Hace unas semanas andaba de excursión con mis amigos de Can Paulet Percussió. Más de 40 personas, incluídos peques, así que programamos actividades para todos los gustos. Entre ellas una propuesta por el 'Club de las Tricotosas', del que formo parte. Cada una llevó su labor y allí estuvimos con el teje-teje en cualquier rato muerto que encontramos.
El sábado noche montamos una fiesta particular en una de las salas y, como era de esperar, las tricotosas sacamos nuestras agujas. Estábamos mi tocaya y yo tejiendo, cuando vino Iker (su hijo de 4 años) y le dijo: "Mamá, quiero galletas de bolet". Su madre no lo entendía y le dijo que no habían ningunas galletas y menos de bolet. Al momento entró Nicolás (uno de nuestros mayores) que vino a traernos lo que conocemos como 'Pets de monja'. Iker al verlos, dijo: "Mira mamá, ves como hay galletas de bolet". Feliz de la vida Iker se fue a la sala de juegos con un puñadito de 'Galletas de Bolet' y nosotras nos echamos a reír.
Hace dos semanas, me llegó a casa un regalito de Galletas Coral y cual fue mi sorpresa al ver las mismísimas galletas de bolet, que en realidad se llaman Chiquitillos. Al recordar el comentario de Iker, me reí tanto, que le he regalado una de las bolsitas de Chiquitillos para que siga disfrutando de sus Galletitas de Bolet.
Iker con su amiguita Alexandra
El lote incluía además bizcochos King, que me irán de fábula para preparar tiramisú o hacer una chocolatada familiar, y barquillos Boer de Nata y Coco, crujientitos y super sabrosos.
¡Me encantan!