Revista Cocina
Un rico asado no tiene porque costarnos un riñón y en tiempo de crisis podemos sustituir el cordero y otras carnes que se salen de presupuesto por el codillo de cerdo, si lo mimamos un poquito y le damos tiempo y tranquilidad en el horno conseguiremos una carne deliciosa que nada tendrá que envidiar a otras más caras.
Los dejamos macerando toda la noche, incluso un día entero en un adobo repleto de aromas, azafrán en hebra, tomillo, romero, ajo, un buen vino blanco y un buen chorro de aceite de oliva virgen extra, cuando lo saquemos del horno será toda una exquisitez.
Es una receta que no quiere prisas, encender el horno y olvidarnos un poco de que nuestros codillos están dentro, dar alguna vuelta de cuando en cuando y oler y volver a oler el delicioso aroma que impregnara la casa.
Lo acompañamos de unas verduras y tendremos un plato muy completo.
El azafrán llenara la carne de un aroma y un sabor único.
Es impresionante como unos cuantos hilitos rojos pueden cambiar por completo un plato, por supuesto azafrán en hebra de Carmencita, de toda la vida.
INGREDIENTES:
Dos codillos de cerdo grandes
2 calabacines medianos
2 puerros
2 tomates
4 zanahorias
Sal
2 cucharadas de manteca de cerdo ibérico
2 cucharadas de aceite de oliva virgen extra Hojiblanca
Para el adobo:
1 litro de vino blanco de buena calidad
2 ajos machacados o 1 cucharada de pasta de ajo morado de Salsas J.R.
1 cucharadita de tomillo
1 cucharadita de romero
Unas hebras de azafrán Carmencita
2 de cucharadas de aceite de oliva virgen Hojiblanca
PROCEDAMOS:
Elaboración del adobo:
En un mortero ponemos 2 ajos troceados, o la pasta de ajo morado de Salsas J.R., (un producto muy práctico y de muy buena calidad), el tomillo, el romero y las hebras de azafrán y picamos hasta conseguir una pasta, añadimos las dos cucharadas de aceite de oliva virgen y mezclamos.
En un recipiente grande echamos el litro de vino y disolvemos en el nuestro majado.
Introducimos los codillos y tenemos en maceración toda una noche en la nevera, deben quedar cubiertos.
Al día siguiente preparamos una bandeja de horno para asados y ponemos en su fondo dos cucharadas de manteca y las dos cucharadas de aceite de oliva virgen, encima pondremos los codillos a los que les habremos puesto sal.
El horno lo tendremos a unos 170-180º grados, los marcaremos, no demasiado, unas vueltas por ambos lados para que tomen un poco de color.
Añadiremos las verduras troceadas, no las hagáis demasiado pequeñas porque van a estar un par de horas en el horno.
Los calabacines en bastones, los puerros y zanahoria en rodajas, los tomates en cuadrados pequeños y les ponemos sal.
Añadiremos un cucharon, de los de servir la sopa, de liquido del adobo y dejaremos que se vayan cocinando a unos 170º durante una hora y media, dando la vuelta a los codillos y a la verdura de vez en cuando, también añadiendo caldo del adobo cuando veamos que no tiene, esto es muy importante, porque en este caldo están todos los aromas de las hierbas y el azafrán, también porque de esta forma conseguiremos una carne muy blanda, que se deshaga en la boca.
Pasada la hora y media subiremos un poquito la temperatura del horno, 180-190º para conseguir que nos queden en los últimos 20-30 minutos unos codillos dorados pero siempre procurando que no se nos quede sin caldo.
Comprobareis que la carne está hecha si al pincharla con un tenedor se rompe con facilidad.
Una receta sencilla pero deliciosa, solo necesitamos dejar que se haga despacio en el horno y tener los codillos toda la noche, incluso todo un día sumergidos en el adobo.
Yo los hice este fin de semana, el sábado, primero hice pan y después aproveche que el horno ya estaba caliente para hacer la comida, estos codillos hermosos.