La efectividad con la que la macrobiótica puede curar depende de la condición y de la constitución de la persona que la quiere aplicar en su vida.
También depende del tipo de dieta con la que se empieza el proceso. “Macro” significa “grande” y a mi entender, grandes, amplias han de ser las opciones de transformación que las personas que ya la practicamos como forma de vida damos a quienes nos las piden.
Un@s tendrán la capacidad de adoptar una alimentación más estricta y simple, y otr@s habrán de efectuar un cambio de dieta y hábitos de una manera gradual. No todas las personas tenemos la misma capacidad de cambio y adaptación ni vivimos en las mismas circunstancias.
No son las mismas circunstancias las de una mujer, madre de familia, que está cambiando su propia alimentación y se topa con las diferentes necesidades de sus hij@s y pareja, que tendrá que respetar y que incluso se sentirá sola si no es respaldada como pionera del cambio en su familia hasta que l@s demás decidan o no acompañarla, que las circunstancias de un/a joven independiente que puede vaciar su despensa de tentaciones, o que las circunstancias de una persona enferma que cuenta con el apoyo de alguna amistad que la ayuda a cocinar.
Ante una opción de cambio, aunque esté aparentemente asumida, se van a manifestar resistencias físicas y mentales, se depuran memorias antiguas que salen tanto en forma de antojos por alimentos extremos como en forma de altibajos emocionales.
Es el cambio de nuestras memorias celulares que están en todos los tejidos de nuestro organismo (una gran superficie de centímetros cuadrados de millones de celulitas) y que se realiza durante años no solo a través de la alimentación sino también con trabajo personal sobre el cuerpo y la mente.
La macrobiótica debería honorar su significado “grande”, abarcar todos los aspectos de nuestro ser. Es una forma de vida en la que, habiendo predisposición, apertura y rendición, el Universo nos va aportando todas las circunstancias necesarias para evolucionar.
Soy de las que cree que el primer peldaño para esta evolución es el cuerpo físico. Por eso he encauzado mi vida en el estudio y práctica de la nutrición y del yoga. Después de éste, hay otro peldaño más elevado que es la mente, con su ámbito particular que es vasto (experiencias, creencias, emociones, inconsciente individual e inconsciente colectivo, etc…).
La escalera hacia el cielo está compuesta pues por varios peldaños que hay que escalar…
Cuando se practican una alimentación y un estilo de vida saludables y equilibrados de manera sincera, adaptados a nuestras necesidades personales y a nuestro propósito todo viene.
Se ha de ser flexible en cuanto a la adaptación de la alimentación a nuestra vida. Mi experiencia tras mis primeros siete años de macrobiótica ortodoxa es que no saber salirse sanamente de pautas y normas generales puede llevar al aislamiento y a la rigidez mental.
En la filosofía ayurvédica, se dice que “si solo se consumen alimentos sáttvicos (puros, de vibración elevada) su efecto puede convertirse en tamásico” (de vibración baja)”. Encontramos en esta sentencia uno de los 7 principios del Universo: “cuanto mayor el frente, mayor el dorso” y una de las leyes fundamentales de la transformación del Universo: “extremo yin produce yang y extremo yang produce yin”.
Encerrarse en un “ego macrobiótico” (o en etiquetarnos con nombres de doctrinas, religiones, razas, o herramientas de evolución personal) es contraproducente tanto para un@ mism@ por la rigidez que crea, como en el sentido de transmitir los grandes beneficios que este tipo de vida aporta a l@s demás ya que significaría dejar de fluir con el principio únificador y cuadricular un sistema de comprensión del Universo que es totalmente flexible y se basa en el cambio.
Sí hay un estándar en cuanto a dieta (dietas tipo, pirámide alimenticia, etc…) y a conceptos definitorios sobre el estilo de vida ideal de la macrobiótica, pero en mi opinión juzgar a las personas en función de si cumplen este estándar o no, de si comen una cosa u otra, de si siguen un maestro u otro, de si están más o menos dentro del canon macrobiotico, etc, denota incomprensión del orden del universo asi como del principio unificador y una actitud que se aleja del juicio basado en la libertad suprema. Para mi nadie es más o menos macrobiótico por tener o no nevera o tomarse o no un trocito de queso.
