Revista Cocina

Primitivo Quiles Fondillón “El Abuelo”

Por Paloma Alós @eltercerbrazo
Primitivo Quiles.Solera el abuelo.Fondillon

Solera de Fondillón “El Abuelo” – Fotografía cedida por Bodegas Primitivo Quiles

Primitivo Quiles Fondillón “El Abuelo”

Qué bonito es recordar un momento que perdura en el tiempo, una pausa que quieres que durante años vuelva y vuelva sin que nada se toque, sin que el tiempo te haga más viejo. Como un instante atrapado eternamente, que te hace recordarte tal y como eras, que te hace revivir una y otra vez el pasado.

Y aunque parece que todo permanece igual, el tiempo lo ha ido mejorando, el recuerdo ha ido transformándolo y adornándolo para que ese momento se idealice y se llene de matices. Para que evocarlo sea siempre un placentero y dulce recuerdo.

En un viaje a Monovar conocí a una persona de la que se podría escribir más de un libro. Él también es una de esas personas que formaran parte de mi historia del vino. Él es Primitivo Quiles, una catarata de historia, rebosante de vivencias, de una vida dedicada a seguir elaborando como su padre, inculcándoles a sus hijos esta vocación.

Primitivo espera en su antiguo despacho, un toc toc en la puerta me anuncia.

Aquel enorme y antiguo trozo de madera parece abrirse con ansiedad, con el deseo de escuchar de nuevo aquella voz, que sin más preámbulos, comienza a darme una clase magistral de sus vinos, del paso de la historia a lo largo de los años, con papeles, o ya pergaminos, que cuentan que sus palabras son verdad. Todo aquel que quiera saber de la uva Monastrell tiene que hablar con Primitivo Quiles.

Recuerdo esos cuatro barriles de fondillón apoyados sobre la pared de aquella casa intacta. Ese vino, ese tesoro escondido que el público no ha encontrado, ese Monastrell que es el recuerdo que no quieres que se borre, esa transformación, propia del tiempo, de convertir el vino en un tesoro.

En ese viaje estuve también con su hijo Paco, ahora llevando las riendas con su hermano. Ellos tienen al maestro en casa, y sin duda alguna, se nota. No puedo dejar pasar el divertido rato que pasamos comiéndonos una paella de caracoles y conejo, cocinada a fuego sobre una cama de sarmientos. Degustando ese riquísimo manjar hablábamos del pasado y del futuro.

Fondillón, ese vino que Alejandro Dumas eligió antes que un Oporto o un Jerez, y no andaba equivocado. Ese vino rancio oloroso que hasta el mismísimo Rey Sol pidió, antes de morir, acompañado de bizcochos.

De escasísimas botellas, concretamente en el tiraje del 2009 hay 142. Este deterioro se transforma en una delicia, con ese color caoba, de madera usada, llegando casi a naranja. Una vez abierto la uva empieza a contarte que el sol casi la quemó, que su vida en la barrica la dotó de muchos aromas como los tostados (café) y sobre todo a frutos secos (orejones, pasas, castañas deshidratadas). En boca, la sensación dulzona es como si se macerasen estos frutos secos en almíbar un largo tiempo y su acidez, tan longeva, permite repetir el trago.

Para mí, Primitivo Quiles es Don Gregorio, el profesor de “La lengua de las mariposas”, y yo el niño que tiene miedo de ir a la escuela.

Muchas veces, al ver tan lejanas a las personas que nos enseñan, les infundimos tal respeto, que los despojamos de sentimientos. Pero una vez rota esa barrera, una vez se produce el acercamiento y les entregas tu confianza, te hacen observar el mundo con los ojos de la experiencia, de la sabiduría. Te hacen imaginar momentos lejanos en el tiempo con sus historias, esas cosas que no se encuentran en los libros, esas cosas que van creando el puzle de tu vida. Son experiencias que no todo el mundo sabe apreciar, pero que a muchos como yo nos apasionan y por ello les admiramos.

Su lucha por el Fondillón es la que le hace enfrentarse con detractores y críticos, en resumen, su defensa de este vino es lo que me hace estar orgulloso de haberlo conocido.

Esta joya es ideal para todo tipo de quesos, para postres y, sobre todo, para acompañar un buen libro.

Jose Luis Llorens

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