La Terraza del Casino es uno de los restaurantes más importantes del panorama gastronómico madrileño actual. Gestionado por NH-Hoteles y ubicado en el emblemático edificio de la calle Alcalá, que alberga la sede del casino de Madrid desde el año 1910, cuenta como Jefe de Cocina y director gastronómico desde el año 2000 al chef madrileño Paco Roncero.
El lugar
El espectacular edificio del Casino de Madrid fue construído a comienzos del siglo XX, época en la que el estilo modernista comenzaba a estar en boga en las capitales europeas, y presenta una elegante decoración clásica en su interior que ofrece diversos servicios sociales de lujo a sus socios, que tradicionalmente han sido representantes de la élite madrileña. La entrada de carruajes cerrada con una puerta de rejería deja paso a la Escalera de honor por la que se accede al interior del recinto, albergando nueve salones, biblioteca, y servicios de la más variada índole.
El restaurante se encuentra en el piso superior del edificio, y en la época estival su terraza es uno de los rincones con más encanto de la ciudad. El comedor interior, decorado con baldosas en damero blanco y negro, e imponentes lámparas de araña, es un espacio amplio, moderno, acogedor, que destaca por una amplia distancia entre las mesas proporcionando un ambiente de tranquilidad e intimidad muy destacable.
El Chef
Paco Roncero recibe su primera estrella Michelín en 2002 y en 2009 la segunda. Actualmente compagina su trabajo en La Terraza del Casino con su actividad culinaria en los gastrobares Estado puro y, desde 2012, es asesor del restaurante View 62 de Hong Kong.
Además, sus libros publicados, apariciones en televisión y su software “Gestor de cocina” hacen de él una de las principales figuras del panorama gastronómico español actual.
El Menú
Para conocer las creaciones en miniatura de Roncero merece la pena decantarse por el menú degustación con el que disfrutar de una secuencia de sabores que supone un auténtico deleite para los sentidos, basado en una elección de los mejores productos elaborados con una técnica impecable en la que no falta el uso de nitrógeno líquido y nuevas técnicas de cocina. El menú está formado por 23 platos de cocina en miniatura y tiene un precio de 135 euros, lo cuál sitúa a este local en un rango muy aceptable de relación calidad – precio entre los restaurantes de su categoría.
Como cocktail de bienvenida:
- Daikiri frozen.
Una serie de snacks compuesta por:
- Mantequilla de aceite de oliva virgen (en el tubito que veis en la foto de abajo). Filipino de chocolate y foie. Pizza de atún, sésamo y cítricos. Fresa helada de parmesano. Pulpo a la gallega. Canapé de pato pekín. Dentelle de camarón. Secuencia de caza.
Y después los platos principales, aunque en miniatura, eso sí. Lo que Roncero ha dado en llamar los “tapiplatos”:
- Pescaíto frito y mojito. Macarrones a la bolognesa. Falso risotto de calamar con toques thai. Gamba roja con guisantes y su crema. Borraja con castañas y trufa. Ramen de panceta ibérica con “soba” de anguila ahumada. Lenguado a la meuniere. Buns de liebre con fondue de chocolate. Piña colada.
Como postres:
- Manzana y Yuzu. Chocolate, menta y limón.
Y “pequeñas locuras” con el café:
- Moras de chocolate negro. Cacahuetes de chocolate blanco. Palet-crocant de fruta de la pasión, chocolate y avellanas.
Los vinos
Para acompañar el extenso menú nos dejamos llevar por las acertadas recomendaciones del somelier. Comenzamos con un gran albariño D.O. Rías Baixas, uno de los mejores vinos blancos españoles, “Selección de Añada 2005″, de Pazo de Señorans, vino elegante, de gran carácter, que es capaz de aguantar el paso de los años con gran solvencia. Continuamos con otro blanco, esta vez de Rioja, “Capellanía 2006″ de Marqués de Murrieta, elaborado 100% con Viura. Y para acompañar los postres, un semiseco, dulce y generoso vino austriaco, “Kracher Auslese 2009″ que resulto ser un gran descubrimiento.
Las sensaciones
El gran valor de la Terraza del Casino va mucho más allá de la extraordinaria calidad de la cocina de Roncero. Se trata de la oportunidad de vivir una experiencia llena de sensaciones y emociones únicas. Entrar en ese elegante edificio, subir hasta el restaurante en esa reliquia de ascensor de madera, vivir la acogedora bienvenida, el saludo del chef en persona y disfrutar a cada instante la calidad y profesionalidad del servicio, o incluso participar en la elaboración de alguno de los platos o disfrutar viendo en directo cómo llevan a cabo algunas de sus creaciones, hasta finalmente llevarte como recuerdo el menú en un elegante panfleto donde aparece dibujado el restaurante son los detalles que al final hacen que la experiencia vaya mucho más allá de lo estrictamente culinario.
Es un espectáculo de más de tres horas para descubrir, conocer, sorprenderse y dejarse llevar por los sentidos.
Una visita muy recomendable.
Un fuerte abrazo para todos los amigos de Gastrovita!