Revista Cocina
Una de las comidas que yo odiaba de pequeña, era el hígado y mi madre lo ponía con mucha frecuencia porque decía que era muy bueno para los niños por su aporte en vitaminas y hierro, pero recuerdo, que sólamente con olor, a mi ya me producía nauseas.
Hoy en día me encanta y ahora soy yo la que le preparo el hígado a mi madre por ese aporte de vitaminas y hierro...
¡¡Los ciclos de la vida!!
Bueno, pues en esta ocasión le doy una segunda oportunidad al hígado encebollado, que ya publiqué hace mucho tiempo y que merece un "lavado de cara" :-)
Ingredientes
- 1/2 kg. de hígado
- 2 cebollas grandes
- un poco de guindilla
- una hoja de laurel
- 3 dientes de ajo
- pimienta
- unas ramas de perejil
- una cucharadita de pimentón
- 1/2 vaso de vino blanco o tinto
Preparación
- Quitar la telilla del hígado y partes blancas si las tuviera y cortar en trozos pequeños.
- Adobar con pimienta y un diente de ajo.
- Cortar las cebollas en trocitos pequeños, y freir en un buen aceite de oliva junto con la guindilla (si gusta picante) y la hoja de laurel (se puede suprimir).
- Mientras que la cebolla se va friendo, machacar en el mortero los dos dientes de ajo restantes, junto con el perejil y un puñadito de sal. Desleir en un buen vino blanco o tinto y dejar a la espera.
- Una vez que la cebolla esté dorada, añadir el hígado y rehogar un par de minutos a fuego fuerte (hasta que cambie de color).
- Agregar el pimentón y rehogar con el hígado unos segundos (el pimentón no puede estar mucho tiempo al fuego, porque se quema).
- Añadir el majado del mortero. Mezclar bien todos los ingredientes, y dejar cocer unos minutos.
Nota: Para que el hígado resulte tierno, debe freírse muy deprisa y cocer muy poco tiempo. El hígado se hace enseguida, y si se deja cocer mucho, se endurece.