Cantabria es una tierra maravillosa, soy afortunado al poder acercarme muchas veces allí, especialmente a la costa, pero también sus montañas son evocadoras, nos muestran nuestros límites humanos y son fuente de antiguas leyendas mágicas, no siempre tan irreales. Es fácil perderse en sus brumas buscando a esa criatura atávica llamada anjana, por las montañas del oeste de Cantabria. Las anjanas son hermosas, seductoras, de piel morena y grandes ojos, siempre dispuestas a dar lo mejor de si por los demás, como las modernas enfermeras de un hospital, aunque esos poderes no le sean útiles a si misma cuando hacen falta.
Pueden transformarse en árboles, animales o en el más peligroso de los dragones, pero sabes que su corazón no le cabe en el pecho. Mi anjana particular pasea descalza por los bosques y la Jara, con su pelo rizado y moreno al aire, solo vestida con una leve túnica blanca casi transparente y el aroma de los húmedos avellanos, portado una vara de fresno, aun sabiendo que ese árbol me provoca alergia y dolor cuando me la acerca, pero a la vez siempre está ahí cuando la invoco, y creo que ella, aunque la soberbia se lo impida a veces, también busca en mi refugio y complicidad.
Tocará volver a perderme en soledad, sin mapa ni prisa, por esos húmedos bosques cántabros, esperando que esta vez si, la invocación la haga presente en cuerpo y alma. Nada de eso me pertenece, pero a la vez me atrae con la mayor de las fuerzas humanas, incluso con el riesgo que mi anjana me lleve a lo oscuro del bosque, de donde nunca más pueda o desee escapar. Mientras eso sucede, os traigo un nuevo vino de Cantabria, para hacer la espera menos larga.
El Yenda Riesling 2018 está elaborado por la Bodega Sel D’Aiz desde Castillo Pedroso, y está amparada bajo el sello de IGP Vino de la Tierra Costa de Cantabria. Es una microbodega familiar con apenas 5 hectáreas de viñedo en el Valle del Pas, plantado en 2009, con pendientes que rondan el 20%, orientadas al esquivo sur, donde tienen castas como albariño (40%), riesling (40%) y godello. La viticultura heroica no solo se da en Ribeira Sacra. Este blanco es un monovarietal de riesling de la finca El Habrés y presenta un color amarillo muy pálido, con destellos acerados y restos de lías. Predominan las notas cítricas, con un leve punto de dulzor de la riesling, franco y algo punzante en su acidez, amplio, cuerpo medio, poderosa acidez en boca, manzana verde, con una buena largura y una tipicidad insultante, nadie dudaría a cata ciega que es un vino de Cantabria. Recomendable.
Este vino, en su versión con barrica, fue galardonado en los Premios Optimun 2019 como el Mejor Blanco con Barrica de Cantabria, y tampoco creo que nos equivocásemos. Tuve la fortuna de compartir cena y vinos con Asier Alonso y Miriam Pinto, almas mater de la bodega, y fue un auténtico lujo conocerles y ver que su filosofía se plasmaba en sus vinos, sin maquillajes ni contrapesos postizos. Desprenden verdad. El humor de Míriam además me resultó muy familiar, al fin y al cabo, la distancia entre un burgalés y una cántabra no es tanta.
R.
Reseñas obligadas:
riesling vt costa de cantabria vt de liebana