La verdad es que tengo la vena musical muy a flor de piel, es lo que el otoño trae. Hace nada traía aquí a los Dover, o hoy cambio mucho de tercio para dar un pequeño homenaje a la gran Montserrat Caballé, recientemente fallecida. Mi mayor recuerdo es una pieza para un disco benéfico de Vangelis , publicado en 1995 llamado Foros Timis Ston Greco . En aquellos tiempos no había mp3 , y este fanático tuvo que esperar para hacerse con una copia pirateada de cassette, procedente de un amigo cántabro, ya que sólo había 3000 copias a un precio muy elevado. Cuando el cartero trajo el cassette, la lluvia en la calle no me impidió meterla en mi walkman, ajustarme mis cascos y escuchar el disco mientras caminaba por un parque cercano.
El disco era fantástico, pero en su Movimiento 4, la voz de Montserrat Caballé emergía de una manera casi divina, irreal, onírica , elevando la música del griego a nivel de obra maestra. Aún hoy ese recuerdo, en el que mis lágrimas se fundieron con la lluvia fresca de otoño, hacen que para mi la diva , siempre quede en un gran lugar de mi alma.
Es una quimera, una idealización de un imposible, pero quizá, en los mitológicos campos elíseos, ahora mismo mientras lees esto, amigo lector, Callas y Caballé, con Mercury en medio, ponen a prueba sus voces en un coro sin fin, casi puedo oirlo si cierro los ojos . Brindo por los afortunados que aún pueden emocionarse con la música, con este vino del Arlanza palentino , que como los grandes divos, no deja indiferente.





