Miles de dietas, miles de consejos, miles de productos milagro y miles de confusiones. Esto es lo que, por una parte, nos trae Internet.
Tenemos tal cantidad de información con sólo apretar una tecla, que lo que se consigue es crearnos más incertidumbre y en muchos casos desilusión. Pero ésto ya ocurría cuando sólo teníamos a mano cantidad de libros.
Estamos decepcionados con la medicina alopática (muchos médicos comprados por la industria farmacéutica) y ahora también decepcionados por las supuestas terapias alternativas. Entonces, ¿qué hacemos?, ¿de quién nos fiamos? Hay tanto cantamañanas alternativo como médico sobornado.
Lo único que puedo recomendar, desde este espacio, es que nos alejemos por un momento de todo este bullicio cibernético-médico-alternativo y otras calañas (mitos, modas…) para volver a escucharnos.
Si, parecerá algo muy tópico o típico, pero lo mejor que se puede hacer es encontrarse a uno mismo, en silencio y preguntarse por qué hemos llegado a esta situación (enfermedad). Toda enfermedad siempre viene acompañada de un componente emocional o psíquico.
‘Por experiencia les diré que cuando traten a un paciente y desaparezcan sus síntomas, pero su psiquismo no haya sufrido ningún tipo de transformación, deben dudar del resultado obtenido. Cuando suceda al revés, es decir, que los síntomas psíquicos globales hayan cambiado, no se preocupen por el síntoma que tarde o temprano desaparecerá', José Luís Padilla, Acupuntor de la Escuela Tian.
Aunque no queramos admitirlo, somos nosotros quienes creamos nuestras dolencias, síntomas e incluso enfermedades más graves. Por tanto, lo primero sería aceptarlo ya que por mucho luchar contra la enfermedad, no nos curaremos sino que le daremos mucho más poder para que siga creciendo.
Podemos tomar miles de pastillas, antibióticos, vacunas o miles de suplementos naturales (muy caros, por cierto) pero si no somos conscientes y valientes de aceptar, no ocurrirá la sanación.
Si, ya sé que la enfermedad también es física (dolor) pero ni la homeopatía (hoy en día en manos de la farmacia y adulterada como otras hierbas y suplementos supuestamente naturales), ni las 'flores de Bach' (ojo, que no todo terapeuta sabe hacerlas bien), ni las vitaminas, ni las pócimas mágicas harán efecto si nosotros en el fondo no queremos sanar.
Necesitamos posicionarnos en este mundo de 'locos' donde la industria alimentaria, la farmaceútica y la dietética quieren tener el poder de nuestras vidas y sé que no exagero. Por entrar en una herboristería no pienses que estás a salvo y que has encontrado la solución porque también puedes caer en las redes del dependiente o naturópata que te engaña vendiéndote el 'oro y el moro', llegando a casa con un montón de productos y pastillitas 'naturales' que quedarán muy monos en la despensa de tu cocina.
A persar de todo, nuestro cuerpo sigue sabiendo lo que le va bien y lo que no, aunque algunos se nieguen a escucharlo. Así que, en poco tiempo de tratamiento, alopático o alternativo, podemos saber si nos estamos sanando o no.
Seguro que muchos de los que me estáis leyendo os habéis gastado un dineral en todo tipo de médicos, naturistas, pruebas,... y estáis desesperados. Desde aquí deciros que no estáis solos, que somos muchos los que lo hemos vivido en nuestro cuerpo. Pero por eso no debemos desilusionarnos, sino aceptar el error y empezar a asimilar que sólo nosotros tenemos la llave a nuestra curación y, si sabemos escucharnos, un día cualquiera daremos con ella.
Pero basta ya, basta ya de seguir instrucciones (aunque sean de un médico reconocido con muchas medallas y diplomas) si tu cuerpo no responde a ellas. 'Atraemos y manifestamos lo que corresponde a nuestro estado interno', Eckhart Tolle.
Mi intención, en este blog, es dar información recogida de muchos años de estudio e investigación (de la vieja escuela, es decir, sin Internet) y práctica. Si, práctica primero conmigo misma y ver lo que realmente funciona en mis propias carnes. Nunca recomendaré, o aconsejaré, algo que no haya probado antes yo misma y haya visto que tiene resultados.
