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Advertencia: este post puede llevarte un buen rato, más de cinco minutos. Es más, está escrito intencionadamente para que te lleve un buen rato. Si no dispones de ese tiempo o no quieres dedicártelo, prefiero que no lo leas y lo reserves para otro momento en que estés más tranquilo, por ejemplo, durante estos próximos días de fiesta. Gracias.
Hace unos días compartía en las redes sociales el siguiente comentario:
“Si no estás a gusto contigo mismo, si no te aceptas y amas tal y como eres, si tus necesidades e inquietudes emocionales no están cubiertas, ya puedes hacer ejercicio, llevar una buena dieta, dormir cuando toca,… Tu salud y bienestar no serán completos.”
La cuarta pata de la mesa
A pesar de que lo que suelo compartir aquí acostumbra a estar relacionado más con hábitos externos, nunca he pretendido dejar de lado lo que yo llamo “pata emocional” de la vida, imprescindible para la salud y el bienestar. Sí, ahora me explico. Digo “pata emocional” porque considero la vida como una mesa de cuatro patas:
- Alimentación.
- Actividad física.
- Relaciones sociales.
- Emociones.
Si una de las cuatro patas está descompensada, la mesa -la vida- cojea.
De hecho, ya vimos en otro post que desde hace unas décadas los científicos vienen demostrando que las emociones influyen en la asimilación de los alimentos, o cómo el sistema inmunitario queda en una situación delicada durante seis horas a través de un solo pensamiento negativo, predisponiéndonos a enfermar -palabras del Dr. Mario Alonso Puig.
Así que, ahora que llegan las vacaciones de Semana Santa, días que pueden usarse para reencontrarse, aprovecho para compartir tres ejercicios que yo mismo suelo practicar y que ayudan a que esa mesa se mantenga equilibrada. Son ejercicios que, como ocurre a nivel físico con una dominada o una sentadilla, requieren práctica y tiempo, así que no te desesperes si no salen a la primera. Persevera.
1. Afirmaciones positivas
Es un método de re-educación del pensamiento promulgado especialmente por Louise H. Hay, autora de Usted puede sanar su vida -un libro muy práctico-, así como por el Dr. Wayne Dyer o el investigador espiritual Gregg Braden.
Tal vez nunca te has parado a escucharte realmente, a percibir qué es lo que te dices automáticamente en según qué situaciones, a oír conscientemente cómo te hablas a ti mismo, y lo más probable es que, gracias a nuestra “exquisita” educación emocional basada en la autocrítica, la culpabilidad y la comparación, en muchas ocasiones no es que seas muy amable contigo mismo, repitiéndote una y otra vez “soy un desastre”, “no valgo para nada”, “todo lo malo me pasa a mí”, “esto no hay quien lo cambie”, etc.
Pues sí hay quien lo cambie, eres tú mismo, y una buena forma de empezar es, simplemente, sustituir todos esos mensajes negativos por otros más positivos, incluso sin esperar nada a cambio, sólo por amor propio.
Así que una, dos o tres veces al día -o tantas como quieras, cuantas más mejor-, mientras caminas de vuelta a casa o estando sentado tranquilo en tu sofá, centra tu atención en ti mismo y practica las afirmaciones positivas. Elige una afirmación que te haga sentir bien, la que tú quieras, por ejemplo “me acepto tal y como soy y estoy contento conmigo mismo”. Ahora, respirando tranquilo, repite la afirmación durante cinco minutos sin que ninguna otra cosa te distraiga. Puedo garantizarte que al acabar te sentirás estupendamente.
Además, si practicas este ejercicio todos los días, no sé concretamente lo que pasará, pero sí puedo asegurarte que será bueno para ti.
Puedes echarle un vistazo a este vídeo de dos minutitos para hacerte más a la idea:
2. Mindfulness
El mindfulness, o conciencia plena, es una práctica espiritual procedente del budismo actualmente estudiada y utilizada en el campo de la psicología y las psicoterapias.
El nombre lo dice todo, así que lo único que necesitas es concentrarte en el momento presente, sentirlo, vivirlo como única realidad.
El mindfulness propone infinidad de ejercicios. Una gran fuente de éstos la puedes encontrar en los numerosos libros que ha escrito el monje budista zen Thich Nhat Hanh, quien una y otra vez nos recuerda que “¿cómo puedes estar vivo si tu cuerpo está aquí y tu mente en otro lugar?”. Yo, personalmente, por lo sencillo y exageradamente simple de sus palabras, te recomiendo El milagro del mindfulness.
