Revista Cocina

Arroz con conejo al estilo de los montes de malaga

Por Carmenrosa @MicocinaCR

ARROZ CON CONEJO AL ESTILO DE LOS MONTES DE MALAGAEl cielo encapotado le daba al día un color gris plomizo, se escuchaban las “marejales” rompiendo en el rebalaje de la playa como música de fondo cansina, que acompañaba el soplar del frio viento dando el compás a las hojas de los viejos eucaliptos; eran continuos quejidos por el crujir de las frondosas ramas.   A lo lejos se escuchaba el pitido del tren que no tardaría en pasar por las cercanas vías, dándonos también su característico sonido, chu-cu-chu-cu-chuuuuu.   Desde las estrechas ventanillas nos miraban al pasar, algunos chiquillos nos decían adiós con la mano; parecían pequeñas figuras borrosas, casi fantasmagoricas a causa del vapor de la chimenea del tren que envolvía los vagones a su paso.   
Aunque era media tarde, casi anochecía.   Mi madre me agarraba de la manita y a mi hermano sentado a horcajadas en su cintura, pegó con la aldaba con fuerza en una de las dos grandes puertas, también de color gris , una, dos, hasta tres veces; por fin se escucharon unos pasos y el crujir de la madera mientras se abría.
Caminamos por el oscuro y corto pasillo, las dos puertas a cada lado, las habitaciones estaban cerradas, quien nos acompañaba abrió la puerta que daba al patio.  Era como un claustro, alrededor había dos habitaciones, una puerta que daba al “excusado”, en el centro un gran pozo tapado con maderas y a la izquierda estaba la cocina, por fin aunque tenúe había luz en la casa.
La cocina era una estancia grande, de blancos y pequeños ladrillos hasta media altura y el resto encalada, en el centro bajo una bombilla adornada con papelillos de colores estaba dispuesta la mesa camilla, en el centro daba calor un brasero donde ardían las ascuas de carbón y el negro picón.   Alrededor, la gruesa abuela y sus dos hermanas vestidas de negro, con grises e impolutos delantares de cuadritos, peinaban canas en un coco recogido en la nuca.
Junto a ellas, mi amiga Elisa y su sonriente madre nos esperaban para merendar.  Grandes tazas con leche de cabra, chocolate, pan con aceite y alguna torta de algarrobo estaban preparadas sobre el mantel de hule, colocado sobre una especie de manta que cubría la mesa camilla.
Con mis cinco o seis años, mi madre, mi abuela y mi madrina me habían enseñado a recitar y sobre todo a cantar todos los viejos cuplés de los años 40, 50 o vaya Vds a saber de qué época y como era habitual me pedían que cantara e imitara a las antiguas artistas de la época de “Maricastaña”…. Y allí, estaba yo haciendo de artista y con todas embobadas escuchando las antiguas canciones.  
Fuera el cielo se ennegreció, iluminándose con rayos y oyendose sus estrepitosos truenos, dejándonos sin luz, sólo con la llama de una vela.  Quedó todo lo que ocurrio gradado en mi memoria, sobre todo lo que ocurrió a continuación: una de las señoras mayores, empezó a contar cuentos e historias antiguas; una de ellas, comenzó a rememorar aquella que decía, que en un día como aquel de frio, lluvia y viento, una madre estaba con su hija pequeña en una habitación que yo me imaginaba de madera en un primer piso, con viejos escalones y escuchaban: 
¡¡ Mamaita ura, ura….que te arranco la “asaura” !!; la hija, asustada preguntaba: Ay, mamaíta ¿quién será?....y la madre la consolaba diciéndole: No te preocupes, hijita, que ya se irá….. Volviéndose a escuchar nuevamente la extraña voz: No, me voy, que por el segundo escalón voy!!!!.....Y nuevamente la hija asustada, rogándole a su madre le decía…. Ay, mamaíta, mamaíta quien ¿será?......y así sucesivamente.
No recuerdo el final….pero sí, que aún hoy en día me acongoja la historia y se me quedó la frase: ¡¡ Mamaita ura, ura…que te arranco la “asaura” !!  
Quizás, es por ella, que cada vez que preparo conejo, le quito “las asauras” la repito.  Me viene a mi memoria, aquella fría tarde de invierno en casa de mi amiga de la infancia, Elisa Mari.  Aquella amiga que encontré al cabo de 30 años en la puerta del Colegio El Limonar, donde estudiaban nuestros hijos; éramos casi vecinas.   Ella fue mi primera amiga, mi amiga de la infancia, eso tampoco se olvida.
Como no puedo olvidar como preparaba mi madre éste arroz con conejo, al estilo de los Montes malagueños.ARROZ CON CONEJO AL ESTILO DE LOS MONTES DE MALAGA¿Cómo lo hice?
En una cacerola plana echar aceite de oliva virgen extra de forma que cubra la base, (en ésta ocasión puse aceite de Periana, malagueño, era el único que se usaba en casa de mis padres) y echar los trozos del conejo, salándolos al gusto para que se vayan friendo (deben quedar doraditos).
Mientras en un mortero machacar tres o cuatro dientes de ajo, cinco o seis clavos y un poquito de perejil.
Cortar en tiras medio pimiento morrón (rojo) (si es pequeño uno entero) y rallar uno o dos tomates maduros (la cantidad depende del tamaño).
Cuando esté el conejo doradito, agregar en la cacerola el “majaillo” y los pimientos y sofreírlos junto con los trozos de carne, remover y sofreír unos minutos.
Añadir el tomate, dejarlo varios minutos y echar una cucharada de pimentón (pimiento molido dulce) un chorreoncito de vino blanco (usé un fino amontillado Montilla-Moriles) y remover todo de forma que se despegue del fondo lo “quemaillo” si hubiese.
Pasar la carne y el refrito a la paellera.
Mientras calentar agua, que llegue a hervir.
Echar en la sartén el arroz (dos puñados por comensal) (me gusta usar la marca La Fallera de grano grueso especial para paella)  g e ir añadiéndole el agua hirviendo (el doble de volumen de agua que de arroz).
Agregar azafrán y llevar a ebullición manteniéndolo a fuego fuerte diez minutos, en éste momento probar de sal y rectificar si fuese necesario; bajar el fuego  y dejar quince minutos a fuego lento.
(Si fuese necesario a media cochura añadir más agua, que ésta esté hirviendo).
Apartar del fuego, tapar el arroz con papel de aluminio y dejar reposar unos minutos.
La asadurita del conejo frita, junto con los riñoncitos, antes de añadir absolutamente nada, es el aperitivo especial para mi marido....le encanta y yo disfruto preparándoselo. 
¡¡ Buen provecho y buen fin de semana !!

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