Estuve hace mas de un año en la Ribera del Duero por asunto de negocios, tenia el proyecto de convertirme en bodeguero, ese dia en la mañana me reuni con el enologo con quien queria trabajar y tras especular sobre los diferentes matices que queria para mis vinos, fuimos probando, probando y poco a poco mi cuerpo se fue saturando de alcohol, despues de mucho converzar y de catar sus vinos me encamine a ver la bodega de mis sueños, desde que llegue me abrierón diferentes botellas y todas estaban riquisimas, las negociaciones no avanzaban de acuerdo con mis deseos, con el tire y afloje y ante la perspectiva de haber perdido el viaje me encontraba mas que achispado, fuimos entonces a comer a Valdezate y allí en un ambiente rustico, campechano, le hice los honores a un lechazo, ordenamos un vino tinto para acompañar la comida y nos trajerón el Cepa Gavilán, me acuerdo mucho por la pluma de su etiqueta y porque de alguna manera este detalle recogia el momento en mi memoria.
Hace poco Rosa Maria la niña de la foto me trajo a regalar un vino de las Españas y que mejor que abrirlo en su compañia,como realmente no recordaba nada de este vino durante mi experiencia con el lechazo, lo abri y la primera impresión fue su potencia, en nariz sus aromas de vino recien abierto subierón directo a mi cerebro y este se alegro pensando en la fiesta que vendria, con el paso de los minutos mejorabahasta que se convirtio en un hilo sedoso que bajaba por mi garganta, como cosa curiosa asi mismo como se puso de bueno, se puso de malo, tuvo un punto culminante en el medio acto, pero su desenlace fue tremulo, desinflandose por entero al final de la obra con la ultima gota.