Se hace duro arrancar el año con un sacrílegos, pero no sería honesto no escribir y describir lo que me aconteció en mi primera comida de este recién estrenado ciclo anual ; las fiestas saturnales ya hacían estragos serios en mi animo y estomago, por tanto decidimos buscar un restaurante para comer en Año Nuevo ; tras varias llamadas a restaurantes en Burgos y cercanías, la nota general era el cierre o el lleno , así que probé suerte en la zona ribereña, y logré reserva, con su cordero lechal , en un afamado restaurante sobre el Duero.
La mañana era luminosa y el viaje se prometía tranquilo y apacible, ya que como dicen U2 en su canción New Year’s Day “all is quiet on New year’s day…a world in white is on the way..” y así fue ; la sinuosa carretera me permitía ver las viñas desnudas, en letargo, tomando fuerzas para su próxima explosión primaveral .
Era la segunda vez que iba a este restaurante, pero la primera desde su apertura oficial, ya que anteriormente lo había visto en estructura . Su situación es privilegiada y permite divisar , a vista de halcón , gran parte de la ribera del Río Duero; una vez asentados, pude verificar como algunos fallos de protocolo se habían arrastrado de un local anterior, y la carta no existía mas que cantada por la camarera ; los menús se cantan, lo puedo entender por su variabilidad, pero siempre a uno le gusta curiosear la carta, aunque la decisión esté tomada de antemano; no creo ser por ello un bicho raro, o un excéntrico.
protocolo…
Igual me pasó con la carta de vinos, siendo yo mismo al final quien optó por pedir un vino local en concreto que si estaba disponible en la cava, y del que hablaré en una próxima entrada . El lugar es ciertamente bonito, así como los tres asadores de leña que lo presiden y que, como una maldición , estaban apagados. ¿ y cómo se hace cordero asado sin horno de leña? Pues mal, claro. De repente todo se nubló y una amarga sensación, similar a un mal verdejo del 2013 , recorría mi columna vertebral, cual sacudida del rayo del crónida Zeus ; si a eso le unimos que al no haber carta no conoces el precio, pues el desastre parece inevitable ; para acabar de rematarme la pieza del cordero era algo más pequeña de lo habitual.
un asado poco hecho
No fue ni de lejos la mejor comida que he probado allí, ni el asado, probablemente recalentado, ni el pescado estaban a la altura ni del precio ni del lugar, y como descabello , al maestro asador ese día no estaba en el restaurante.
Fue una gran decepción, sin duda en una situación así es mejor cerrar el día uno de enero que abrir bajo mínimos, ya que en mi caso, el dolor de la comida, del pago y del viaje de vuelta puede hacer que tarde muchos años en volver a comer allí, lugar sagrado en tiempos, en el que he disfrutado de grandes comidas y mejores momentos entre amigos.
Cómo buen cura párroco, cuento el pecado mas no el pecador , ya que en esta ocasión me jacto de su amistad, pero a veces, donde hay confianza…
R.
Blog Bodega Ateneo