Manzanas. Jugosas, firmes, verdes, rojas, amarillas. Tentadoras, sin mayores pretenciones, económicas, reconfortantes. Frutas del saber, de la inmortalidad, de la tentación y del pecado, y - hoy en día - hasta de la tecnología... Aptas para deleitarnos en platos dulces y salados por igual. Solícitas, nos acompañan a la hora de hacer dieta, como colaciones, postre o alimentos para la vianda del colegio o el trabajo. Sanas, hasta enarbolan su propio refrán: "An apple a day keeps the doctor away" (cuya traducción es "Una manzana al día mantiene al médico lejos/alejado"). En pastelería, nos permiten jugar en innumerables opciones de tartas, tortas, bizcochuelos, rellenos y budines. Siempre con un mismo ingrediente, pero siempre con resultados variados.
Por todo esto (y mucho más), me fascina realizar preparaciones de pastelería con manzanas. Es cierto que, hasta ahora, no había publicado muchas de las tantas recetas que tengo y preparo con esta exquisita fruta (aquí pueden encontrar los Cuadrados de sidra que son deliciosos). Sin embargo, ya mismo me pongo en marcha para revertir esta situación; me dejo de dar lata y me dedico a la receta.
Con esta receta participo en el Reto de Febrero de Cocineros del Mundo en Google+ en el apartado Dulce.
Esta es una propuesta simple; les diría minimalista (si el término pudiera aplicarse a la cocina). Porque, si bien, esta receta puede admitir otras variantes con el agregado de algunas frutas y sabores, preferí que el ingrediente estrella se llevara todos los honores. Ya verán lo sencillo que es de realizar y lo exquisito que les resultará. Aquí les dejo los ingredientes.
En un bol, con batidora eléctrica, batí 2 huevos (de campo o pastoriles) junto con 150 gramos de azúcar hasta formar una crema consistente y de color claro. Entonces, incorporá en forma de hilo (y sin dejar de batir) 100 cc. de aceite neutro.
Ahora, reemplazá la batidora eléctrica por el batidor de alambre y añadí al batido anterior 190 gramos de yogur natural (sin sabor), 50 cc. de leche (descremada, en mi caso) a la que le incorporaste 2 cucharadas de un vino generoso (Oporto, Marsala...). Por último, agregá la ralladura de un limón.
Luego, con espátula, incorporá 250 gramos de harina leudante (o de pastelería), tamizada junto con una pizca de sal y 3 cucharaditas de polvo para hornear.Por último, añadí 2 manzanas chicas (yo utilicé Red Delicious, pero podés emplear las variedades verdes o rojas que prefieras), cortadas en cubitos y bañadas en jugo de limón (para evitar que se oxiden).
Verté la mezcla obtenida en un molde de budín enmantecado y enharinado. Por encima, disponé 2-3 manzanas (dependiendo de su tamaño), cortadas en finas rodajas y bañadas en jugo de limón. Espolvoreá con abundante azúcar y llevá a cocinar en un horno precalentado a 180-190° C por 50-55 minutos.
Esperá que se enfríe para desmoldarlo, evitando así que se rompa, y disfrutá de un budín sencillo de cocinar, sano, de textura suave y de sabor exquisito.Observaciones finales: Esta misma receta permite obtener una torta o bizcochuelo de manzanas hecho y derecho.
Se puede reemplazar el jugo y la ralladura de limón por su variante de naranja, obteniendo los mismos resultados. Del mismo modo, se puede añadir canela y extracto de vainilla para perfumar la receta.
Pueden sumarse a esta preparación algunas pasas de uva, nueces y arándanos. Todos ellos, juntos o por separado, harán excelente combinación con la manzana.
Cuando prueben este budín sentirán el parecido con los budines de pan (siempre, salvando las distancias, claro...). Es que al tener muy poca proporción de harina y contener aceite, yogur y huevos - además de la fruta por dentro y por encima - la textura de esta masa se asemeja mucho a las que se obtiene por cocción a baño de María, por su humedad y aireado.
Sencillo, sencillísimo. Rápido, pues en lo que más se tarda es en trozar y filetear la fruta. Sano como pocos y exquisito. ¡¿Qué más se puede pedir?!
Les deseo una excelente semana. ¡Pásenla muy bien, experimenten en la cocina y sean felices!