Entre otros muchos, el que te recomiendo hoy es de mis favoritos, ya que puedes hacerlo en cualquier momento y en cualquier lugar.
Toma cualquier acción cotidiana que suelas realizar. Por ejemplo lavar los platos, comerte una mandarina o tomarte una taza de té. Mientras estás haciendo cualquiera de esas cosas céntrate en ellas y di mentalmente lo que estás haciendo, en gerundio: “estoy lavando los platos”, “estoy comiéndome una mandarina”, “estoy tomando una taza de té”. Además, añade “y soy plenamente consciente de ello”. Después no hace falta que lo sigas repitiendo como en las afirmaciones positivas. Simplemente sigue concentrado en la acción, respira con tranquilidad y sonríe ligeramente. Si en algún momento pierdes la atención, ahora sí repite la frase, mantén la atención, respira con tranquilidad y sonríe ligeramente.
En este discurso de no más de un minuto Thich Nhat Hanh lo resume todo…
3. Vivir aquí y ahora
Muy en línea con el mindfulness, por no decir que es casi lo mismo, aunque desde una óptica un tanto distinda, encontramos la práctica de la presencia plena, la cual tiene como principal estandarte a Eckhart Tolle, autor de El poder del ahora.
Según Tolle y algo en lo que estoy totalmente de acuerdo, la peor adicción a la que está enganchado el hombre no es la comida, el sexo, la televisión, el deporte o la droga. Hoy día somos adictos a pensar, y debido a esta adicción nos identificamos con nuestra mente, la cual no representa ni mucho menos nuestra totalidad, aunque nosotros si que nos comprendamos así. Pruébalo, si quieres, y verás que probablemente no puedes dejar de pensar voluntariamente, en cualquier momento, y si lo intentas, inmediatamente, tu mente ya te estará hablando, razonando por qué esto o aquello, o recordándote qué tienes que hacer después, o insistiendo en que lo que intentas es una tontería, etc.
Dejar de vernos como nos muestra nuestra mente sólo es posible a través de la presencia plena, y la práctica de esta presencia se alcanza a través de la meditación.
He dejado este ejercicio para el final porque, desde mi punto de vista, es el más avanzado, al igual que el libro de Tolle, un texto que está a otro nivel y que no se comprende hasta la tercera o la cuarta vez que lo lees y siempre que hayas practicado durante algún tiempo sus consejos.
De todos modos, probablemente la meditación de Tolle no es la meditación que nos suele venir a la cabeza, aquella del Buda sentado bajo el árbol en la posición de loto.
Uno puede meditar en cualquier momento y ése es el ejercicio final que te propongo. Estés donde estés, hagas lo que hagas, obsérvalo, abrázalo, respira y sé consciente. Nada más.
Y nada más es nada más. No es como el ejercicio de mindfulness donde te decías unas palabras. Ahora ya no dices nada, ya no piensas nada. Sólo estás presente. Ves una flor, la miras y eres consciente. No es mirar la flor y pensar “oh, mira la flor, qué bonita la flor, soy consciente de la flor,…”. Es mucho más que eso. O mejor dicho, mucho menos.
Si quieres comprender lo que estoy diciendo, escucha cómo lo explica, para mí, el mejor maestro que hay en meditación, Eckhart Tolle:
Practica, practica, practica
No hay otro secreto. No puede hacerse ni comprenderse de otra manera.
Yo era un escéptico en este sentido. Empecé a leer sobre todo este tipo de prácticas hace bastante tiempo. Durante ese tiempo leí, nunca practiqué. Obviamente, no comprendí. Y no lo hice hasta que practiqué. Por eso insisto: practica, practica, practica.
El poder de la mente sobre el cuerpo es enorme, igual que el del cuerpo sobre la mente. No podemos centrarnos únicamente en comer esto o aquello o en hacer ejercicio todos los días. Cultiva las dos cosas. Aprovecha los dos poderes.
Si quieres saber más sobre el tema, te recomiendo empezar por alguno de los libros que he citado. Aquí te dejo el enlace a Amazon, por si quieres comprarlos y, de paso, hacer que ellos me den una propinilla.
¡Abrazos y feliz Semana Santa!
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