Estamos en plena cosecha de mango en la Axarquía y la avalancha de producto es tremenda. Además para el año que viene se prevee que se triplique la producción, una locura vaya.
Su cultivo se viene realizando desde tiempos prehistóricos y aunque es originario de Asia, hoy en día se produce en toda la franja tropical (India, Indonesia, Florida, Hawai, México, Sudáfrica, Egipto, Israel, ...) y en nuestro rinconcito subtropial, que es la costa malagueña y granadina. Hay más de 50 variedades, pero la más común en nuestra zona parece ser la Kent.
Las propiedades de esta fruta también se diferencian dependiendo de la variedad, pero lo que es común a todas es su elevado contenido en agua, azúcar, fibra, potasio, magnesio, hidratos de carbono, vitamina C y betacarotenos, por lo que la hace ideal para el consumo en todas las etapas de la vida, en especial para deportistas, mujeres embarazadas y personas mayores.
Para conservarlos basta dejarlos en la nevera a unos 8º y se paraliza la maduración hasta unos 20 días, sólo hay que sacarlos a temperatura ambiente durante unos 4-5 días para que estén en su punto. Pero si te han regalado un montón, como es mi caso, y ya no sabes en qué gastarlos, la mermelada, aparte de la congelación, es una de las opciones.
Congelación, sí, habéis leído bien, se puede congelar limpio y troceado perfectamente, listo para usar en batidos, helados o con tu yogur favorito. Pero antes de que llegara la congelación, la forma más típica de conservación es la elaboración de mermeladas y confituras. En los supermercados de Francia había una azúcar especial para mermeladas, pero aquí en España no la he encontrado aún, que seguro que hay, pero por mi zona se resiste. Allí en Francia, en todas las casas que estuvimos tenían su alacena llena de conservas caseras de todo tipo. Aquí ya sólo se dedican a éso las abuelillas de zonas rurales... y yo, hay que reconocer que es mucho más cómodo llegar al mercado y coger los botes que quieras, pero así te aseguras que los ingredientes que usas son buenos, ecológicos y sin conservantes ni saborizantes raros que dañan más que benefician. ¿Te atreves?
Ingredientes:
- Mango
- Azúcar
- Cáscara de limón
- Gelatina neutra/ Agar-agar
Las proporciones variarán dependiendo de la cantidad que queráis hacer, pero básicamente es la mitad de azúcar que de fruta, y la proporción de gelatina / agar-agar la podéis leer en las instrucciones. Usamos sólo la mitad de azúcar porque es mermelada, si queréis hacer confitura es fruta y azúcar a partes iguales. Si optáis por usar edulcorante, debe ser el que es apto para cocinar este tipo de productos, el que lleva conservantes.
Para esta receta yo he usado 6 mangos maduros de agricultura ecológica, el tamaño el de una mano abierta, 3 tacitas de azúcar blanca, 6 hojas de gelatina y la piel de medio limón.
Pelar y deshuesar los mangos es muy fácil, lo cortáis de forma paralela al hueso separando las dos mitades y después separamos la carne restante al rededor del hueso. Si están demasiado maduros se deshará la pulpa, así que procurad que esté en su punto de maduro. La pulpa de las dos mitades las cortamos en trasversal y al invertir la piel sobresaldrá en forma de erizo, sólo hay que separarla con una cuchara, así no desperdiciaremos nada.
Con la pulpa ya limpia y deshuesada en una cacerola, añadimos el azúcar, la cáscara de limón y lo ponemos todo a cocer durante una media hora a fuego medio. El tiempo de cocción también variará dependiendo de la cantidad que hagáis, como truco os diré que la pulpa tiene que oscurecer ligeramente, pero no demasiado. Hay que ir removiendo frecuentemente, así que tenéis que tener mucho cuidado con las salpicaduras, una quemadura de mermelada hace mucha más pupa que otras quemaduras de salpicaduras, es mejor que la retiréis de fuego y esperéis que aplaque antes de moverla.
Mientras se hace la mermelada, hidrataremos la gelatina y seguiremos las instrucciones para diluirla y mezclarla con la fruta. La gelatina es de origen animal, se saca del colágeno principalmente porcino que es el más fácil de encontrar comercializado, así que si sois veganos debéis sustituirla por agar agar, que proviene de algas marinas. El uso de gelatina es opcional, pero como el mango tiene gran contenido en agua, ayudará a que la mermelada sea algo más compacta cuando enfríe.
Una vez la mermelada lista, retiramos la piel del limón y es hora de embotellarla. De moverla, los trozos grandes se habrán deshecho bastante, pero si os sigue pareciendo demasiados trozos, podéis usar la batidora de mano para triturar un poco y romper las fibras, pero un poco sólo...que si no obtendréis papilla de bebé y la mermelada gusta con algún trocito. Os recomiendo que escojáis botes de cristal de cierre hermético más bien de tamaño pequeño, el único conservante es el azúcar y una vez abierto es aconsejable gastarla en unas dos semanas.
Para asegurar la conservación hay varias opciones:
- Embotellar, cerrar bien la tapa y hervir los botes durante media hora en olla normal o 10' en olla exprés.
- Embotellar con la mermelada recién terminada, hasta el tope que rebose y tapar inmediatamente. La temperatura de la mermelada casi hirviendo mataría cualquier bacteria que hubiera en el bote. Mucho cuidado con posible quemaduras por favor...
- Enjuagar los botes con un chupito de vodka, el alcohol desinfectará todo el interior: se echa, se tapa y se agita bien. Luego se vacía y seguidamente rellenamos con la mermelada.
Recuerda poner siempre la fecha a tus conservas y gastar siempre la tanda más antigua primero. Es perfecta para cobertura o relleno de tartas, tostadas, helado, batidos, carnes asadas, con queso fresco o mascarpone...una delicia. ¿Vas de visita a casa de algún amigo? Lleva un bote de regalo. Nos vemos próximamente con más recetas de mango, con el que tengo congelado me apetece hacer helado...que aún tenemos buena temperatura. No dudéis en contarnos vuestras experiencias y mandarnos vuestras fotos.