Comentario previo:
A este plato no sabía si llamarlo pastel, tarta salada o quiche. Al final me incliné por lo último ya que el relleno tiene huevo y nata, aunque la base no sea la habitual de masa quebrada. En este caso he utilizado láminas de pasta filo que hace más ligero el plato. También tiene un toque especial con los piñones que no sólo adornan, sino que aportan su agradable sabor y su toque crujiente.
Pueden haber muchas sugerencias de cambios. Empezando por la base, se podría usar pasta brick, hojaldre y, como no, masa quebrada. En el relleno podemos cambiar las acelgas por espinacas o por cualquier otra verdura de hoja, por ejemplo lechuga. En lugar del queso roquefort se puede usar cualquier otro queso azul (seguro que con cabrales o la peral estaría estupendo). Por último, como los piñones son bastante caros, se pueden usar almendras troceadas (incluso nueces o avellanas partidas). Con cada cambio incluimos nuevos matices de sabor y lo podemos ajustar a nuestro gusto y dar la variedad necesaria como para, con una receta básica, tener una infinidad de posibles platos.
La pega principal de este plato es la fragilidad de la pasta filo a la hora de cortarla. Así que al trocear hay que manejarla con cuidado. Lo demás, veréis que es sencillo y a la altura de cualquiera que tenga interés.
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