Revista Cocina
Cuando encuentras un sitio donde se come bien, con buen ambiente y mejor trato, donde la oferta de vinos es amplia e interesante saliéndose de lo habitual y de los caminos trillados, y encima con unos precios en el vino que apenas superan lo que pagarías en la tienda, lo normal es volver a menudo y disfrutar. Así es el Moments Bar, en la playa de Urbanova de Alicante.En nuestra última visita queríamos disfrutar del vino, así que tras breves consultas con los responsables de este apartado, conocimos dos vinos que nos hicieron disfrutar mucho. Uno era Dominio de Anza Selección de Parcelas 2015, una Mencía berciana de Diego Magaña frutal, redonda, intensa sin perder frescura, que nos gustó mucho y que creo que beberemos más veces, y de la que creo que algunas botellas acabarán en mi vinoteca. Pero el vino que hoy quiero compartir es un blanco malagueño que me sorprendió.Viñedos Verticales es el proyecto de un grupo de amigos que está localizado en la Axarquía malagueña, con viñedos situados en zonas muy próximas al mar Mediterráneo, de grandes pendientes, suelos pobres de pizarra y viñas viejas. Hacen una viticultura muy tradicional, obligados en parte por las dificultades del terreno, y procurando ser lo más respetuosos posible con el medio, sin utilizar productos de síntesis y vinificando con fermentaciones naturales donde prima el uso de tinas de madera, fudres de más de 100 años y trujales de hormigón. Su portfolio incluye dos blancos secos basados fundamentalmente en la Moscatel de Alejandría con aportes de Pedro Ximén o Doradilla, y un blanco dulce 100% Moscatel de Alejandría elaborado tras el tradicional asoleo de la uva vendimiada.El otro vino que conocimos y disfrutamos fue Filitas y Lutitas 2015 (DO Sierras de Málaga, blanco con crianza, 90% Moscatel de Alejandría y 10% Pedro Ximén, Viñedos Verticales). Vendimia manual en pequeñas cajas que son transportadas por mulas, maceración con pieles durante un día y fermentación espontánea, la Moscatel en un viejo fudre de más de 100 años de antigüedad de 3300 litros donde se envejecía brandy, y la Pedro Ximén en barrica de 300 litros. Tras la fermentación, ensamblaje de los dos vinos y crianza de 10 meses en el fudre. El resultado es un vino de un intenso color amarillo dorado, brillante, precioso. Nariz intensa, con jazmín, piel de uva, ceras y mieles delicadas y fruta de hueso. En boca es graso, lleno, con buena acidez, final muy agradable y de buena duración. Imposible no servirse una copa tras otra y tener el vino jugueteando en la boca viendo como la llena de sensaciones.Vino y bodega a tener muy en cuenta, y muchas ganar de probar sus otras elaboraciones.