Si habéis comido alguna vez en un restaurante árabe (libanés, sirio,…) seguro que de postre habéis probado los Baklava, esos pequeños pastelitos con frutos secos que parecen poco ligeros pero entran con mucha facilidad.
Están hechos con pasta filo, la cual resulta un poco difícil de manejar, ya que se seca rápidamente y es fácil que se rompa si no tenemos cuidado al tratarla. Por ello, tenemos que darnos un poco de prisa al trabajar con la pasta, pero aparte de esto no encontraremos más dificultad para preparar la receta.
Los ingredientes que necesitamos son:
- Pasta filo: un paquete de 12 láminas.
- 100 gramos de mantequilla: deberemos fundirla para trabajar con ella.
- 200 gramos de frutos secos: podemos hacerlo con las que más nos gusten, desde pistachos y almendras hasta piñones.
- 2 cucharadas de azúcar
- 1 cucharadita de canela
- 150 gramos de miel, 150 ml de agua, cáscara de naranja y limón: para preparar el almíbar.
En primer lugar vamos a hacer el preparado de frutos secos. Picaremos los frutos secos con el robot, sin pulverizarlo demasiado, dejando trocitos que se vean, así será más agradable al comer. Lo mezclamos bien con el azúcar y con la canela.
Pasamos a montar en una fuente grande las hojas de pasta filo. Lo ideal es un recipiente que sea un poco más pequeño que las hojas de pasta. Lo engrasamos con mantequilla fundida con la ayuda de un pincel y colocamos un par de hojas de pasta filo, pintando cada una de ellas con mantequilla.
Sobre ellas, extendemos una capa de la mezcla de frutos secos y seguimos montando sucesivamente con las hojas de pasta filo y los frutos secos, acabando con una capa de pasta, que también pintaremos con mantequilla. Lo presionamos ligeramente para que quede bien compacto y reservamos en la nevera unos 30 minutos.
Precalentamos el horno a 190 grados y horneamos en la propia fuente durante unos 35-40 minutos. Antes de meterlo en el horno podemos cortar las porciones directamente en la fuente, pues será más fácil que si lo hacemos después de hornearlo.
Mientras tanto, preparamos el almíbar calentando el agua con la miel y las pieles de naranja y limón hasta que esté la miel bien disuelta. Cuando saquemos la fuente del horno, rociamos con el almíbar toda la fuente y dejamos reposar durante un par de horas antes de comérnoslo.
Podemos comerlo de postre y de merienda, acompañando los Baklava con un té negro o con un té con menta y ¡a disfrutar!