Revista Cocina

Puré de calabazas

Por Emilienko
Puré de calabazas
Para los que no se enteren bien, esto tiene sólo dos partes.

La primera consta de tres ingredientes principales. Un puerro entero es lo primero que se debe echar; se corta en rodajitas y se dora en mantequilla, lo que impregna la casa de un olor delicioso, que augura que algo bueno va a pasar. Una patata entera, cortada a cubitos, se añade a continuación, con un buen chorro de aceite, que le aportará buen sabor porque, ¿a quién no le gustan las patatas fritas? La última en incorporarse es una zanahoria de aspecto altivo, que con su imponente naranja teñirá el guiso de un color más apetecible. Un par de vasos de agua y a hervir todo junto.

Ésa es la primera parte. Puerro para el olor, patata para el sabor, zanahoria para el color.

Mientras cuecen las tres, nos olvidamos de ellas. Le toca el turno a la odiosa calabaza, esa verdura que los fruteros tienden a arrinconar en la tienda. Se pela con cuidado un cuarto y mitad, que por no tener, ni siquiera tiene categoría suficiente como para añadir una pieza entera. Tampoco tiene el aroma del puerro, ni el gusto de la patata ni los pigmentos de la zanahoria. Como niña sosa, es la única que nunca viene a casa manchada de tierra. Quizás deberíamos agradecerle que aporte a nuestro puré algo de suavidad, que sin ella la mezcla de los otros tres sería demasiado intensa. Córtese, añádase a la olla, déjese hervir un rato, bátase y sale un puré bastante bueno.

Yo les recomiendo que lo intenten alguna vez. Me refiero sólo al puré. No a lo que hay detrás.

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