Ayer estuve viendo Dreed, de la cual tengo que hacer una reseña sí o sí. Sobre todo porque he salido encantado por el tratamiento que le han dado al personaje. A años luz de lo que vimos en los noventa con Stallone como protagonista. Lo bueno de todo, aparte de sus aspectos positivos de la película, es su duración. Noventa y cinco minutos. O lo que es lo mismo poco, poquito más de hora y media. Una duración que solía ser la más popular para contar una historia. Un planteamiento, un nudo y un desenlace. De verdad que eso se puede hacer con unos escuetos noventa minutos -o incluso menos-. Pero eso no quita que dependiendo de la película dicha duración sea tan escasa que no se pueda explicar todo lo que se querría.
¿Cómo vas a contar, por ejemplo, Ben-Hur, Los Diez Mandamientos o Erase Una Vez América con esa limitación? No se puede. De ahí que nos vayamos a los 211, 219 o 225 minutos respectivamente. En la actualidad pocas son las que se van a las tres horas o más de duración. Suelen deambular entres las dos, dos horas y cuarto o dos horas y media. Y no hablemos cuando son trilogías tipo El Señor de los Anillos. Ahí puedes recortar algunas cosas, pero siempre habrá alguna edición que muestre realmente su duración original.
Lo malo, en mi opinión, es cuando se “engorda” la película. Parece como si se quisiera justificar el dinero invertido. Como si la productora -o el mismo director- dijeran “bueno, tenemos 200 millones de dólares para gastar. Que se note, que se note. Metamos efectos especiales a tutiplén, peleas y persecuciones interminables y a correr”. Ejemplo clarísimo: Transformers 3 y sus 157 minutazos intrascendentales. Ni más ni menos que 157, que se dice pronto. Como es normal, aunque amasase una ingente cantidad de dinero, la película acaba siendo una memez como un templo. Aunque eso poco importa, ya que hasta que la gallina de huevos de oro deje de darlos la saga continuará.
Así que cada vez que veo una película con una duración superior a las dos horas, me suelo asustar. Pienso de inmediato que hay demasiadas cosas que sobran, que se podrían ahorrar, que el guión no da para más pero aún así insisten en obligarnos a estar en la butaca o en el sofá de casa durante demasiados minutos. Lo odio. Odio ver que una trama no daba para más pero por los cánones establecidos quieren seguir aburriéndonos.
¿A vosotros os pasa igual o son cosas mías?