El próximo 11 de febrero, en el campus de la Universitat Autònoma de Barcelona (Cerdanyola del Vallès, Catalunya), tendrá lugar la celebración de una jornada de concienciación, visibilización y prevención de los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA). Lo más singular de esta iniciativa, más allá del hecho que no se haya organizado en el pasado ninguna iniciativa similar desde la propia universidad, es que ha sido concebida por y para jóvenes estudiantes. Es decir, son dos colectivos de estudiantes (el Programa de Salud de la Fundación Autónoma Solidaria y el colectivo Acció UAB) quienes han ideado y organizado la actividad, para la cual han solicitado el soporte de la Asociación Contra la Anorexia y la Bulimia (ACAB) de Catalunya, promotora de la famosa campaña #ResSer.
Leer el programa de actividades, al inicio del cual figuran los siguientes objetivos, es como una inyección directa de dopamina en la vía mesocorticolímbica:
- Visibilizar la problemática de los TCA y de las conductas alimentarias alteradas.
- Desmitificar estas cuestiones, contribuyendo a desmontar falsas creencias (por ejemplo, que el pan engorda o que los TCA no se dan en edad pediátrica).
- Hacer prevención primaria en una población de riesgo como es la población joven universitaria.
- Poner de manifiesto la predominante importancia de los factores socioculturales, como el modelo estético impuesto, en la etiopatogenia de los TCA (sin negar, obviamente, los factores biológicos subyacentes, que posibilitan sin ir más lejos la obtención de modelos animales de estas enfermedades muy útiles en investigación básica).
- Articular una crítica incisiva y razonada al modelo estético impuesto, así como una respuesta firme contra este modelo y sus consecuencias.
Entre las propuestas de actividades, una sesión de fotos con el lema “Hazte una foto queriéndote”, una pintada masiva de siluetas reales en el suelo, la construcción de una campana de Gauss con las medidas antropométricas reales de estudiantes (basada, según leo, en un artículo de una servidora: ver “La campana de Mango”, en este mismo portal), juegos para aprender y desmitificar los TCA, y una mesa llena de comida de todo tipo para socializarse y celebrar el placer del acto alimentario.
Si un grupo de jóvenes estudiantes, la mayoría sin formación superior en psicología ni en medicina, tiene las ideas tan claras y está tan desacomplejado como para exponerlas y organizar (con muy pocos recursos, todo sea dicho de paso) una intervención valiente, original y comprometida en su universidad, no entiendo cómo desde las instituciones públicas no vemos florecer más iniciativas en este sentido. Quizás ello se halle en consonancia con la tendencia, cada vez más habitual en nuestro medio, de dejar cada vez más asuntos a la entera dependencia de la desinteresada proactividad del voluntariado, mientras que empresas e instituciones se lavan las manos en cuanto a destinar recursos y contratar personal cualificado se refiere.
Sea como fuere, toda mi admiración y gratitud hacia esta juventud valiente que, contradiciendo tópicos y contrarrestando a aquélla que, por decirlo de algún modo, es menos dinámica y productiva, apuesta por la vía del peer to peer en la promoción de hábitos alimentarios saludables. Contra la imposición del modelo estético impuesto por parte de los poderes económicos y su legitimación a diario por parte de los medios de comunicación, quizá las armas más eficaces que tengamos sean la visibilización, la desmitificación, la prevención y la elaboración de un discurso crítico coherente que sea capaz de calar fondo. El boicot contra las empresas y los medios de comunicación patógenos es, a mi entender, deseable y necesario: mas tiene sólo un sentido relativo promoverlo sin hacer lo propio con la alfabetización en medios y otras iniciativas destinadas a inmunizar la población contra los mensajes que, queramos o no, les inundarán día tras día en nuestra sociedad.
¿Y qué es la alfabetización en medios? Pues, para explicarlo llanamente, es una forma de alfabetizar que consiste en hacer algo tan simple como poner a las personas, especialmente jóvenes, ante un anuncio cualquiera y explicarles que lo que ven es mentira; o está manipulado; o es sexista; o es degradante para la mujer o para el hombre en su condición de género; o es degradante para el ser humano en su condición de merecedor de dignidad y respeto; o bien, muy frecuentemente, es todo esto a la vez. Enseñarles por qué es así, qué pretenden cuando nos lo intentan vender; y qué pasaría si todo el mundo lo supiera nada más visualizar un anuncio o una noticia, si nadie hiciera caso, si algunas personas lo tomaran a broma, otras se indignaran identificando a anunciantes e informantes como la panda de bárbaros que muchas veces son… Si estas fueran las respuestas mayoritarias a los mensajes impositivos sobre la estética, ¿qué sentido tendrían dichos mensajes? Pensémoslo: una sociedad alfabetizada en medios haría, por definición, inútiles y estériles los intentos de imponer cualquier modelo estético, y más aún un modelo estético con las características del que nos intentan imponer: imposible de alcanzar, patológico y, por si fuera poco, estéticamente perturbador, alejado de la imagen sana y a mi entender bella de los cuerpos de mujeres y hombres.
El artículo Juventud comprometida apareció publicado primero en Dietistas-nutricionistas, portal de nutrición.