intentando disfrutar al máximo y que tanta belleza, aunque sea a modo de recuerdo se venga con nosotros.
- Nos alojamos en Torla, la última población antes de llegar al Parque Nacional de Ordesa, y repetimos alojamiento, el Hotel Abetos, en las afueras de la población. A menudo en mis crónicas viajeras os hablo de las ventajas de algunas cadenas hoteleras, y que aquí en Ordesa también las hay, sin embargo, en esta ocasión he vuelto al hotel en el que me alojé la primera vez. Es el hotel más reciente de Torla, las habitaciones son amplias y cómodas, con unas vistas envidiables, una construcción con mucho encanto y un servicio al cliente de lo más amable, siempre dispuestos a hacerte lo más agradable la estancia. Dispone de aparcamiento y, aunque está en las afueras de Torla, en 5 minutos podemos acercarnos paseando. Repetiré de nuevo cuando vuelva a Ordesa.
-
Restaurante El Duende: La mejor opción de restauración en Torla. Ofrecen un menú diario tanto a mediodía como para la cena con muchas opciones tanto para los primeros como para los segundos o postres. Además, tienen algún otro menú especial y una carta con sugerencias. El local es muy agradable.
- Restaurante Turieto: es el restaurante del Hotel Silken Ordesa y ofrece cada día un menú con un gran número de primeros y segundos platos a muy buena relación calidad/precio. Dispone de una amplia carta y un servicio correcto. El local es amplio, con ventanales hacia Mondarruego, aunque la estética del mismo no ha sido renovada.
- Ordesa Taxi 4x4: Excursiones en 4x4 por todo el Parque Nacional de Ordesa, imprescindible realizar la ruta por los Miradores de Ordesa.
Otros posts de esta escapada: