Revista Cocina
El pasado sábado, a Manu y a mí nos entró el gusanillo de salir por ahí de excursión. Como la provincia de Salamanca ya la tenemos muy vista, decidimos ir a un pueblecito abandonado en el que yo había estado una vez fugazmente: Granadilla.
Granadilla es uno de esos pueblos en los que ya no vive nadie y que se han convertido en auténticos museos de la historia más pintoresca de España. Está situado en la provincia de Cáceres y ofrece un paisaje precioso en un entorno muy cuidado. Pese a la imagen que podáis tener de "pueblo abandonado", Granadilla no podría ser más bonito. Está reconstruido con mucho esmero y en cada rincón hay algo que te llama la atención.
Lo primero que hicimos fue dar una vuelta por sus calles para disfrutar del encanto de sus coloridas casitas. Aunque sí que había gente, nos sentimos como si fuéramos los únicos visitantes del lugar en muchos momentos.
Para la escapada elegí una de mis camisas favoritas. Es blanca con un pequeño bordado de flores en el pecho y tiene la ventaja de que se pueden recoger sus mangas si hace calor. Y lo hizo. Por la comodidad, llevé mis jeans favoritos y mi sombrero nuevo. Todo ello lo acompañé con mi bolso rosa y mis sandalias nude.
Fue a partir de ese momento en el que decidí cambiarme el calzado. El pueblo está completamente empedrado y había caminos de tierra que explorar. Por suerte, me había metido en el bolso mis sneakers por si acaso.
Después de dar una vuelta, subimos a la torre del pequeño castillo. Las vistas son alucinantes porque Granadilla está situado como en una especie de isla y está rodeado por un gran lago. Mirases por donde mirases, veías agua.
Para disfrutar mejor del lugar, hay un camino de piedra, como en una muralla, que rodea todo el pueblo. Lo pasamos genial viendo todo desde las alturas, incluso los lugares por donde no se puede acceder a ras de suelo. Así se puede ver a una familia de toros, gallinas, huertos y muuuchos campos de flores.
Después de la vuelta estábamos muertos de hambre, así que regresamos al coche a por nuestra comida. Habíamos preparado un picnic con todo lo necesario. Nos instalamos en una de las mesas de merendero que hay a las afueras del pueblo y fue uno de los momentos más relajantes que tuve en la semana.
Después de comer, decidimos seguir explorando la zona y fuimos por una pasarela de madera que lleva hasta la orilla del lago. El caminito es precioso, aunque tuve un incidente con una pequeña culebra. Sí, bueno, la pisé sin querer y casi me da algo. Por suerte, llevaba su comida en la boca, así que creo que fue la razón por la que me libré de su venganza.
Estuvimos tirando algunas piedras al lago (obviamente) y divirtiéndonos entre las rocas antes de emprender el regreso a casa. No nos quedamos mucho porque Manu quería asistir a un partido de fútbol para hacer fotos, pero lo que estuvimos fue genial.
Recomiendo la visita a todo el mundo, especialmente aquellos a los que os guste descubrir nuevos lugares con encanto. Granadilla es uno de esos sitios a los que siempre quieres volver.
Fotos hechas por Manuel Laya
Camisa / Button-down shirt: tienda local / local storeJeans: New Look PetiteSombrero / Hat: El Corte InglésSneakers: ConverseSandalias / Sandals: Anna Field (Similar)Bolso / Purse: Paco Martínez (old)