Es un local pequeño, situado al lado de la plaza del Museo Reina Sofía, con lo cual está en una zona tranquila. Tiene una terraza no muy grande, por lo que os recomendamos reservar con antelación para no llevaros sorpresas.Su carta es tradicional pero dándole una vuelta de tuerca a los platos para hacerlos más modernos y actuales, con los sabores de siempre pero mejorados. Esto es algo que a nosotros nos encantó, ya que somos muy fans de la cocina tradicional y las tapas y raciones de siempre, tanto es así, que fuimos dos días porque el primero nos quedamos con ganas de probar más de sus platos estrella.
Pincho de tortilla de patata
Pincho de tortilla de patata
Mini tortilla de patatas con trufa
Mini tortilla de patatas con trufa
Uno de sus platos estrella por excelencia es la tortilla de patata, tanto la clásica como la que tiene trufa, ambas nos parecieron espectaculares, poco cuajadas y jugosísimas. La versión clásica tiene cebolla caramelizada y es un espectáculo.Las patatas bravas estilo Sukaldea estaban ricas, pero hubo otras raciones que nos gustaron muchísimo más, como las croquetas, jugosísimas y cremosas. Nos gustaron mucho los tres sabores: de sepia con tinta de calamar, de boletus y de queso de cabra con puerro. Tienen un sabor muy intenso, así que junto con la tortilla, es otro de sus imprescindibles.
Patatas bravas estilo Sukaldea
Croquetas de boletus, sepia y queso de cabra
Croquetas
También probamos otros dos de sus platos estrella, los bikinis de carrillera de ternera y las gyozas de rabo de toro, ambos nos encantaron, ya que la carne está cocinada a fuego muy lento para que suelte todo su sabor, y mezcladas con los demás ingredientes hacen de unos platos tan tradicionales una locura. Los dos nos encantaron, pero si tenemos que decantarnos por uno solo, serían sin duda los bikinis.
Bikinis de carrillera de ternera
Gyozas de rabo de toro
Gyozas de rabo de toro
Tarta de queso cremosa
Por último, probamos la tarta de queso cremosa por recomendación del camarero que nos atendió (y porque nos fijamos también que todas las mesas lo pedían) y fue todo un acierto. Tiene la base de galleta y el interior muy cremoso, casi líquido, que nos encantó, es puro vicio. También nos gustó el detalle de que pusieron la mermelada de frutos rojos aparte, para que así te lo puedas echar si quieres o comerla sola si te gusta más así (como es mi caso).En definitiva, es un restaurante que se ha convertido en uno de nuestros favoritos de Madrid, nos gustó muchísimo todo y volveremos en cuanto estemos por la zona, que seguro que es muy pronto.Bon appétit!