Tomelloso tiene muchas cosas peculiares y las chimeneas es una de ellas. Consecuencia de las antiguas fábricas de alcohol, estas altísimas edificaciones decoran las calles tomelloseras y sirven de testimonio de la tradición alcoholera de la ciudad.
De altura pueden alcanzar los 45 metros y en las épocas de mayor actividad, llegaron a funcionar hasta cien. Su finalidad era la de dar salida al humo de las grandísimas calderas, las cuales hacían funcionar los mecanismos de destilación de las alcoholeras a través de la combustión de leña o carbón.
Son monolitos históricos, destinados a la conservación en la actualidad. Su valor patrimonial e histórico derivado de la arquitectura industrial sirve como impronta de la industrialización de Tomelloso. Hay multitud para visitar, incluso están iluminadas por la noche. Nosotros nos acercamos a la calle Domecq, pero se pueden encontrar en otras muchas, como la del Parque Urbano Martínez, la del barrio de la Chimenea, la de la calle Julián Besteiro…
El célebre escritor tomellosero Francisco García Pavón retrataba en sus obras el día a día de la ciudad y no se olvidó de las célebres chimeneas: “El caminante que se acerca a Tomelloso desde cualquier punto cardinal, comienza a verle leguas antes de pisar sus cascajales como un blanco y largo pañuelo tendido sobre la tierra parduzca y calcinada… y las delgadas chimeneas de las fábricas de alcohol, que deslían con mansedumbre de humo lento y rozagante, que repta unos momentos hacia el cielo, para enseguida, en invisibles vedijas, fundirse con el tono azul del cielo de la Mancha.”
Historia de Tomelloso. Francisco García Pavón