INGREDIENTES
1 Sobre de levadura Royal
1 Sobre de Gasificante
2 huevos
1 vaso de leche
1 1/2 vaso de azúcar
1 vaso de aceite de oliva
2 Naranjas
1 Limón
Harina
Aceite de girasol
Azúcar y canela
ELABORACIÓN
Esta que os voy a presentar es una receta familiar que mi abuela Manuela enseñó a mi padre y mi padre me enseñó a mí. Recuerdo esos días lluviosos dónde la mejor opción era quedarse en casa y poner las manos en la masa para disfrutar de estas riquísimas rosquillas que una vez que empiezas no puedes dejar de comer.
El primer paso en verter el vaso de aceite de oliva en un cazo con tres pieles de naranja y dejar que se vayan confintando para que el aceite coja su sabor. Después retiramos las pieles y dejamos enfriar el aceite.
En un bol o ensaladera, ponemos la levadura, el gasificante, los dos huevos y la ralladura de un limón y de una naranja.
A continuación, echamos el azúcar, la leche y el aceite que antes hemos confitado con las pieles de naranja. Batimos con la varilla.
Cuando tenemos todos los ingredientes líquidos, comenzamos a incorporar la harina poco a poco y a amasar con la mano. La harina es a ojo, la misma masa te lo va pidiendo. Yo he utilizado casi un paquete entero de harina para las cantidades que os he puesto arriba. Os tiene que quedar una masa, ni muy blanda, ni muy dura.
Cuando veáis que la masa empieza a coger consistencia, la pasáis a una encimera y amasáis. Cuando deje de pegarse a la mesa, la boleáis y dejáis reposar 1 hora aproximadamente debajo de un paño.
Transcurrido ese tiempo, nos engrasamos un poco las manos, cogemos pequeñas porciones de masa y les vamos dando forma de rosquilla. Tener en cuenta que dobla su volumen al freír, así que no las hagáis muy gordas.
Vais calentando el aceite de girasol en una sartén y friendo las rosquillas.
Después las pasamos inmediatamente por una mezcla de azúcar y canela y listo!!!
Están realmente exquisitas y no empalagan tanto como las de anís, como ya digo, como empecéis a comer y no podréis parar.
¡Buenísimasssssssss!