Revista Cocina
Hay dos grupos de dietistas: los que aborrecen los lácteos y los denostan hasta la extenuación, y los que aman los lácteos y no pierden oportunidad de glosar sus excelencias e imprescindibilidad en la dieta. A estas alturas debo ser el único blog de nutrición que no ha escrito su alegato sobre la leche y los lácteos, así que empezaré con un apunte personal, ya que mi relación personal con los lácteos es equivalente a mi opinión profesional sobre ellos (ni sí, ni no): odio la leche, me da verdadera angustia, arcadas, su olor me marea hasta el punto de encontrarme mal, prefiero pensar en comer algo en descomposición que en beber un dedo de leche. Es tal mi aversión que tampoco tomo leches vegetales porque se parecen demasiado en el aspecto y no me puedo abstraer. Cuando trabajaba en el hospital y aún estábamos en la cocina antigua, cada mañana y cada tarde se calentaban grandes ollas de leche para rellenar los termos que subirían a planta para servir desayunos o meriendas, yo emplataba con la mascarilla subida hasta los ojos y respirando por la boca, si en un descuido inspiraba el olor tenía que salir de la cocina para no vomitar.Sin embargo puedo comer yogur o queso, y también preparaciones que lleven leche pero esté oculta como bizcochos o incluso algo con bechamel siempre que sea una bechamel muy espesa, haya poca, tenga bastante nuez moscada y a poder ser la haya hecho yo.Pues más o menos eso resume mi opinión sobre los lácteos: ni tanto ni tan calvo. Si te gustan tómalos, y si no no los tomes (patologías e intolerancias a parte). Si nos ponemos a buscar referencias científicas resulta que las hay para todos los gustos, como suele suceder con variedad de temas en nutrición.Esto permite que los del equipo "Leche No" puedan escribir alegatos perfectamente documentados en su contra y que los del equipo "Leche Sí" puedan contraatacar del mismo modo, repaldados además por el beneplácito general de las secciones conservadoras. Para muestra dos botones, de la mano de dos grandes profesionales, ambos perfectamente argumentados y basados en evidencia y ambos criticados por el bando contrario :Leche No: artículo de Lucía Redondo en la web de Soy Como ComoLeche Sí: artículo del blog Lo que dice la Ciencia para adelgazar de L.Jiménez,más conocido en el mundo 2.0 como Centinel.Entonces ¿en qué quedamos? pues no sé. A mi me convencen partes de ambas posturas, la verdad, me da la impresión de que es más una cosa de elegir bando por motivos emocionales más que "científicos" (aunque los abanderados de cada grupo me dirán que no, que es evidente que la razón y la ciencia les asiste a ellos y no a los de enfrente).NO ME GUSTA DE LOS LÁCTEOSLa leche ;-)No me gusta su marketing, me repatean las grandes empresas lácteas con sus productos curalotodo y sus estrategias de publicidad engañosa (Danone, esto va por ti, ver comentarios de este post del pleistoceno). No me gusta como se producen los lácteos industriales. No me gusta que haya dietistas-nutricionistas, médicos, ni otros profesionales sanitarios diciendo que son imprescindibles. No lo son, eso está obsoleto y demuestra ignorancia. Que hay una importante parte de a población mundial que no los toma y ahí siguen, ¡enteraos ya!. Es especialmente sangrante bajo mi punto de vista en el caso de los D-N, ya que se les presupone una formación suficiente como para saber como sustituirlos en una dieta en lugar de aferrarse a sentencias casposas sobre su imprescindibilidad.SI ME GUSTA DE LOS LÁCTEOSLos yogures, el queso y el helado de chocolate ;-)Son un alimento versátil, barato y con un aporte nutricional interesante. No hay que olvidar que en nuestra cultura son la principal fuente de calcio, por tanto si se retiran de una dieta hay que proporcionar las estrategias para cubrir requerimientos de este mineral. Esto no es porque los lácteos sean la única buena fuente de calcio del mundo, ni porque sean tan importantes que haya que establecer una estrategia milimétrica si no se consumen. No. Es sólo porque tradicionalmente la dieta en esta parte del mundo está articulada (y ya se encarga la pulicidad de mantenerla así) de manera que los lácteos son el aporte principal de calcio y se desconoce a nivel general que otros alimentos lo contienen. Haced la prueba, preguntad a vuestra familia o amigos que os digan tres alimentos ricos en calcio que no sean lácteos, la mayoría no tendrá ni repajolera idea. En modelos alimentarios que prescinden culturalmente de los lácteos, viven tan panchos y no necesitan medir escrupulosamente su dieta para cubrir requerimientos. Nosotros, los occidentales, somos demasiado dependientes de los lácteos y eso tampoco me gusta.Creo que mi post sobre calcio y dieta vegetariana puede ser ilustrativo sobre el tema.Vosotros ¿de qué equipo sois?