Revista Cocina
Grabados en mi memoria, en el archivo de los recuerdos están aún las pequeñas casitas de las playas del Palo, aquellas por las que anduve con mi madre, con mis abuelos maternos, cierro los ojos y aún puedo ver aquellas barcas varadas en el rebalaje sobre los viejos maderos, las redes secándose al sol sobre las piedras y chinorros de la orilla, el olor a alquitrán y a salitre, a pescado seco, a sardinas “asás”, aún puedo oir el rumor de las olas, aspirar la mar… La pesca marcó la vida de mi abuelo, “el Bichucho” y de la familia de mi abuela “Los Rosillas”, pendientes de los vientos, del estado de la mar para sobrevivir; personas cuya vida era la mar; por la mañana, aún de “madrugá” salían de la mar los sardinales, traían las plateadas sardinas, durante el día, las barcas iban en busca de los boquerones y jurelitos y ya casi a la caída de la tarde, en busca de lo que había quedado enganchado en los trasmallos. Me contaban mis abuelos, como cuando vivían en aquellas pequeñas casitas de pescadores, blancas, encaladas, allá por los años 30, situadas en primera línea de la playa, tenían que tener dos puertas, una frente a la otra, para que cuando pegaba el mal tiempo, bien el temporal de levante o las marejales de poniente arrastraba el agua entre los callejones y atravesaran las humildes viviendas. De aquellos años, recuerdo aquella vieja historia de la familia de mi abuela, aquella que me contó de que un día con un fuerte temporal de levante, casi de madrugada, vieron un gran pez luchando con las olas, lo arrastraban, la fuerza del animal no podía con las marejales y en el mismo rebalaje pudieron recogerlo entre varios marengos: era un hermoso pez espada o como decían los “paleños” de antaño: un “abuja palá”….. Este andaluz nombre que damos en mi tierra al pez espada, aguja palá, deriva del latin: “Acus” que significa aguja y de la palabra “palatum” origen de paladar. Esta especie debe su nombre a la peculiar morfología de su rostro, que se caracteriza por una prolongación muy acusada del paladar. El pez espada habita en todos los océanos, si bien prefiere las aguas templadas del mar Mediterráneo y el mar Negro. Durante el día se encuentra a profundidades de entre 200 y 800 metros, pero cuando llega la noche sube a la superficie.La única especie existente de pez espada es el Xiphias gladius, Sin embargo, es frecuente confundir al pez espada con el pez emperador (Lavurus imperialis) porque en algunas regiones el pez espada también es conocido y se comercializa con este nombre.La pesca profesional del pez espada que habitualmente se realiza en el Mediterráneo, y más concretamente en la costa malagueña, se hace con palangre de superficie. Este arte de pesca, se considera como la pesca mas selectiva que existe, palangres con líneas cebadas que calan al atardecer y arrían al amanecer. una pesquería legal, regulada, sostenible y responsable.Y es en el mercado de Huelin, donde aún puedo ver como un gran profesional, despieza, prepara y vende con gran destreza, es en el puesto de “Salvador”. El pez espada de nuestro Mar de Alborán, ésa “aguja palá” que a pesar de su gran tamaño es uno de los animales más elegantes y veloces de la mar.Suelo prepararlo generalmente a la plancha, con su buen aceite de oliva virgen extra, con ajo laminado, perejil y un buen chorreón de limón….o con un “majaillo” con dichos ingredientes.
Pero generalmente, la parte del filete correspondiente a la ventresca, me encanta trocearla para una buena sopa, a la que le suelo añadir almejas, mejillones, gambas o como en ésta ocasión unos buenos langostinos….
¿Cómo la preparo? Ingredientes para dos personas: Trozos de pez espada, langostinos (la cantidad de langostinos y pez espada al gusto del consumidor), un “puñaito” de chicharos (guisantes frescos a ser posible), una patata mediana, media cebolla, tres dientes de ajo, un tomate triturado (sin piel ni pepitas), medio vaso de aceite de oliva virgen extra (en ésta ocasión de Periana, malagueño), sal, agua, un sobre de colorante alimentario (una carterilla del Aeroplano), una ramita de hojas de perejil y otra de hierbabuena. Los pasos a seguir: Pelar los langostinos y reservar la carne. En una cacerolita echar el aceite y pochar a fuego lento la cebolla y los ajos cortados en trozos pequeños, junto con las cabezas y la piel de los langostinos; cuando estén dorados (cuidado de que no se quemen) agregar el tomate junto con el perejil y dejar freir todo el conjunto. Pasar el refrito con un poco de agua por la minipimer. En la misma cacerolita echar agua y añadir el refrito pasado por un colador fino. Añadir las patatas cortada en rodajas y los guisantes dejándolos cocer durante unos quince minutos o hasta que la patata esté tierna. En ése momento incorporar los langostinos y los trozos de pez espada, dándoles un hervor de unos cinco minutos más o menos. Apartar del fuego y servir muy caliente, sin olvidar su ramita de hierbabuena.
¡¡ Buen provecho !! Con este post hago un homenaje a Málaga, a todos los hombres y mujeres de la mar, a los pescadores, en especial a los paleños, a mi familia a quien recuerdo mirando ésta maravilla de nuestra tierra: El cuadro, La Moraga.
No puedo describir el placer de recorrer el Museo Municipal de Málaga, éste museo situado a pie de la coracha, a los pies de La Alcazaba y quedar fascinada con un cuadro, un óleo de 3 x 3 metros, de magnifico pintor malagueño Horacio Lengo (1838 - 1890). Es una estampa típica de Málaga, la sitúa en las playas de Bellavista, a la derecha el Monte San Antón, viéndose la bahía de Málaga al fondo, La Farola (el único faro del mundo femenino), la Málaga industrial con sus chimeneas en pleno rendimiento (finales siglo XIX), la literatura costumbrista de la época no dedica un episodio concreto a esta costumbre aunque sí se cita a propósito de narraciones de fiestas populares como la de ¡A pelar la pezuña!, del día de San Antón, en las playas de la Caleta, en donde la moraga era complemento de bailes y cantes flamencos en las ventas de la playa. Y lo que más me gustó, los pescadores tirando del copo, los más “pudientes” sentados en el rebalaje, y los niños acurrucados al calor del fuego, preparando y asando sus espetos: una moraga, encima de las redes, la manta raya, la jibia, las sardinitas, los boquerones, se ven las conchas de las almejas y búsanos.Ese día pensé ¿sería alguno de esos niños mi abuelo o quizás la niña con su toquilla cubriendo su cabeza mi abuela?Así voló mi imaginación, por ello le pedí a un artista malagueño, un gran pintor, que me hiciese una copia (mucho más pequeña lógicamente) para tener y disfrutar cada día viendo tan magnifico cuadro.Este pintor que me ha hecho la copia del original, bastante más pequeño lógicamente, del gran maestro Horacio Lengo, es mi suegro…