Soy el único responsable de mi propia felicidad. Nadie más tiene derecho de decir lo que es bueno o es malo para mí. (Paulo Coelho)
En éstos difíciles y duros meses, momentos complicados que nos ha tocado vivir pienso que todos tenemos días malos. A veces motivadas por los problemas derivados de la situación actual, laborales, económicas, otras incluso por motivos personales que igual se crecen y engrandecen por la extraña, dura e inesperada pandemia mundial.
Pero independientemente de ello, hay que procurar ser positivos, ser felices, buscar pequeños detalles que hagan grandes los momentos, el día a día. No podemos olvidar que la felicidad es una actitud, que no depende del entorno, sino de lo que tenemos o nos ocurre y de cómo gestionamos todo ello. La felicidad no es la meta, es el camino.
Y uno de ésos caminos para mí es la cocina, no por el hecho de alimentarnos, también para quién realizo ésa actividad denominada cocinar y lo que es mejor aún, si lo realizo con quien quiero. Cómo ocurrió con ésta dulzura de pastel...Una tarde cualquiera, de un día cualquiera escuchando una suave música de fondo que nos acompaña, que me anima incluso a dar pasos de baile mientras de un lado a otro de mi cocina vamos recopilando los “cacharros” y los productos que necesitamos para hacer un pastel.
Voy dándole instrucciones como si él fuera mi ayudante: la amasadora en ésa puerta la que da a la mesa; la harina para los bizcochos que está en la parte más alta de la despensa, sí, ése tarro en la última estantería. Ponle papel de hornear a la base del molde. ¡¡ No !! deja, que así no es, ya voy yo. Y él, con toda la paciencia del mundo me escucha, me atiende, me ayuda, me acompaña….
Vamos siguiendo los pasos y las instrucciones de uno de mis libros de repostería (111 pasteles con la misma masa de Greta Jasen ). Unas veces leídas por mí, otras escuchando como me las lee mi marido y así pasamos la tarde, felices, divertidos, riéndonos, amasando, montando la nata, rectificando detalles a nuestro propio gusto, hablando, compartiendo, mientras degustamos una copa de vino.
Hasta que finalmente la mezcla entra en el horno y mi cocina se inunda de un delicioso y dulce aroma a pastel, a almendras fritas, a piel de naranja caramelizada que impregna sin darnos cuenta nuestro corazón. Es la receta de un momento de felicidad.
Por cierto, si buscan en la RAE qué significa la palabra “felicidad”, encontrarán que su definición viene a ser algo parecido a esto: “Estado de ánimo de la persona que se siente plenamente satisfecha por gozar de lo que desea o por disfrutar de algo bueno”
Y yo añado que es compartir momentos con quien quiero, hacer éste pastel y disfrutar de lo buenísimo que está; les aseguro que esto es felicidad. ¿Quieren además la receta, el paso a paso de CÓMO LO HICE?Les cuento, usé un molde de 20 cmts. de diámetro, redondo, desmoldable :
INGREDIENTES: Para el bizcocho:
3 naranjas, 4 huevos XXL, 180 grms. de mantequilla, 200 grms. de azúcar, una cucharadita pequeña (como de café) de sal, 200 grms. de harina, 1 sobre de levadura (especial para bizcocho), 150 grms. de almendra molida.
Para decorar:
cuatro cucharadas soperas de triple seco (licor de naranja) y cuatro cucharadas soperas de zumo de naranja, 20 almendras fritas, 1 bote de nata especial para montar 200 ml. (debe contener un mínimo de un 35% de materia grasa), 75 grms. de azúcar, la piel de una naranja rallada, dos cucharadas soperas de azúcar, un vaso mediano de agua, 20 almendras y aceite de oliva virgen extra.
LOS PASOS A SEGUIR:
Meter en el frigorífico la nata para montar y un recipiente metálico donde realizar la nata montada (tienen que estar muy frios, por lo que aconsejo un mínimo de una hora)
Precalentar el horno a 190º C (calor arriba y abajo). Forrar la base del molde con papel de hornear (papel vegetal) y untar los lados con mantequilla. Lavar bien las naranjas con agua caliente, secarlas. Rallar dos de ellas con la parte más pequeña del rallador y la última con un rallador más grueso, de forma que quede la piel de la naranja como bastoncillos pequeños. Reservar. Sacar el zumo de las tres naranjas. Reservar cuatro cucharadas del zumo aparte para decoración.
Separar las yemas de los huevos de las claras. Reservar las yemas y montar las claras a punto de nieve, una vez terminado el proceso guardar en el frigorífico. Derretir la mantequilla en un cazo o en el microondas y dejar enfriar un poco.
En un cuenco echar las yemas con el azúcar, un poco de zumo y batir hasta obtener una crema lo más fina posible. Incorporar la almendra molida, continuar batiendo y echar la ralladura de la naranja, el resto del zumo y la sal.
Sin parar de remover incorporar la harina junto a la levadura y a continuación la mantequilla derretida hasta obtener una pasta uniforme. Incorporar las claras montadas con movimientos envolventes de forma que quede totalmente integrados todos los ingredientes. Verter la masa en el moldey meter en el horno dejando hornear durante una hora aproximadamente (irá en función de cada horno). Pasado éste tiempo comprobar que esté seco pinchando en el centro con un punzón o palillo de brochetas (tiene que salir totalmente seco). Una vez hecho el bizcocho, sacarlo del horno y dejarlo enfriar antes de desmoldar. Mientras en una sartén con aceite de oliva virgen extra freir las almendras. Una vez doradas, escurrirlas bien dejándolas sobre papel de cocina a fin de que se enfríen. Una vez frias partirlas en trozos alargados y reservar. En una cacerola echar agua y azúcar llevar a ebullición y dejar reducir unos minutos, añadir la ralladura de la naranja y dejar caramelizar durante unos minutos. Apartar del fuego y reservar igualmente.
Desmoldar el bizcocho retirando el papel vegetal con cuidado poniéndolo sobre una rejilla, mezclar en un recipiente el triple seco con el zumo de naranja y untar generosamente todo el bizcocho con ésta mezcla. Dejar enfriar por completo. A continuación montar la nata. Para ello:
Sacar el cuenco del frigorífico y la nata (agitar bien el bote a fin de que se reparte el propio estabilizante natural que ya contiene la nata). Echar la anta en el cuenco y batirla con unas varillas, primero a velocidad media y después ir subiendo poco a poco la velocidad de la batidora.
Cuando la nata esté semi-montada, es decir cuando comience a parecer una crema ir agregando el azúcar en forma de lluvia a fin de que la nata no se baje continuando batiendo unos segundos a fin de que se integre el azúcar, con cuidado de no pasarse de tiempo al batir a fin de que la nata no se convierta en mantequilla.
Por último colocar el bizcocho sobre una fuente, untar la nata y adornarla con los bastoncillos de almendras fritas y las tiras de piel de naranja caramelizadas.
“Si no recuerdas la más ligera locura en que el amor te hizo caer, no has amado” (Willian Shakespeare).