Situada a 55 km de Toledo en la localidad de San Martín de Montalbán, Santa María de Melque es una de las mejores joyas de la arquitectura visigoda que hoy en día conservamos. Se trata de una iglesia perteneciente a un conjunto monacal, antiguamente fortificado, lugar emblemático de la cultura visigoda de finales del siglo VII y siglo VIII. Fue redescubierta en 1906 por el Conde de Cedillo y a través de diversas excavaciones que tuvieron lugar en sus proximidades se hallaron los cimientos de las dependencias monacales.
La historiografía ha debatido durante muchísimo tiempo su cronología y su tipología arquitectónica. Ello se debe a la presencia de ciertos elementos, típicos de la arquitectura árabe y que, en concreto, presentan semejanzas con los presentes en los palacios omeyas del desierto de Siria. Se trata de arcos de herradura con dinteles de descarga, columnas redondeadas y decoración de estucos. Estas similitudes han llevado a pensar a muchos autores que se trataba de una iglesia mozárabe, como Manuel Gómez Moreno que la situaba entre el siglo IX y el X. Sin embargo, hoy se sabe a ciencia cierta gracias a las excavaciones que la construcción es mucho más anterior, tratándose del siglo VII y VIII.
Data por tanto del periodo católico visigodo, iniciado en la Península gracias a la conversión del rey Recaredo a finales del siglo VI que abandona la religión arriana. Es un periodo de prosperidad, ya que se implanta un principio jurídico común para todo el territorio peninsular que queda unificado tras el reinado de Leovigildo. Y, además, Toledo es la capital del reino convirtiéndose en el principal foco de irradiación cultural y artística.
Gracias a los trabajos arqueológicos, que tuvieron lugar desde el año 1994 al 2002, financiados por la Diputación de Toledo, se ha podido estudiar su secuencia estratigráfica para conocer los diferentes periodos históricos y las reformas de cada uno. Sabemos que antes de la construcción del conjunto monacal estuvo emplazada en este terreno una villa romana. Luego se creó el monasterio, que cumplía también importantes funciones económicas como así indica la presencia de una presa en las inmediaciones. Posteriormente, el monasterio se abandonó y fue sustituido por un poblado islámico. Éste, a su vez, se convirtió en poblado cristiano con la reconquista, recuperando su función litúrgica gracias a Alfonso VI. De esta época datan las murallas y la necrópolis.
Se llevaron a cabo diversas reformas en la iglesia ya en época moderna (siglos XVII y XVIII). Con la desamortización de Mendizábal en el siglo XIX se abandonó y se usó como casa labriega siendo pajar, establo y secadero de tabaco. Ya en el siglo XX, con su redescubrimiento, surgió un interés por su conservación y la Diputación de Toledo compró el edificio llevando a cabo todas las acciones para su estudio, recuperación y restauración. Finalmente, fue declarado Monumento Nacional en 1931.
Formalmente la iglesia ofrece un aspecto de volúmenes cúbicos superpuestos. Presenta una planta de cruz griega con dos naves que se cruzan, siendo más larga la nave Este-Oeste que remata en un ábside con forma de herradura. Dos cuerpos, adheridos a los lados de la capilla mayor, presentan puertas que se abren al exterior pero desconocemos su finalidad.
De la nave norte-sur surge una puerta que abre a un espacio cerrado en su perímetro pero a cielo abierto, con una serie de arcos de herradura que pudieron albergar tumbas. Lugar interpretado por tanto como cementerio de la iglesia.
En cuanto a las cubiertas del edificio, las naves se cubren con bóveda de cañón, el crucero con cimborrio rematado en una cúpula semiesférica formada por anillos de hiladas irregulares, y el ábside por una bóveda de horno.
La bóveda del cimborrio carga sobre cuatro arcos de herradura apoyados en dos medias columnas adosadas. Toda la construcción presenta un aparejo de sillería de granito dispuesta a hueso, sin ningún tipo de argamasa y de forma muy irregular con sillares de diferentes tamaños.
En su origen la iglesia poseía un pórtico de entrada con puertas laterales pero no se conserva y de él solamente podemos observar hoy los cimientos. Todas las puertas están adinteladas y las ventanas presentan una estructura de arco de herradura y son abocinadas, es decir, su apariencia exterior es más grande que la interior. Además, están descentradas.
Por último, hay que analizar la decoración de estucos labrados escultóricamente que componen las impostas molduradas que se encuentran en el arranque de los arcos y algunas cornisas del interior y el exterior. Presentan temas vegetales a modo de roleos que reflejan la tradición romana aunque con un tratamiento evolucionado hacia el arte visigodo. Entre estos temas fitomorfos se pueden encontrar trifolios, redes de círculos, flores de lis y círculos de contario.
He de mencionar que cerca del conjunto se encuentra, al otro lado de la carretera, el Castillo de Montalbán, de visita también recomendada, ya que constituye la fortaleza más grande y compleja de toda Castilla La Mancha.