Ya se ha narrado aquí la visita a Bodegas Zárate, las buenas sensaciones, y el que consideramos buen hacer de Rebeca y Locho. Asimismo, se han plasmado ya las impresiones que nos produjeron sus vinos catados directamente de depósito. Es ahora momento de presentar las impresiones de tres de los vinos de Zárate, degustados con calma y sosiego en casa.
- Zarate 2010, el básico de la casa, 100% Albariño de las diferentes parcelas de la bodega, fermentación en acero inoxidable, sin estabilización por frío y sin crianza. Es un vino de un bonito amarillo pálido con reflejos verdosos y acerados, limpio y brillante. Sus aromas son de intensidad media, agradables, con piña y fruta blanca, teniendo de fondo recuerdos herbáceos y de limón. En boca es un vino fresco y alegre, con una acidez viva, ligero, que como pequeña pega deja un leve vacío, y que tiene un final cítrico muy largo. Un albariño básico muy rico, marcado por la acidez.
- Zarate Balado 2009 está elaborado con uvas 100% Albariño en pie franco de un pequeño pago aledaño a El Palomar. Vinificado en acero inoxidable y con una crianza de 6 meses sobre sus lías finas, viste un amarillo limón claro y brillante. La nariz es de intensidad media, con manzana reineta, piña y limón. En boca es un vino de buena intensidad, con una acidez marcada, amargoso, seco y refrescante, con intensas sensaciones frutales y minerales que llenan la boca durante tiempo. Un vino donde la acidez y la crianza con sus lías se conjuntan muy bien.
- Zárate El Palomar 2009 es quizá la joya de la corona de la casa. Elaborado con uvas de cepas centenarias 100% Albariño procedentes del pago El Palomar, una parcela de 0,5 Ha de suelo granítico. Para este vino se utilizan los métodos más tradicionales, con fermentación y crianza de 10 meses en cuba de 2500 litros de roble francés. El resultado es un vino de color amarillo pajizo con ribetes pajizos y dorado pálido. Tiene una nariz de intensidad media, donde destaca manzana muy madura, fruta de hueso, cítricos y notas como de un suave ahumado, apareciendo aromas amielados, todo ello consecuencia lógica de su proceso de elaboración, y que lo hacen muy apetecible. En boca tiene una acidez correcta, es algo glicérico, seco, frutoso y con un agradable amargor final, que prolonga una persistencia ya de por sí buena. Nuevamente un albariño con crianza en madera, a la antigua usanza, que puede no entusiasmar a los buscadores de albariños jóvenes y pletóricos de fruta y acidez, pero que a mi me ha gustado mucho. A la botella que me queda, le daré unos meses más de reposo en la cava.
Buenos vinos los de Zárate, de los que deben abstenerse quienes busquen albariños de platanito y frutita fácil, y que deben probar quienes busquen la verdadera acidez viva y los sabores de la uva albariña sin disfrazar.