En el debate de la entrada anterior, no contento con descalificar a Carlos Alonso, Fernando Botero y Alejandro Boim (porque esa pintura "ya fue" y porque "no se puede" pintar como ellos), un intolerante y Anónimo partidario del arte contemporáneo la emprende también contra Borges y el soneto, porque según su implacable y actualísimo criterio, hoy tampoco se pueden escribir sonetos.
Como nada es más incitante que lo prohibido, acabo de escribir tres sonetos dedicados al soneto. Espero que los disfruten.
Al soneto
I
Lo acusan de no ser contemporáneo
Lo condenan con rigor y por decreto,
Se encadenan a un patético libreto
Donde todo es banal y momentáneo.
La ceguera espiritual hace invisible
Su orden, su armonía y su sentido
Y la dulce perfección de su sonido
Que toca el corazón de lo sensible.
Grato a Quevedo, Borges y Neruda,
Mixtura de intelecto y sentimiento,
Engranaje de rimado crecimiento
Que sabe del amor y de la duda;
Pura magia musical, ardiente reto,
Es la métrica dulzura del soneto.
II
Intelectual, armonioso, persuasivo,
Metafísico, romántico, intimista,
Delicado, rebelde y humanista
Sabiamente cerebral y sensitivo.
Insinuación, artificio, travesura,
Erotismo, nostalgia, sufrimiento,
Todo cabe en la luz de tu argumento
Tributario del rigor y la dulzura.
Si el amor es esclavo de la herida
Siempre su relato es indiscreto,
Pero nunca la pasión está perdida
Si hace del poema un parapeto.
Amor y muerte son el nudo de la vida
Y el centro palpitante del soneto.
III
¿Dónde nace su celeste arquitectura,
La dulzura musical que me arrebata?
¿Qué enigmática armonía se desata
En su clave de ardimiento y de finura?
¿Hay un alma sugerente y primordial,
Que diseña la precisa singladura
Y mide la extensión de una aventura
Enclavada en el espacio coloquial?
¿Qué tierna gracia expande su lectura
Sobre la pura dimensión del ideal?
¿Qué suave horizonte de ternura
Alimenta su estructura sin igual?
No conozco en este mundo un objeto
Superior a la magia del soneto.
Daniel Pérez / diciembre 2009