Revista Cocina
Hay recetas que son tan sencillas que casi da vergüenza contarlas, pero por lo general estas suelen ser las mas ricas y a veces las mas complicadas porque hay que tener la experiencia o conocimiento de antaño para hacerlas.
Y eso es lo que ocurre con las cortezas de jamón, mi madre era la top chef de las cortezas, le quedaban tan crujientes, enroscaditas, nada grasientas, eran increíbles.
En una ocasión intente hacerlas y fueron un rotundo fracaso, resultaron correosas, grasientas y lié tal humareda en la cocina que casi llaman a los bomberos. Pero ocurre que mis genes aragoneses afloran con frecuencia y me lanzan a conseguir lo inconseguible, así que recordé los sabios consejos de mi madre: hacerlas en abundante aceite de oliva muy caliente sin perderles ojo y dandoles vuelta con frecuencia, fui guardando las cortezas del jamón, para emular a mi querida madre, que por cierto siempre decía: ¡Están buenas verdad, pues no sabéis el calor y el humo que he tenido en la cocina!, cuanto la echo de menos....
INGREDIENTES:
Cortezas de jamón
Aceite de oliva
PREPARACIÓN:
Esta es una receta de aprovechamiento en toda regla, y la verdad es que si el jamón me gustaba, no menos las cortezas, mi madre las iba guardando según el jamón iba menguando y cuando se terminaba nos hacia estas delicias, por cierto mis preferidas eran las que le quedaba algún trocito de jamón, la verdad que todos nos peleábamos por ellas.
En una sartén pondremos abundante aceite de oliva y cuando esté bien caliente echaremos las cortezas de jamón. Cocinar a fuego alto moviendo de vez en cuando para que no se quemen, sabremos que están hechas cuando se hinchen y la grasa se haya prácticamente disuelto. Una vez fritas y frías aguantan perfectamente durante varios días, aunque no creo que queden.
El único inconveniente de esta receta es que al freírlas se hace mucho humo y que el aceite después de fritas queda muy fuerte para poder reutilizarlo en otros guisos, pero podéis usarlo para hacer jabón casero, esa será una próxima receta.
BUEN PROVECHO