Revista Ciencia

Zoco de Astronomía: Supernovas, ecos del pasado

Por Angelrls @El_Lobo_Rayado
Artículo originariamente publicado originariamente en el suplemento el Zoco de Diario Córdoba el domingo 18 de octubre de 2009.
El 11 de noviembre de 1572 apareció una estrella nueva en la constelación de Casiopea. El famoso astrónomo danés Tycho Brahe escribiría que este astro, más brillante que el propio planeta Venus, podía llegar a divisarse a plena luz del día. Sus detalladas observaciones (realizadas a simple vista, dado que el telescopio no se usó para observar el cielo hasta que Galileo lo hizo en 1609) junto con las del astrónomo y geógrafo valenciano Jerónimo Muñoz probaron que esa estrella estaba mucho más lejos que la Luna, chocando con el dogma aristotélico asumido por la Iglesia de que los cielos eran inmutables. Jerónimo Muñoz, uno de los primeros astrónomos españoles en defender el sistema copernicano que sitúa el Sol en el centro del Sistema Solar, fue criticado, censurado y casi olvidado por ello, pese a que fue Felipe II quién le pidió publicara su investigación en un libro. La estrella nueva fue perdiendo brillo poco a poco y dejó de verse a simple vista en marzo de 1574. Nadie pudo explicar entonces lo sucedido.
Fue a mitad del siglo XX cuando los astrónomos interpretaron correctamente el suceso como una supernova, esa titánica explosión que hace reventar una estrella en un instante, haciéndola brillar más que toda una galaxia. Aunque las explosiones de supernova más conocidas son las que se producen tras el auto-colapso de estrellas masivas (con ocho o más veces la masa del Sol), otras supernovas ocurren como consecuencia de las interacciones cataclísmicas en un sistema binario cerrado. Los astrónomos bautizaron a la primera clase como supernova tipo II (auto-colapso de estrellas masivas) y a la segunda clase supernova tipo Ia1 (destrucción de una estrella enana blanca al fusionarse instantáneamente todo el material robado a una estrella gigante roja).
Zoco de Astronomía: Supernovas, ecos del pasado
Recorte de las páginas 8 y 9 del suplemento El Zoco del periódico Diario Córdoba publicado el domingo 18 de octubre de 2009. La imagen es el resto de la supernova de Tycho combinando datos en óptico (Telescopio 3.5m Calar Alto), infrarrojo (Telescopio espacial Spitzer) y rayos X (Telescopio espacial Chandra). Crédito de la imagen: Observatorio de Calar Alto.
¿De qué tipo fue la supernova de 1572? La luz de la explosión lleva la información física y química necesaria para entender el suceso, por lo que sin medidas detalladas ella los astrónomos no pueden, en principio, responder a esta pregunta. Sin embargo, existe un método muy ingenioso para conseguirlo: observar el reflejo de la luz en un objeto localizado a cierta distancia de la explosión. En otras palabras, buscar el eco de luz de la supernova. Para comprender esta técnica, recordemos que la luz se propaga en todas las direcciones de forma esférica a una velocidad finita (300 000 km/s). La luz de la supernova alcanzó la Tierra en 1572, aunque en realidad había explotado 11 000 años antes (la distancia que nos separa de este objeto es algo mayor de 11 000 años luz). Unos 435 años después de la explosión de supernova su esfera de luz chocó con una nube de polvo, que actuó como espejo. Parte de la luz fue reflejada hacia la Tierra, llegando a nosotros con 435 años de retraso. El caso es similar a cuando escuchamos un eco: recibimos una información sonora que se emitió en el pasado porque parte de la onda de sonido se refleja en algún obstáculo.
Gracias a esta técnica y usando los telescopios 2.2m y 3.5m del Observatorio de Calar Alto (Almería) y 8.2m Subaru en el Observatorio de Mauna Kea (Hawai, EE.UU.), un grupo internacional de astrofísicos pudo concretar que la estrella nueva que observaron Tycho y Jerónimo Muñoz en el siglo XVI fue del tipo Ia. La imagen muestra el resto de la supernova de 1572 combinando imágenes del telescopio 3.5 de Calar Alto y telescopios espaciales observando en infrarrojo (Spitzer) y rayos X (Chandra). Estas observaciones proporcionan nuevas ideas sobre cómo viven y mueren las estrellas y nos sirven para entender mejor qué le puede suceder a nuestro Sol en el futuro.

Volver a la Portada de Logo Paperblog