Revista Cocina

La tauromaquia

Por Luistovar

La tauromaquia
Si se le pregunta a un animalista o a un antitaurino qué es la tauromaquia lo más probable es diga tortura para definirla. Sin embargo, el término tortura solamente se refiere al hecho de que se le ocasiona un sufimiento a la víctima, pero no se aplica al concepto estricto de tortura (causar sufrimiento con el deliberado propósito de causarlo) puesto que el objetivo de la tauromaquia no es causar sufrimiento. La finalidad de la tauromaquia es la misma que la de cualquier otro uso de animales nohumanos: obtener un beneficio, satisfacer un deseo, conseguir un fin, sin el consentimiento de quienes son usados y, a menudo, a costa de violar sus intereses básicos, de perjudicar su vida y su salud.
La existencia de la tauromaquia, al igual que el resto de la explotación animal, no se explica en base a que los humanos sean crueles (a pesar de que hay casos aislados que sí lo son) sino al hecho de haber sido educados de manera especista y tener muy afianzada la idea que matar o hacer sufrir a un animal nohumano es algo totalmente normal, es decir, aceptable para conseguir ciertos fines: alimento, vestimenta, diversión,...
La tauromaquia es un ritual, en donde se escenifica y celebra la dominación, y pretendida superioridad, del ser humano sobre los demás animales. El hombre como amo y señor del resto de animales. En la práctica no es diferente de lo que ocurre en los mataderos a puerta cerrada. Si se hiciera lo mismo con seres humanos se consideraría un asesinato. Pero como las víctimas no son humanas se las discrimina de la consideración moral, a pesar de que son seres capaces de sentir, y tienen deseos y voluntad propia. 
La tauromaquia es un ejemplo público de nuestra relación con los demás animales; una relación basada en la explotación, en el sometimiento de quienes son más débiles o no pueden defenderse. Les usamos como recursos y productos, ignorando que ellos no son objetos sino que son individuos que sienten y tienen intereses. 
Igual que en el pasado discriminamos y explotamos a otros humanos sólo por no ser de nuestra raza (racismo) en la actualidad seguimos discriminando y explotando a otros animales sólo por no ser de nuestra especie (especismo). En ambos casos nos basamos en características irrelevantes, e ignoramos los deseos y el sufrimiento de las víctimas. Les negamos el mismo respeto que deseamos para nosotros mismos solamente por ser diferentes en características que no tienen que ver con la capacidad de sentir o por no tener un aspecto parecido al nuestro.
¿Realmente como individuos agrupados en sociedad hemos evolucionado moralmente o simplemente hemos sofisticado nuestras prácticas ancestrales? Dejando aparte de los graves enfrentamientos entre seres humanos; seguimos explotando y agrediendo a los demás animales para nuestros fines. Seguimos matándoles para comer o para vestirnos con trozos de su piel, o nos entretenemos a costa de su vida. En lo que respecta a la consideración de los demás animales (que aunque no sean humanos experimentan dolor y placer, tienen deseos y voluntad propia) apenas hemos evolucionado y progresado desde hace miles de años. 
Sin embargo, también es un hecho que podemos cuestionar y cambiar la inercia especista en la que vivimos y hemos sido educados. Podemos, y debemos, respetar a los demás animales. Ese respeto empieza necesariamente en el veganismo. No tenemos ninguna necesidad de usar a otros animales para poder vivir, estar sanos y disfrutar de nuestra vida. Y no tenemos justificación ética que nos legitime para hacer a otros lo que no querríamos que nadie nos hiciera a nosotros. Veganismo significa simplemente tratar a individuos que sienten como personas, no como objetos. Es el respeto básico que todos deseamos para nosotros mismos
El hecho de que la tauromaquia no sea esencialmente diferente de cualquier otro uso de animales nohumanos implica que no tiene justificación que nos centremos en denunciar la tauromaquia e ignoramos el resto. La forma correcta de abolir la tauromaquia, y toda forma de explotación animal, consiste en ir a la raíz del problema: la mentalidad especista que considera que los demás animales son seres inferiores que existen para nuestro beneficio, y que permite y motiva nuestra violencia contra ellos. Mientras no consigamos que este paradigma moral que impera en nuestra sociedad sea cuestionado y rechazado, no conseguiremos evitar que sus consecuencias se sigan sucediendo.
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