Región del Valle del Loira. En el corazón de Anjou, en la localidad de Faveraye-Mâchelles, hay un lugar conocido como La Guimardière. Aquí, tres jóvenes compañeros de la escuela de enología de Tours, Jean-Marie Brousset, Thibaut Ducleux y Julien Delrieu, logran poner en marcha la idea de iniciar un proyecto juntos. En 2010 nace oficialmente el Domaine Les Pierres Sèches. Y en 2011 deben cambiar su nombre, al ser advertidos de que existía otra bodega registrada con el que ellos habían elegido, así que pasan a llamarse Les Roches Sèches.
15 Ha de viñedo en cultivo orgánico, que conseguirá la certificación oficial para la añada 2012, y una Chenin Blanc con rendimientos inferiores a los 25 hl/Ha. Elaboran vinos tintos (Les Essards, Les Saint Martin Cabernet Franc y Les Saint Martin Grolleau), rosados, dulces (La Guimardière, Coteaux du Layon Les Varennes) y blancos secos (Anjou Blanc La Guimardière y Anjou Blanc Le Jeau).
Los amigos de Coalla Gourmet, primeros distribuidores fuera de Francia del Domaine, han tenido a bien enviarme una botella de la primera añada de este último vino, y este ha sido el resultado.
Les Pierres Sèches Le Jeau 2010 (AOC Anjou, blanco con crianza 100% Chenin Blanc, Les Roches Sèches) se elabora con uvas Chenin Blanc de viñedos plantados en 1955 en suelos de esquisto, con rendimientos de 20 hl/Ha. Vendimia manual y vinificación con levaduras indígenas y sin utilización de ningún producto enológico salvo 3 g/hl de sulfito. Crianza de 7 meses en barricas de 5 vinos. Así se obtiene un vino de color amarillo pajizo, con reflejos dorados, muy bonito. Nariz discreta pero elegante, con manzana verde, piel de ciruela y recuerdos de cantos rodados húmedos. En boca es un vino seco, frutal (ciruela verde), con muy buena acidez, levemente glicérico, amargoso, y con un final tenuemente salino. Al día siguiente (unas 12 horas con Vacuvin, el resto sin él) el vino evoluciona muy bien, apareciendo notas amieladas que se suman a la manzana, y con una acidez aún algo más viva en boca. Fantástico. Muestra a la vez características de madurez y frescura de juventud, combinadas de una forma que lo hace muy interesante y agradable.
Le Jeau 2010 demostró versatilidad en el maridaje. Le unimos el primer día a un revuelto de gambas y jamón y unos lomos de salmón con salsa de puerros, y el segundo día se lo pusimos más difícil: huevos aromatizados con trufa con lonchas de jamón ibérico. De lujo. (Otro día hablaremos de estos huevos aromatizados con trufa de la marca Valle de Yerri, porque están muy buenos).
Un vino muy bebible, demasiado bebible. Discreto, que sin estridencias se deja querer. Si son capaces de dejar algo en la botella para el día siguiente, tendrán su recompensa. Y si esa acidez aguanta, y sospecho que si, creo que mejorará y se hará aún más serio dentro de un año o dos.