En mi opinión, es sabio mantener la sencillez y la apertura necesarias para interactuar con todo tipo de personas y circunstancias, y busco desarrollar esta sencillez siempre con respeto y que sienta la misma apertura y respeto por parte de l@s demás hacia mi, sabiendo que hay semillas muy fértiles y semillas que tardarán más en germinar, y que por encima de nosotr@s hay una voluntad superior que nos guia en el proceso de la vida.
Se puede empezar el camino de la macrobiótica de cualquier manera, siempre y cuando ésta sea lo que realmente necesitamos y podemos hacer honestamente y lo que el cuerpo puede asimilar, igual o más que siguiendo a rajatabla unos principios filósoficos intelectuales y estándares.
Al fin, la salud es la capacidad de adaptarnos al medio en el que vivimos y a las circunstancias que la vida nos trae, aprendiendo de nuestras experiencias y colaborando con nuestro entorno.
Y al relacionarnos con nuestro entorno, o al experimentar con cualquier herramienta para la evolución personal es positivo hacerlo con desapego.
Tal y como dice el Bhagavad Gita: “Solamente la acción es tu obligación, jamás los frutos de ella; que el fruto de la acción no sea tu objetivo, pero no debes evitar la acción misma” (BG, 2.48) o el yogasutra 1.12 de Patañjali: “la práctica y el desapego son los medios para detener los movimientos de la consciencia”: la práctica honesta y el desapego derivan en la pacificación de la mente.
Al respecto, Gandhi comenta: “no debe haber propósito egoísta tras nuestras acciones. Pero el desapego por los frutos de la acción no significa ignorarlos o desatenderlos o repudiarlos.
Estar desapegado no significa abandonar la acción porque el resultado esperado pueda no ocurrir. Al contrario, es una prueba de la fe inamovible en la seguridad de que el resultado proyectado vendrá a su debido tiempo”.
Cada cual tiene su propio proceso, un@s tardan más y otr@s menos. Tod@s venimos del mismo lugar y nos dirigimos hacia la liberación. Solo que cada indivíduo es único y ha de observar cuál es su propio destino o propósito.
Esto es algo que tenemos que entender para evitar luchas de egos, conflictos interpersonales, la competencia desleal y las emociones dañinas. En este mundo, hay un lugar para cada persona. Tod@s hemos venido aquí a algo, entonces, lo mejor es tratar de saber a qué, preguntándonos a nosotr@s mism@s y ponernos manos a la obra para hacer lo que nos toca. Y así, al menos estaremos sanando.
Es importante distinguir entre curarse y sanar
Adoptando un modo de vida que proporciona herramientas para trabajar el cuerpo, la mente y el espíritu, sanaremos aunque la curación no esté garantizada.
En el mundo de la macrobiótica hay claros ejemplos de personas que han transmitido muchos conocimientos y han abierto puertas, siendo un pilar para el crecimiento de muchas personas, padeciendo al mismo tiempo graves enfermedades, desequilibrios o dolencias, algunas de las cuales no se han curado o superado, a pesar de sus esfuerzos de auto-superación pero han incrementado su calidad de vida a través de los cambios que han hecho en su alimentación y en su estilo de vida y sirven de experiencia a las generaciones posteriores.
Por otro lado, la curación no depende solo de una dieta milagrosa y extrema sino de muchos factores físicos, mentales y espirituales, por tanto, en mi opinión un@ ha de observar qué es lo que le enferma en todos estos niveles, aprendiendo a desarrollar su propia intuición y a descodificar los mensajes de su propia alma.
Nadie nos puede curar y a la vez hay muchos caminos para llegar a un mismo destino. Somos nosotr@s mism@s quienes nos curamos o enfermamos a través de nuestras propias elecciones.
Así, acabo ya con otra sloka del Bhagavad Gita, en la que Krishna (representa la divinidad) le dice a Arjuna (representa el guerrero, el buscador espiritual): “Cualquier cosa que hagas, comas, ofrezcas en sacrificio, des en limosna o practiques austeridades, ¡Oh, hijo de Kunti! Hazlo como ofrenda a Mi…Quien ama no se pierde”. (BG, 9.27-31)
Sobre el Autor
Agnès Pérez, consultora y profesora de la Escuela Macrobiótica Ca L’Agnès.
Profesora certificada de Yoga IYENGAR®.
Contacto: [email protected].
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