Revista Cocina

Y me enamoré de Viena

Por Dolega @blogdedolega

Me habían advertido de todas las maneras posibles que me encontraría con una ciudad triste; bonita pero triste, lluviosa, incluso algo lánguida. Hasta el servicio de meteorología hizo su trabajo para prevenirme y de hecho, la primera noche que pasamos en ella, una débil llovizna nos acompañó mientras cenábamos y dábamos un romántico paseo por sus calles, del brazo y arrebujados debajo de un paraguas. Fue una cena muy especial.

Al día siguiente me encontré con una ciudad calurosa, soleada, con calles enormes y aceras inmensas donde caben carriles bicis, carriles para correr y aceras para transeúntes relajados, todos ellos escrupulosamente respetados por sus usuarios.

Fuimos a Schönbrunn, el chalecito de veraneo que tenían Francisco José y Sisí a las afueras de Viena.

palacio de Schönbrunn, Viena

palacio de schönbrunn, viena

Y me enamoré de Viena

Sí todo es enorme, pero es que es una ciudad donde la amplitud es la norma, además de clase, mucha clase.

Sus calles, sus edificios todo respira esa serena elegancia del que nació con estilo y no me entiendan mal, no es pijismo es otra cosa mucho más difícil de tener.

viena

Voy  andando por la calle y cualquier rincón es digno de fotografíar

viena

Y buscas un sitio donde tomarte un café y se te enfría porque miras a tu alrededor y la cámara no para

Y me enamoré de Viena

Y venga, como no vamos a ir a ver la Ópera si la tenemos enfrente

Y me enamoré de Viena

Y en la visita  nos toca el guía que pretende tomarnos la lección de la historia del sitio. Menos mal que siempre hay “enteradillos” a los que les encanta destacar.

escenario de la opera de viena

El escenario

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El palco real en el centro. Lástima no haber tenido un lente gran angular para poder tomar más ángulo. Merece la pena.

Y la ciudad está limpia como la patena a pesar de albergar en sus calles a cientos de miles de turistas.

Y me enamoré de Viena

Y me enamoré de Viena

Y cuando estás cansado de caminar  te vas a uno de los maravillosos parques  que hay con unos árboles impresionantes y unas cómodas tumbonas para reposar

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Y sí, seguro que en cuanto nos vayamos empezará a llover y hará un tiempo asqueroso y que en invierno hará un frío que pela y que los vieneses no volverán a ver el sol hasta  dentro once meses, pero  esta ciudad se ha empeñado en enamorarme y lo ha conseguido.

Y saltamos de una linea de tranvía a otra, que algo bueno tenía que tener el manual de Wally, que nos especificaba las líneas más convenientes para recorrer la ciudad en este transporte tan encantador.

Y me enamoré de Viena

Y vamos hablando de lo nuestro en el tranvía y de pronto una mujer, que va sentada a nuestro lado,  nos pregunta timidamente

-¿Y ustedes de donde son?

Y yo le contesto y le pregunto también

-¿Y usted de que parte de Colombia es?

Y empezamos a charlar animadamente, nos dice que lleva quince años viviendo en Viena, nos recomienda el festival de ópera y la feria gastronómica que se celebra todos los veranos en los jardines del ayuntamiento, nos dice cuando bajarnos y se despide de nosotros con un fuerte abrazo.

-¡Gracias, hacía tiempo que no conversaba tan rico en español!

Y llegamos a lo que sería nuestro sitio de perdición.

Y me enamoré de Viena

Un sitio con comida y bebida de los cinco continentes abierto de la mañana a la noche y claro, nos hicimos adictos a saltar de la hamburquesa de canguro australiano al pollo tikka masala indio y del Wiener Schnitzel (filete empanado estilo vienés) a los mejillones al vapor franceses, todo ello regado con vinos alemanes, mojitos, margaritas y cubatas.

Luego nos veíamos una ópera sentaditos en nuestro cine de verano GRATIS

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A pesar de que la sesión es a las nueve de la noche, la gente empieza a llegar pronto porque se llena totalmente y era un día laborable…

Y me enamoré de Viena

Me impresionó ver a familias enteras llevando a sus hijos a la opera como quien los lleva a ver una pelicula infantil. ¡Maravilloso!

Menos mal que no estaba Wally para vernos llegar por las noches a nuestro querido alojamiento. Solo nos encontrábamos con la parejita de francesas que entre las dos tenian como mínimo trescientos años, dándole al vino y friendo pescado ¡Si Wally viera su encimera!

El domingo fuimos a la catedral y asistimos a misa en austriaco amenizada por un coro canadiense que había sido invitado por la ciudad. Yo estuve totalmente de acuerdo con el sermón  del párroco, además su austriaco es perfecto.

Y me enamoré de Viena

Y disfrutamos de una ciudad que nos conquistó absolutamente y que considero visita obligada en centroeuropa.

Para mi gusto la más bonita, estilosa, elegante y alegre de las tres de ese maravilloso triángulo centroeuropeo; y si pensaban que se iban a librar de mi visita a algún café mitico de viena, se equivocaron. Lo tenía claro, nítido, cristalino…


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