En julio de este año 2021, se conmemorarán los ochocientos años de la colocación de la primera piedra de la Catedral de Burgos, en tiempos del Rey Fernando III de Castilla. En un año normal, la ciudad estaría abierta a los visitantes para poder contemplar la extraordinaria catedral gótica que llevó el nombre de Burgos a cualquier lugar del planeta. Pero vivimos tiempos oscuros, aunque la vacuna parece que nos liberará de esta parca muy pronto. De otras brumas oscuras que rodean al octavo centenario quizás os hable otro día, ya que esas también me apesadumbran. Hay previstos conciertos y varias actividades que volverán a colocar a Burgos donde se merece, aunque muchas de ellas se trasladarán inexorablemente unos meses en el tiempo, hasta el año 2022, para que el disfrute del pueblo sea mayor. Afortunadamente, pase lo que pase, la sombra de la Catedral seguirá cada día recordándonos nuestro legado, nuestra historia, y nuestro esperado resurgir.
Ya entrando en materia con el tema del vino, me ha parecido muy curioso que solo esta bodega del Arlanza, Bodegas Palacio de Lerma, haya querido lanzar una edición conmemorativa ante este acontecimiento realmente singular. A día de hoy nada he visto similar en alguna bodega ribereña, quizás solo haya que esperar a que se pase el año, a saber, las cosas de palacio van despacio.
El 8 Siglos 2018 está elaborado por la Bodega Palacio de Lerma, pegada a la Nacional 1 a su paso por la Villa Ducal, y pertenece por tanto a la D.O. Arlanza. Es una de las pocas bodegas del Arlanza en la que no habíamos incluido ningún vino, y esta es una buena ocasión para empezar. Su cabeza visible es Ramiro García, nieto de elaboradores de vino, su mejor embajador allá donde se prueban los vinos del Arlanza, y que ha llevado estos vinos al S. XXI. Cuenta con muy poco viñedo, apenas 2 hectáreas diseminadas entre Villalmanzo y Santa Inés, viñedo viejo de pequeños viticultores, siendo la uva predominante tempranillo, con algo de garnacha también. El vino que hoy os traigo es un tempranillo con una crianza en barrica francesa y americana de tres meses. La etiqueta tiene diferentes versiones de las vidrieras de la Catedral, así que siempre uno puede elegir la que más le guste.
Presenta un color rojo picota de capa alta, ribete cardenalicio, lágrima densa y persistente, con un voltaje de 14º. Buena nariz, fruta negra madura, moras, regaliz rojo, mentolados, marcadamente goloso, sin mucha presencia de la barrica. Entrada ligera, cacao, torrefacto, cuerpo medio, amable, con una persistencia muy discreta, con un retrogusto aún marcado por el alcohol. Taninos marcados, con una potencia en boca mucho más ligera que lo que la nariz insinúa. Un vino correcto que sin duda será un buen recuerdo para el visitante a esta tierra castellana.
R.
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