Intentemos silenciar y acallar nuestra mente para poder descansar de tanto bullicio y así encontrar la respuesta
Pero el mensaje de este artículo es que debemos escucharnos, mirar hacia dentro y reencontrarnos ya que estamos todos muy perdidos y creemos que no hay escapatoria.
'Tienes derecho a ser libre pero no se lo pidas a nadie porque eso se conviertiría en esclavitud', esta cita es mía o de alguien que algún día leí y se me quedó en el inconsciente. Así que, despertemos nuestro instinto, nuestra intuición y no dejemos manipularnos por nada ni por nadie. Dejemos de buscar gurús, mediums, maestros o sabios porque todos tenemos la capacidad de ser nuestro maestro personal. Somos capaces de saber si nos están tomando el pelo, si nos están engañando con sus pararfernalias y somos capaces de reconocer cuándo vamos por el buen camino.
Reconócete, reconócelo. Primero acepta la situación de tu vida y ya verás como tu mente se calma, se aclara (dejará de incordiarte con pensamientos negativos y catastróficos) para dar paso a tu solución personal.
Si no hubiera tanta comida basura, agua y ambiente contaminada, tanta publicidad engañosa que hipnotiza, tantas vacunas y tanto de todo, estoy convencida de que todo sería más fácil y llevaríamos una vida mucha más sana y limpia llegando hasta los 100 años y muriendo en nuestra cama porque llegó la hora.
Al escribir esto último me acuerdo de mi bisabuela, mujer donde las haya. Vivía en una aldea, cocinando en fuego de leña con cacharros de hierro, con despensa (sin nevera), como aseo tenía una letrina (así de ágil estaba la abuela) y con un corral con gallinas (aún recuerdo sus hermosos huevos), agua de manantial (qué fresca y rica estaba), algunos corderos (que aprovechaba su carne) y cabras que ordeñaba para abastecerse de un poquito de leche. El pan bien grande y moreno lo hacía en su horno de leña. Se llamaba María, se emocionaba por todo y sufrió al ver morir a familiares más jóvenes que ella (como su hija de cáncer) y siempre recordaré su maravillosa sonrisa con toda su dentadura blanca y completa que me decía: 'No sé cómo podéis con esa pasta pegajosa y de sabor asqueroso. Haz como yo y lávate los dientes con bicarbonato'. Y así lo hago.
'Las gentes de ahora no actúan de la misma forma, usan el vino como bebida habitual y adoptan el descuido como comportamiento. La pasión agota sus fuerzas vitales, sus deseos vehementes disipan su verdad (esencia). No saben como encontrar satisfacción en sí mismos. No están adiestrados en el control de sus espírítus. Dedican su vida al entretenimiento de sus mentes. Se privan, así, de los encantos de la larga vida. Levantándose y retirándose sin regularidad. Por esta razón, se fatigan prematuramente y apenas llegan a la cincuentena', manuscrito chino.
'No te resistas al dolor. Permítelo. Ríndete al dolor, la deseperación, al miedo, a la soledad o a cualquier forma que adopte el sufrimiento. Obsérvalo sin etiquetarlo mentalmente. Abrázalo… No dejes que la mente use el dolor para crearse con él una identidad de víctima. Compadecerte de tí mismo te mantendrá atrapado en el sufrimiento. La única posibilidad de cambio es entrar en él; si no lo haces, no cambiará nada. Evita etiquetarlo mentalmente, sigue estando presente. Al hacerlo, estás llevando una luz a esa oscuridad: esa es la llama de tu conciencia. Plena atención es plena aceptación. Dando a lo que sientes toda tu atención, usas el poder del 'ahora', que es el poder de tu presencia que erradica el tiempo y sin tiempo no pueden sobrevivir el sufrimiento y la negatividad', Eckhart Tolle.
'Exigimos al paciente que sea elemento activo en su curación, no puede ser un sujeto que recibe el comprimido o la aguja, sino que tiene que cambiar una serie de cosas para que cambie su enfermedad, tiene que cambiar su forma de comer, de amar, de sexualidad,... Tenemos que mostrar al paciente esa carta sideral para que sepa dónde está y sepa que él tiene que funcionar para que funcione todo. Eso es verdad, aunque no lo vemos, ni tocamos, es el caso de la radio-actividad, que no se ve pero se siente; esto es un ejemplo de que el hombre no sabe que hacer con esas energías', José Luís Padilla.