De los creadores de la tarta rana, la dino tarta y la Peppa tarta (o sea, aquí una servidora), llega ¡la tarta pato! O tarta pollito, como mejor os venga. Para celebrar el cumpleaños del Peque (adelantado porque su cumple era en realidad unos días después) y siguiendo la tradición, quise hacerle una tarta graciosa de fondant y, como le encantan los patos, fue verla y decidirme.
Es sencilla porque no lleva muchos adornos de fondant y se “construye” de manera similar a la tarta rana, es decir, horneando dos bizcochos (cabeza y cuerpo). La diferencia está en que esta vez los horneé en moldes normales redondos y no en cuencos de cristal como la última vez.
Esta tarta también está sacada del libro Debbie Brown’s 50 easy party cakes. Aunque ya sabéis que cuando me pongo a ello, siempre varío en algo el paso a paso para que me resulte más fácil montar la tarta. Ya sabéis que sólo soy una aficionada repostera.
A ver, os cuento detalles de la tarta, aunque al final de esta entrada encontraréis el vídeo con mi paso a paso particular (y que ya también está en el canal del blog de YouTube). Lo primero es que yo quería hacer una tarta de Pocoyó, con la carita del niño del gorro azul o de Pato. Pero Papá³ me dijo que no se acordaría cuando fuera mayor, así que me convenció y la he dejado para el año que viene… si es que con tres años siguen gustándole Pocoyó y Pato… veremos…
Para el cuerpo usé dos bizcochos Devil’s food cake de El rincón de Bea (receta aquí) y el pequeño es una tarta de zanahoria y piña (receta aquí). De este último, tenía media masa congelada que había descongelado para la ocasión. ¿Cómo se hace? Pues se sigue la receta y, en vez de meter la masa en el horno, se mete en una bolsita con cierre zip (o como prefiráis, pero que quede cerrada) y al congelador. Para descongelarla y poderla usar, se saca del congelador y se pasa directamente a la nevera. Se deja ahí unas 24 horas, pasadas las cuales ya se puede hornear (quizás haga falta hornear unos minutos más de los que acostumbréis, por aquello de que la masa está fría).
El fondant amarillo lo compré en una tienda de repostería especializada, pero el naranjita de las patas y el pico es del supermercado Aldi y sabía parecido a los sugus azules. Aquí hubo quien dijo melón, piña… pero se suponía que era mandarina, jajajaja… El caso es que gustó a todo el mundo ;)
CONTRAS:
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He dicho que usé un molde redondo tradicional para hornear el bizcocho (el Devil’s food cake) porque probé a hornear el de zanahoria en un cuenco de cristal (como hice en la tarta de la rana) y no me gusta el resultado. Tarda más en hacerse y no queda uniforme. Además, cuando lo desmoldé eran las 11 de la noche y, por correr (a esas horas sólo quería sentarme en el sofá), se me rompió el bizcocho. La solución fue usar queso crema para mezclarlo con el bizcocho desmigado y poder moldearlo al gusto. Así que, si no tenéis un molde redondo (que los hay pero yo no tengo), para mí es mejor hornearlo en uno circular y después recortar el bizcocho con un cuchillo e ir dándole la forma redondeada que se necesita.
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La receta de la tarta de zanahoria, para mi gusto, tiene demasiado aceite (no lleva mantequilla). Esto, que le da esponjosidad a la tarta en sí (también se pueden hacer magdalenas), es un contra si se va a cubrir con fondant. Al hacerlo, éste se resbala un poco, así que es mejor no tocarlo demasiado.
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Cometí el error de armar antes la cabeza que el cuerpo, por lo que me salió un pato muy cabezón. Tuve que recortar la cabeza para hacerla más pequeña.
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El fondant del Aldi, aunque estaba muy bueno y era muy manejable, la verdad es que se resquebraja con más facilidad que el normal.
PROS:
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Como iba justa de tiempo, pensé en usar crema de chocolate (tipo Nocilla) para pegar el fondant al bizcocho. Ese día bajaron las temperaturas y la crema estaba muy dura. No podía untarla sin llevarme trozos del bizcocho. Lo que hice fue meter un poco de la crema en el microondas para ablandarla. Después, sólo tuve que echarla por arriba y pasarle una espátula para que llegara bien a todos lados. ¡Me encantó cómo quedó!
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Como imaginaréis, los recortes de la tarta quedaron rondando por casa unos días. No demasiados porque el Devil’s food cake está riquísimo y no me importó lo más mínimo dar buena cuenta de ellos.
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Por primera vez, no sobró nada de tarta. Fue la media exacta y estoy muy orgullosa.
La tarta gustó a todo el mundo pero, en especial, a los niños y, cómo no, al Peque. Se volvió loco con su pato y se tiró todo lo que quedaba de tarde diciendo “pato, cua cua” en su lengua de trapo. Así que me doy por satisfecha. Pero la tarta sólo fue el final de la fiesta adelantada de su cumpleaños, hubo otra sorpresa (esta vez nada culinaria) que nos dio mucho juego y nos sacó muchas risas. Pero ésa os la cuento otro día ;-)