Creo que lo que más me gusta de hacer recetas con pasta, es esa maravillosa capacidad para "empaparse" (literalmente) de los ingredientes y reflejar la calidad de un producto. Siempre, claro está, que controles un par de aspectos claves para hacer de un sencillo plato de pasta, un lujo en tu mesa.
Por Capitán Rábano
Le tenía ganas a esta receta, la había visto muchas veces y me atraían varios aspectos, en primer lugar el hecho de que me gusta más la pasta larga que la corta y de entre la larga, me gusta más la plana por esa capacidad superlativa de impregnarse de las salsas que utilices. En segundo lugar, he de decir que me parecía maravilloso que tuviera tan pocos ingredientes, algo que suele significar que hay que primar la excelencia del producto y finalmente porque me parece una receta paradigmática, una gran representante de esa escuela de la cocina tradicional en la que el producto hay que tocarlo lo menos posible.
Dicha la entradilla pedante, lo cierto es que es una receta extremadamente sencilla y el único pero viene condicionado por el precio de la materia prima, el carabinero. ¿Puedes sustituirlo por otro producto?, ¡no!, no puedes. Bueno sí, pero entonces será otra cosa muy diferente. Otro tema es ya entrar en el tipo de carabinero, que los hay de muchos tamaños y ahí si que quizá se pueda jugar con el margen presupuestario.
En este caso yo los he utilizado de los grandes (muy grandes), ¡será por dinero!, ¡qué si!, ¡qué un día es un día!.
Ingredientes:
- Un carabinero descomunal por comensal, dos si son medianos y más si son canijos.
- Fettuccine (venga, 100 g. por persona, ¡qué siga la fiesta!).
- Jengibre rallado (al gusto, pero no te pases).
- Un chile rojo.
- Estragón.
- Unos picos (colines, etc.).
- Aceite de oliva virgen extra.
- Agua y sal gorda para cocer la pasta.
Elaboración:
1.- Pelamos los carabineros y separamos las cabezas. Estrujamos las cabezas con la mano (así, tal cual, que tienen un caparazón bastante blando) y extraemos todo el jugo de su interior que reservamos y al que incorporamos jengibre fresco rallado (al gusto, pero no te pases, se trata de aportar matices, no de matar el sabor del carabinero).
2.- Ponemos agua a hervir para cocer la pasta y seguimos las instrucciones del fabricante aunque vamos a retirarla del agua un minuto antes, puesto que vamos a terminar con un golpe de calor en la sartén. Al retirarla recuerda reservar un poco del agua de cocción de la propia pasta.
3.- Mientras el agua se calienta, ponemos a calentar una sartén o plancha y cuando esté muy caliente pasamos los carabineros con una gota de aceite (por favor, poco tiempo, dejadlos jugosos aunque dorados por fuera). Reservamos.
4.- En la misma sartén (importante) añadimos los picos (colines, pan del día anterior, etc..) machacados en un mortero y que vamos a tostar y a romper de una forma rápida y anárquica, ¡a lo loco!.
5.- Mientras se cuece la pasta (cuatro minutos en mi caso) reducimos la salsa en una sartén a fuego medio (la salsa te recuerdo que es el líquido de la cabeza de los carabineros y un poco de jengibre rallado). No hay que reducirla mucho, tiene que tener una textura aún líquida.
6.- Escurrimos la pasta pero reservamos un par de cucharas del agua de cocción, incorporamos los fettuccine a la sartén con la salsa, añadimos el agua, removemos, unos 30 segundos. A continuación apartamos del fuego, incorporamos los carabineros, el pangrattato, el estragón y el chile picado (sin pepitas).
Consideraciones:
No utilizo queso rallado porque aporta mucho sabor (y sal), el pan me aporta textura y un sabor mucho más neutro.