Te lo he dicho una y mil veces, y te lo diré mil más... Nuestro café de los viernes es una cita que me encanta. Te puedo contar con tranquilidad las cosas que me han pasado durante la semana, cosas que me inquietan, planes que voy a hacer....
Hoy vengo un tanto reflexiva, el miércoles se juntaron en mi cabeza reflexiones sobre la codicia y ejemplos de personas que, de manera sincera, se implican y apoyan iniciativas pequeñas, con el único objetivo de que las cosas hechas con cariño, de manera tradicional, con alma tengan un futuro.
Pasé la tarde de madre-taxista llevando y recogiendo niñas de un lado para otro, e iba con la radio puesta. Plantearon en una mesa de debate del programa el tema de la codicia y los tertulianos invitados argumentaban, algunos con mucha vehemencia, que el ser humano es codicioso, que siempre busca tener más dinero para poder consumir más. Y que además envidiaba a las personas ricas. Había otros que opinaban lo contrario, pero parecía que la opinión de que las personas buscamos tener más, a veces sin importar cómo lo conseguimos tenía más peso en la conversación.
Me quedé con ese run run en la cabeza. No te voy a negar que a mí me gustaría tener una casa un poco más grande, por ejemplo, pero no sueño con tener una mansión.
Esa misma tarde, asistí a un evento que me iba a mostrar una realidad totalmente opuesta. Makro nos había invitado a la presentación de su proyecto Alma Makro. Y salí de allí con el alma tocada. El evento era en la Fundación Olivar de Castillejo (un lugar con alma en pleno Madrid), estuve con personas que me ha regalado este mundo 2.0, que tienen un alma preciosa y que no hacen más que enriquecerte (gracias Teresa, Cristina, Silvia, Ana y Carmen). Pero lo que allí nos presentaron, realmente removió mi alma. Y vino a sacar de un plumazo aquel run run de mi cabeza sobre la codicia.
Hay personas, hay empresas, que buscan dar oportunidades a los demás. Que apoyan pequeños proyectos y se ponen en marcha para ayudar a que tengan futuro. Y lo mejor lo hacen sin esperar nada a cambio.
Eso es Alma Makro. Makro está apoyando a pequeños productores que elaboran productos alimenticios de gran calidad, de manera tradicional, con entrega, con mimo, con cariño, con alma... Y su manera de apoyarlos es comprándoles su producción y venderla en sus centros de distribución sin ganar ellos nada (el único incremento que sufre el precio respecto al precio de venta del productor es por el coste del transporte). Su objetivo es doble, asegurar un futuro a esas pequeñas empresas que tienen unos productos de muy alta calidad y poner a disposición de los restaurantes un género que de otro modo no podrían tener.
Pero la presentación no acababa ahí. Conocimos a algunas de esas personas con alma, escuchamos sus historias, la de Ángel y el Buey de Tudanco, la de Manuel y el Azafrán de Villacañas (de verdad no te pierdas estos videos).
Con Manuel pudimos charlar un rato y transmite la ilusión de un pueblo que se ha reinventado para tener un futuro.
Desde este humilde café, mis más sinceras felicitaciones a todos los implicados en este proyecto.
Y tú, que eres como ellos, que elaboras un queso especial, que tienes un aceite único, que cultivas unas frutas excepcionales, que lo haces con alma, Makro te está buscando, porque quiere que lo sigas haciendo.
Y este café no ha sido patrocinado por nadie, está escrito con el corazón y con la única intención de poner un poquito de mi alma en esta aventura.