Revista Cine

Pasaje a la India

Publicado el 14 marzo 2013 por Vicented @Elcineesnuestro
Pasaje a la IndiaPodríamos dividir la filmografía de David Lean en dos etapas muy bien diferenciadas que tendrían su punto de inflexión con El puente sobre el río Kwai (1957). La primera se caracteriza por dramas y acercamientos puntuales a la comedia con un coste de perfil más bien bajo, mientras que en la segunda mostraría su poderío visual a través de grandes historias ubicadas en parajes exóticos respaldadas por un sobrado presupuesto, pero sin abandonar nunca el calado drámatico de los personajes, el estudio introspectivo de conciencias atormentadas como Lawrence de Arabia o Rosy Ryan que tanto abundan en su obra. Otra constante de su cine en esta segunda etapa, a la que pertecene Pasaje a la India (1984), su última película, es la censura sin concesiones a la política que el Imperio Británico ejerció sobre los territorios ocupados, sin caer en la apología nacionalista ni en la perspectiva tendenciosa para canalizar las voluntades hacia sus convicciones.
En Pasaje a la India, Lean ofrece un gran fresco de personajes perfectamente delineados, encabezados por Adele (Judy Davis), una joven de posición acomodada que viaja a la India con su futura suegra, Mrs. Moore (Peggy Ashcroft), para visitar a su prometido, un hombre al que pronto Adele verá como la representación de todo lo que detesta, los anquilosados y aburridos hábitos británicos como el polo, el crickett o la hora del té pero, sobre todo, el trato despreciativo hacia los indios y sus costumbres de quien se siente superior y exhibe orgulloso su arrogancia. Esa aversión hacia Mr. Heaslop (Nigel Havers) se agudizará cuando entra en contacto con Aziz (Victor Banerjee) y visitan las cavernas de Marabar.
La excursión es el momento en que Pasaje a la India toma un rumbo diametralmente opuesto, donde Adele se deja llevar seducida por el descubrimiento de un mundo exótico. Una escena anterior refleja a la perfección ese deseo. Adele, paseando sola en bicicleta, se topa con un templo en ruinas y contempla fascinada unas esculturas de iconografía erótica, pero huye horrorizada cuando unos monos comienzan a chillar de manera agresiva. Es entonces cuando acude a los brazos de Heaslop y se compromete con él. Este hecho es lo que cimenta que considere en sus más profundos deseos a Aziz algo más que un bello cicerone, llegando incluso a replantearse su futuro. ¿Por qué soportar toda una vida junto a un hombre al que desprecias y con el que no hay nada que compartir? ¿Por qué vivir bajo las aburridas y puritanas costumbres británicas? ¿O simplemente, por qué no tener una aventura con Aziz?.
Lean no muestra intencionadamente cuál es el desenlace de esta excursión, dejando un poso de angustia en el espectador, sin que podamos entender hasta el final  por qué Adele no aclara los hechos a pesar del conflicto que desencadena entre indios y británicos, en el que pesan más las cuestiones raciales y el honor de las naciones que los derechos de un hombre que está juzgado de antemano. Pasaje a la India es por tanto un caleidoscopio de las pasiones humanas, las contradicciones y la lucha vital entre el deseo y el miedo, enriquecida por el contexto colonial que propicia que la historia personal desate el choque cultural, y que gira en torno al personaje de Judy Davis, sustentado con la brillante compañía de James Fox y Alec Guinness, con más trasfondo del que en principio se percibe en superficie.

Pasaje a la India

July Davis es Adele

Pasaje a la India

Peggy Ashcroft es Mrs. Moore

Pasaje a la India

Victor Banerjee es Aziz

Pasaje a la India

James Fox es Mr. Fielding

Pasaje a la India

Alec Guinness es el profesor Goldbole



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