Hace tiempo, cuando compartí una imagen en Instagram, una chica me ofreció colaborar con ella para promocionar uno de sus productos en la red social. A lo que añadió, especificando, "como influencer". Supongo que me quedé pensando un poco en ello, con ese término dando vueltas en mi cabeza, y que eso fue lo que me hizo ver la palabra "influencer" en todos los titulares, en artículos, en promociones... Influencer.
Quiero remarcar que yo no soy una influencer. No es solo el hecho de que no me considere como tal, sino que, literalmente, no lo soy porque mi blog no tiene las cifras y el engagement suficiente como para serlo. Vaya eso por delante. Pero, aparte de eso, hay algunas cosas sobre las cuales me gustaría reflexionar.
Primero, ¿qué es ser influencer? A mi entender, y siendo tan sumamente lógica y literal-ista (no sé si existe esta palabra, pero me gusta) como soy, un influencer es una persona que influye en las decisiones de los demás. Sin embargo, la palabra en cuestión se está utilizando actualmente para definir a cualquier youtuber, blogger, instagramer, etc-er, que tenga un alto número de seguidores. En lo precisamente estricto del término, esa persona no tendría por qué estar haciendo un contenido de calidad, basta con que genere números.
Sinceramente, no podría estar más decepcionada. No me molesta la idea de que existan influencers, para nada, pero sí el simplismo. Una persona influyente es aquella que te provoca hacer o pensar determinadas cosas. Por ejemplo, en moda, un influencer te haría comprarte una camiseta chulísima que ha sacado en un post.
Sin embargo, tener muchos seguidores o muchos likes o muchas visitas no te hace influencer. Que a alguien le guste tu conjunto no significa que lo vaya a comprar. Quizá solo le gustan tus fotos o la manera en que te relacionas con el mundo. Una persona influencer debería ser aquella que genera un deseo o necesidad en ti. Y de esas personas no hay tantas como nos quieren vender.
Por otro lado, ¿de verdad comprar una camiseta o descargar un videojuego es importante? Para las marcas sí, es indudable, pero no para la sociedad. Personalmente, opino que influenciar a una persona debería ir más allá de lo material. Yo no considero influyente a alguien que, simplemente, viste bien. Considero influyente a alguien que transmite algo con lo que me siento identificada. Un modo de vida, una forma de pensar, una manera de actuar... Un todo, en general.
No es solo una foto. Es conectar. Pensar que esa persona tiene un valor positivo que va más allá de lo que has visto en otras personas. Que provoca algo en ti que te gusta y que te anima a hacer cosas. Y es empatía. Sentir que esa persona pasa por los mismos problemas que tú y los supera día a día. Por ejemplo, el canal de YouTube de un aventurero que te ha hecho hacer cosas increíbles porque querías ser como él y dejar de tener miedo. Una persona que te ayuda a salir de tu zona de confort y estar más cerca de convertirte en alguien de quien te sientes orgulloso.
Y eso me lleva a mi última conclusión. Influir en el sentido positivo. Un influencer debería ser sinónimo de valores (por supuesto, personales). Feminismo, solidaridad, respeto hacia el medio ambiente... Debería enseñarte algo y ayudarte a ser mejor persona. En este sentido, no se me ocurre un mejor ejemplo que La Vecina Rubia, quien ha enseñado a escribir bien a medio país a base de recordar que la belleza y la inteligencia no están reñidas.
A mí, Carly (Carly the Prepster) fue quien me inspiró. A pesar de estar a miles de kilómetros de distancia y no conocernos, la admiraba. Me encantó que se mostrara siempre tan natural, hablando sin tapujos de sus problemas reales como la ansiedad, y que a la vez fuera tan elegante y sencilla. Me ayudó a encontrar el valor para abrir mi propio blog y convivir con esta enfermedad.
Dudo que algún día sea influencer, pero, si lo soy, espero ser de esa clase. Espero que mis lectores conecten conmigo y ser capaz de transmitir algo más allá de "cómprate esta blusa, que es muy mona". No quiero que piensen que mi vida es perfecta, sino que empaticen conmigo cuando todo sea difícil para poder aprender los unos de los otros. Y, sobre todo, deseo ayudarles a tener el valor de cumplir sus sueños y poder dejarles un buen mensaje.
Es una pena que no todo el mundo piense así.