Esta mañana de lunes, como cada día desde hace ya muchos meses, por culpa del proceso independentista, suelo entrar a ojear La Vanguardia, para conocer el pulso de la revuelta. Y esta noticia se clavó en mis pupilas insomnes: Macron no quiere Ley Seca. El Presidente francés tomaba claramente partido en favor de sus productores de vino, frente a lo que se ha bautizado como Dry January en la Pérfida Albión o Le défi de Janvier en la vecina Francia. El nombre asusta. Sus intenciones aún más. Juzgad vosotros.
Foto de The TimesEl presidente se confiesa un bebedor habitual y afirma que una comida sin vino “es un poco triste”
Fuente La Vanguardia
“Desde que llegó al poder, el presidente de la República ya dijo en el Salón de la Agricultura (una feria anual de gran relevancia), que él bebía al mediodía y por la noche, que no había que fastidiar a los franceses”
Mickaël Naassila, presidente de la Sociedad Francesa de Alcoholismo (SFA)
Fuente La Vanguardia
El Dry January consiste básicamente en el reto de no beber alcohol durante todo el mes de enero, buscando una recuperación física y mental de los excesos navideños, e inculcando las bondades (obvias) de una reducción en el consumo de alcohol (siempre con moderación). Como buena moda moderna arrancó en 2014, aunque parece que su origen puede encontrarse en el Sober January de 1942. Los mayores impulsores son las asociaciones que buscan evitar el alcoholismo, pero como en toda moda pasajera, la radicalización influencer ha llegado, y por tanto las falsas creencias campan a sus anchas. Según un dato que no puedo comprobar, el primer año de la campaña, más de 17000 británicos dejaron de beber en Reino Unido, y un pequeño porcentaje de ellos declararon que abandonaron posteriormente episodios de borrachera salvaje, aunque el dato no me parece científico, y lo pongo solo como reflejo del posible éxito de la iniciativa.
Una pequeña búsqueda por webs en castellano nos habla de interesantes teorías y algunas certezas obvias (dejar de beber alcohol ayuda a nuestro hígado, evita que parezcamos borrachos y por tanto menos agradables a los sentidos, etc) , mezcladas con creencias interesadas (mejor aspecto al no beber alcohol, ahorro económico, incluso más tiempo para conocer gente ¿?¿?, etc).Que el alcohol no es bueno para la salud, lo sabemos todos, como lo es abusar de la comida en las fiestas navideñas, pero esto se arregla con gimnasio y dietas (?).También muchas cosas de las que haces ahora mismo mientras lees esto tampoco son sanas ¿verdad?
En mi caso particular, los eventos de finales de diciembre y comienzos de enero no suponen un mayor aumento del consumo de alcohol, aunque sí una sangría en mi vinoteca, y es cierto que, hasta mediados de enero, me alejo un poco del líquido elemento tintado. Eso no implica que me sienta con la necesidad de dejar de tomar un vino como si fuese un borracho adolescente briton en Magaluf, en atención a mi conciencia healthy.
Vivimos tiempos en los que la moral arremete contra la libertad como solo hace décadas conocieron nuestros padres, y la resistencia a ese puritanismo, a esa Santa Inquisición, incluso en temas gastronómicos, nos ayuda a no quedar encadenados en modas sin sentido, adorando a dioses paganos o al terraplanismo imperante. Yo , como Macron, me declaro rebelde al Dry January.
R.
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