¡Buenas tardes a todos! Regresamos ya en época veraniega con una receta que enamora a simple vista. Ya ha comenzado el verano de manera oficial hace unos días y le hacemos frente horneando madeleines de pistacho...parece una locura, pero en estas ocasiones, bien merece la pena madrugar para hacer deliciosas recetas que nos permitan disfrutar de una buena repostería en verano.
No es la primera vez que horneo madeleines. Recuerdo que me compré con mucha ilusión mi primer molde de estas conchas de bizcocho la primera vez que fui a París. Me llamaba mucho la atención su forma y me parecían muy chic a la vista.
¿Por qué tienen forma de concha?
Quizás alguna vez te lo hayas preguntado. Hay varias teorías la primera sobre su origen está algo más clara, pues este tipo de magdalena se creó en la región francesa de Lorena, en la prefectura de Commercy. Fue allá por el s. XVIII cuando se cuenta que la cocinera deStanislas Leczinski, duque de Lorena y antiguo rey polaco, horneó por primera vez este pastelito, durante su retiro en esta preciosa región francesa.
Se ha comentado mucho sobre la forma de concha de este bizcochito de desayuno y es que existe una versión que narra la historia de una pastelera que ideó esta forma para agasajar a los peregrinos del Camino de Santiago, pareciéndose a la cocha Xacobea. ¿Qué opináis? ¿Le encontráis más sentido ahora?
También merece especial mención la aparición de la madeleine en la obra de Marcel Proust, ya en el siglo XX, concretamente en la novela "En Busca del Tiempo Perdido" donde en la primera parte titulada "Por los caminos de Swan", hace referencia a esta delicia francesa:
"Me llevé a los labios una cucharada de té en el que había echado un trozo de madeleine. Pero en el mismo instante en que aquel trago, con las migas del bollo, tocó mi paladar, me estremecí, fija mi atención en algo extraordinario que ocurría en mi interior. Un placer delicioso me invadió, me aisló, sin noción de lo que lo causaba…Es una referencia literaria que evoca al autor recuerdos de infancia mientras la degusta, un pequeño dulce, que elaboraba su madre y que recuerda a la concha del peregrino...
El poder de los sabores unidos a la nostalgia y a la memoria es algo que me fascina. A todos nos ha sucedido alguna vez que al probar algo después de mucho tiempo, nos ha evocado recuerdos y lo más importante, los sabores que tuvimos en aquella ocasión. Para mí es algo mágico y, que como Proust, me evocan recuerdos de infancia postres como las torrijas o los pestiños que hacía con mi madre y mi abuela cuando los hago en casa con su misma receta...y aún más cuando es mi madre quién los hace.Tradición y gastronomía van de la mano y en esta ocasión, añadimos una vuelta más a la receta clásica con un ingrediente como es el pistacho. Lo encontramos en la masa y en el toque crujiente final junto al chocolate. Espero que os guste la receta tanto como a mí, ¡Pasamos a la cocina!
Ingredientes: (Para unas 18 madeleines)- 2 huevos- 90 grs. azúcar- 85 grs. harina de trigo- 50 grs. mantequilla derretida- 1 cdta. levadura en polvo- 30 grs. pasta de pistachos o pistachos molidos- 1 cdta. vainilla- chocolate de cobertura y pistachos troceados para decorar
Preparación: En primer lugar, si no tenemos pasta de pistachos, podemos molernos. Yo utilicé un molinillo de café que lo deja muy fino. No moler en exceso.
Comenzamos la receta batiendo el azúcar con los huevos barios minutos hasta que monten y añadimos la vainilla. Una vez que esté bien batido, agregamos el pistacho. Mezclamos hasta que quede una textura homogénea.
A continuación, tamizamos la harina con la levadura. Añadimos a nuestra masa, que iremos alternando con la mantequilla derretida en varios pasos. Una vez que esté todo bien integrado es el momento de engrasar nuestro molde con un poco de mantequilla fundida.
Aprovechamos la que hemos usado para la masa y pincelamos el molde de madeleines. Rellenamos a 2/3 de su capacidad. Sino, se desbordarán.
Horneamos a 180 grados unos 15-20 minutos. Retiramos cuando estén doradas. Dejamos enfriar en una rejilla.
Para la decoración, fundimos en un bol el chocolate de cobertura, con el que bañaremos las madeleines. Pasados unos minutos y cuando el chocolate comience a solidificarse, añadimos los pistachos para que agarren bien.
Dejamos reposar una hora o llevamos a la nevera para acelerar el proceso con estos calores. Conservamos en un recipiente hermético de 2 a 4 días. Bon appétit!
No sé qué habría pensado Marcel Proust de esta fusión de sabores si lo hubiera probado en su momento, pero estoy segura que al menos se habría sorprendido de la combinación de estos ingredientes. La tradición francesa unida a un fruto seco espectacular, lleno de matices y propiedades que nos encanta y que parece estar en auge en estos tiempos.
¿Y tú? te animas a hacer tus madeleines de pistacho o prefieres las clásicas o con chocolate? Déjame tu opinión en comentarios.
Volvemos pronto con más recetas de andar por casa.
¡Un abrazo!
Maribel García 🍓