Nunca se me ocurrió que se pudieran hacer huesitos en casa. Ya veis, los de toda la vida, que siempre me encantaron, y resulta que son de lo más sencillo de hacer!! Con cuatro cosas y un ratito, los tienes listos.
¿Que tienes una visita inesperada y no tienes nada a mano para ofrecerles? Pues con esta receta puedes quedar como un señor y sorprender a tus invitados. ¿Que los niños se aburren? Pues que se preparen su propia merienda en un pispás.
Bueno, pues vamos allá, sólo necesitaremos:
- barquillos de los de hacer helados de corte (los suele haber en casi todos los supermercados)
- un bote de crema de cacao
- chocolate para fundir
Comenzamos untando un barquillo con la crema de cacao. Colocamos otro barquillo encima, en plan bocadillo, y volvemos a untar. Así vamos haciendo capas hasta juntar 5 pisos de barquillo.
Ahora cortamos los bocadillitos en tiras con un cuchillo (a la mitad y otra vez a la mitad, de un barquillo te saldrían 4 uds). Hacedlo con cuidado para que no se rompan los barquillos.
Colocamos el chocolate para fundir en una tacita o cuenco. Yo prefiero hacerlo en cantidades pequeñas, aunque tenga que repetir todo el proceso varias veces. Así lo controlo mejor y evito que se me queme. Podéis utilizar un puñadito de chocolate melts, que ya vienen en gotitas, o tres o cuatro onzas de una tableta.
Fundimos el chocolate al baño maría o al microondas. Si lo hacéis al microondas, para evitar que se os queme, metedlo unos 30 segundos, revolved, y volved a meterlo otros 30 segundos.Repetid así a poquitos hasta que se funda completamente.
Lo que viene ahora estoy segura de que hay una manera limpia de hacerlo, pero yo aún no la he encontrado. Para mi desgracia, siempre termino toda entafarrada en chocolate, y no me queda más remedio que chuparme los dedos para limpiarlos. Qué dura es mi vida!!
En fin. Además de sabroso, es divertido, así que vamos con ello: colocamos los bocadillos de barquillo sobre una rejilla y ponemos un cuenco debajo, para recoger todo el chocolate sobrante. Con un poco de cariño vamos cubriendo bien nuestros huesitos por encima y por los lados.
Una vez cubiertos, los metemos a la nevera hasta que el chocolate se enfríe y endurezca un poquito. Si somos capaces de esperar, en media horita estarán listos para comer. Si nos puede la impaciencia (ya cuento con ello), nos pringaremos las manos pero el resultado será igual de rico y espectacular!!!