Viñedos El Jorco. Foto extraida de la web https://www.almavinosunicos.com/
Aunque la base de este blog, desde un punto totalmente chovinista, se fundamenta en probar vinos de Castilla y León, aún me encuentro con la agradable sorpresa de inaugurar una denominación de origen, en este caso denominación de origen protegida, como es la D.O.P. Cebreros, en Ávila. Aunque la zona ha tenido siempre un gran valor en la elaboración de vinos, no fue hasta 2018 cuando se logró la DO. Esta joven denominación de origen está compuesta por 35 municipios, y unas 450 hectáreas de viñedo, siendo la uva mayoritaria la garnacha, aunque también encontramos vides de albillo real, garnacha tintorera y el siempre omnipresente tempranillo.
No obstante la juventud de la DO, ya ha tenido algún reconocimiento importante como el que les dio la Academia de Gastronomía de Castilla y León, al otorgarles el Premio Revelación de la Gastronomía 2019. Según la academia, el galardón ha sido otorgado porque “las cepas casi olvidadas se han vuelto protagonistas de portadas, han invadido la prensa especializada y están en boca de todos”.
Las Cabañuelas 2017 está elaborado por la Bodega del Jorco, un proyecto que aglutina a parte del equipo de la Vinoteca La Tintorería (César Ruiz, Flequi Berruti y Nacho Jiménez) con el vigneron Raúl Perez, desde Cebreros, y aparece bajo el sello de la D.O.P. Cebreros. Esta bodega (aún físicamente no terminada, esperan inaugurarla para la vendimia 2021) cuenta con un viñedo de garnacha en el paraje El Jorco, plantado en 1915, suelo granítico, trabajado según estándares biodinámicos, sin utilización de productos sistémicos, y del que salen los dos vinos de parcela que elaboran, el Jorco y las Enebradas, con una superficie de apenas 2,5 hectáreas. Nuestro vino de hoy es fruto de la garnacha procedente de una amalgama de viñas viejas, de la zona cercana a Cebreros y Villaba, con alguna viña sobre suelo pizarroso, vendimiada manualmente y fermentada espontáneamente en depósitos de hormigón, con una crianza de 6 meses en tinos de madera de 10000 litros con sus lías, siendo la primera añada en la que el vino sale con la contra de la DOP.
Este tinto de garnacha presenta un color granate de capa media, ribete levemente atejado, lagrimón denso y persistente. Buena intensidad aromática, floral, goloso, con un punto glicérico, la madera nada marcada y un punto rústico, regaliz rojo. Potente entrada en boca, despunta el alcohol, la barrica se hace algo más presente, con notas especiadas, ligero en boca, discreta persistencia y amable rusticidad, con algún punto salino, buena acidez. Me ha sorprendido su sutileza y su buena nariz, aunque echo de menos un poco más de peso en boca, aunque conociendo a Raúl Pérez, seguramente es lo que buscaba. Interesante y con una buena RCP.
Preguntado César Ruiz por el nombre el vino, me confirmó que procede de un ancestral medio para pronosticar el tiempo que nos espera al año siguiente, partiendo de los días del mes de agosto, llamado cabañuelas. En Burgos lo llamamos más coloquialmente “témporas“. Así, con un sistema de ida y vuelta, el clima (*) del día 1 y 24 de agosto hace referencia al agosto del año siguiente, el día 2 y 23 de agosto al septiembre del año siguiente, y así sucesivamente. Su origen parece proceder de los judíos, y su fiabilidad, como tantas cosas pseudocientíficas, depende de la fe de cada uno. Eso sí, puedo confirmar que es una técnica plenamente vigente en las zonas más agrícolas de la provincia. Por clima (*) entendían no solo nubes, posición de los astros, vientos predominantes, sino también otras manifestaciones como comportamiento de animales, plantas y por supuesto sensaciones humanas. Una amalgama de sensaciones que solo el ojo experto puede interpretar, como el mejor oráculo de Delfos.
R.
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