Foto de samer daboul en Pexels
Twitter haz tu magia. Aquel día gris de confinamiento, un día cualquiera, ni mejor ni peor que la media del confinamiento, opté por abrirme un vino que ya llevaba bastante tiempo en mi vinoteca, 7 años nada menos, y al que pensaba que le había llegado la hora. Procedo a quitar la capsula, pero al meter mi descorchador, noto como el corcho pierde su firmeza y se me deshace como arena. Pruebo a seguir hundiendo el corcho más despacio, pero cada vez pierde más y más la forma e integridad, e incluso, una parte no pequeña, se adhiere al cuello de cristal sin separarse. En una medida desesperada utilizo un aireador para intentar llegar al vino sin que pase por el corcho pegado. Imposible. Al final tuve que empujar todo hacia abajo, aunque no todo cayó ni mucho menos, y desempolvar el decantador, aunque ya tampoco pude disfrutar del vino, ya que la fragmentación lo hacía inviable e imbebible. Una pena.
Esta película de terror nos ha pasado a todos más de una vez, y algún remedio casero hemos encontrado al corcho que cae medio partido o al exceso de “madre”, pero nunca me había pasado lo de que un trozo de corcho no se separase de ninguna manera del cristal, y recurrí al Twitter, fuente de bulos y sabiduría a grandes y proporcionadas raciones.
Pregunta para sabios del vino. Cómo un corcho, igual especialmente largo, se puede quedar adherido al cuello de la botella, y no despegarse de ninguna manera? @dmanso73 @pilarcruces @elbaranda @Terroaristas @AnkabriLarpeiro @sibaritastur @Advocatus_Vini ?
— Blog Bodega Ateneo (@RafaTobarBA) April 14, 2020
El hilo tuitero que se formó fue realmente interesante, y dejo al amigo lector sacar sus propias conclusiones. Parece claro que el azúcar del vino interactuó malamente sobre el corcho, de por si no deslizante, y el frío cristal. Pero siempre es bueno, aun en medio del drama vínico, aprender algo nuevo sobre los corchos que protegen nuestros vinos, por eso lo comparto aquí con vosotros.
El vino que hoy os traigo también me dio un pequeño problema con el corcho, algo más largo de lo normal, pero nada comparable al primero. Además es un vino especial por varias razones. Fue un regalo de Natalia Ortega cuando liquidaba su Vinoteca Assemblage allá por el 2013, y siendo un 2004 de Ribera del Duero, lo guardaba como oro en paño. Una gran etapa de mi aprendizaje se produjo en aquella trastienda dentro de la vinoteca. Además, curiosamente, la bodega ya no existe tal cual era cuando el vino se elaboró, sino que ahora es parte del Grupo González Byass, nada menos. Vamos con él.
El Ortega Fournier Tinta del País 2004 está elaborado por Bodegas y Viñedos Ortega Fournier, desde Berlangas de Roa, y perteneciente a la D.O. Ribera del Duero. La bodega se encuentra enclavada en una finca de 80 hectáreas, siendo de viñedo de tempranillo 50 hectáreas de ellas, la mitad en vaso y la mitad en espaldera, con una edad media de 30 años y una altura media de 780 metros, sin olvidar que el Rio Duero pasa justo al lado del viñedo. Este tempranillo se vendimió manualmente, efectúa la maloláctica en barrica y una posterior crianza en barrica francesa nueva de 18 meses. Tuvo una producción de apenas 4700 botellas. El vino presenta un color rojo picota de capa alta, ribete más grana que atejado, lagrima densa y persistente que tinta la copa (14,5%) en poderosos lagrimones. Fruta roja madura en nariz, leve punto de lácteos, intensidad media baja, y un punto floral delicioso, con la barrica ya completamente integrada. Redondo en boca, amable, guarda la acidez tras 16 años, goloso y cremoso, manda la fruta roja madura, algún destello de fósforo, la madera se nota en el paladar, cuerpo medio, elegante y amable, con un regusto final marcado por la fruta, notas balsámicas. Puede que esté en el límite de su poderío, pero si aún guardas un botella, da cuenta de ella, e ¡invita! Glorioso.
R.
ortega fournier ribera del duero
La Carta de Vinos, Por Favor: Atlas de Las Regiones Vinícolas del Mundo
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