Después de 11 años de esperapor fin ha llegado Toy Story 3, el fin de la trilogía. Nosotros como Andy hemos crecido, ya no somos el niño o niña que vio la película con 4, 5 o 6 años. Tenemos nuestros 18, 19 y 20 y sin embargo más de uno ha ido a hacer cola para verla en el cine. La primera fue pionera en la técnica de animación por ordenador y lanzó a Pixar. La segunda supo mantener el nivel de la primera y convertirse en una digna sucesora. Y la tercera ha supuesto un broche de oro a la trilogía.
Reconozco que como he dicho en algún post, la saga Toy Story me parece sobrevalorada, las encuentro divertidas, con ritmo endiablado, simpáticas y emocionantes pero les falta algo, esa pizca mágica que a mí sí me transmitieron Up o Wall-E. Pero ante los últimos 10 minutos de la película una solo puede sonreír, sacar un kleenex y aplaudir.
En esta tercera parte, Andy tiene 17 años y está a punto de ir a la universidad. Antes de irse tiene que decidir qué hacer con lo que tiene en su habitación: si tirarlo a la basura, guardarlo en cajas en el ático o llevárselo con él en la universidad. Por un error de la madre de Andy los juguetes acabaran en una guardería donde serán agradablemente recibidos por otros juguetes, encabezados por Lotso un oso de peluche. Las cosas no salen como es debido y el idílico lugar no resulta tal, y los otros juguetes no son como parecía. Pero Buzz, Woody y compañía tendrán que resolver los problemas y volver a casa de Andy antes de que este se haya ido hacia la universidad.
Con el esquema básico de toda película, planteamiento, nudo y desenlace, Toy Story 3 nos plantea un conflicto sencillo y un largo nudo donde los protagonistas vivirán mil y una aventuras y nos harán disfrutar con acción y aventuras emocionantes. Con un gracioso guiño en español por parte de un Buzz Lightyear casi irreconocible o con un cómico encuentro entre Barbie y Ken. Solo tengo un pero al argumento que básicamente es el mismo que en la segunda película. SPOILER Mientras hablaba con una amiga llegamos a la conclusión que “siempre es el gordo bonachón el que resulta ser el malo” FIN SPOILER. Con lo que podemos tener cierta sensación de deja vú. Similitudes aparte, podemos afirmar que esta tercera entrega es superior a la segunda e incluso a la primera. Una entrega que nos trae mucha nostalgia y nos recuerda lo viejos que nos hemos hecho a la vez que despierta esa infancia/juventud que estaba dormida.
Toy Story 3 nos recuerda el niño que fuimos, nuestra inocencia y como disfrutábamos de cualquier cosa y nos lo creíamos todo. Quien no pensó que sus juguetes serían iguales que los de Andy y que cuando se diera la espalda cobrarían vidas. Joder, si incluso cuando he acabado la película me he puesto a pensar con mis juguetes favoritos…
La película así como las dos entregas anteriores vuelve a ser un canto ala amistad. La amistad entre los juguetes y la ayuda mutua, y la amistad, esa AMISTAD imperecedera, (como canta Randy Newman en You've Got a Friend in Me) eterna entre un niño y sus fieles juguetes. Además de la amistad, el film nos deja caer de forma muy sutil que has crecido, ya no eres un niño, y hay privilegios (si, privilegios como estar todo el día jugando) que tienes que perder. Has crecido y tu infancia (desgraciadamente) se ha ido con el tiempo.
Como conclusión Toy Story 3 es el cierre perfecto a una trilogía que ha marcado a una generación de niños, ahora ya podríamos llamarles jóvenes (entre los que me incluyo) y ha marcado un antes y un después en la historia de la animación, bien sea por la técnica pionera así como por las historias bien escritas y realizadas.
Todo espectador medio no le queda más remedio que agradecer, de la misma manera que Andy agradece el tiempo pasado a sus juguetes, a nosotros nos toca agradecer a todo el equipo de Pixar, ahora Disney que ha hecho posible esta trilogía. Y decirles hasta otra, y que vuelvan con un proyecto de calidad como éste.
Nota: 7’5/10